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El «error» del PP, la traición de UPN y un software embrujado en el Congreso

El Gobierno del Estado español estuvo al filo del abismo cuando Meritxell Batet dio por derogada la reforma laboral. Pero la surrealidad vino al rescate de la mano de los diputados navarros y de un sistema telemático que, según los ‘populares’, enloqueció.

El bloque del Gobierno aplaude la aprobación de su reformá en el Congreso. (Eduardo Parra | EUROPA PRESS)

Fueron 40 segundos que pusieron al Gobierno de coalición PSOE-Podemos contra las cuerdas y que daba el primer triunfo resonante al bloque de la derecha española más radical en mucho tiempo, justo en la primera semana con plenos del año. Podía haber quedado un Ejecutivo debilitado, una mayoría de investidura agrietada y todo en un semestre con dos autonómicas clave: Castilla y León y Andalucía. Pero, por poco, la distopía de Sánchez no ocurrió.

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El casi minuto entre el mal conteo de votos que hizo dar por derogada la reforma laboral a la presidenta del Congreso y su propia rectificación representó una verdadera fiesta para la semiología: cruce de miradas, aplausos sólo de la derecha y no de la izquierda que votó en contra, caras de angustia y una antología de lenguaje no verbal. Especialmente los rictus de Gabriel Rufián (ERC) y Aitor Esteban (PNV). El jeltzale hasta se llevó la mano a la cara y meneaba la cabeza negativamente mientras hablaba con su compañero de grupo.

El casi minuto entre el mal conteo de votos que hizo dar por derogada la reforma laboral a la presidenta del Congreso y su propia rectificación representó una verdadera fiesta para la semiología.

El episodio entró sin dudas en la antología de las jornadas surreales parlamentarias por muchos detalles. Primero, los dos diputados de UPN, Sergio Sayas y Carlos García Adanero, quejosos ellos con la dirección de su partido (que había pactado con el PSN una modificación presupuestaria en Iruñea y salvar a Maya de la reprobación), traicionaron su palabra empeñada públicamente y votaron en contra. Pero el destino hizo que se aprobara la reforma por un voto que el grupo Socialista no había contemplado: el de Alberto Casero, diputado del PP por Cáceres, quien dijera que su voto fue un «error».

Entre la noche del jueves y este viernes, según diferentes fuentes consultadas por NAIZ, los pasillos del Congreso se nutren de dos versiones principales de lo sucedido, al reconstruirse los detalles de la jornada. La primera es que los diputados de UPN traicionaron al PSOE (con o sin el aval de su partido) cortejados por Génova y con promesas de ser cobijados en caso que fueran expulsados del partido al no respetar la disciplina del voto. Y que la trampa salió mal justo por un error involuntario.

La otra es que ha sido todo un paripé bajo el paraguas de los mejores daños posibles: un falso error bien simulado por un hombre cercano a la Ejecutiva del PP para proteger a los de UPN, permitiendo la aprobación para no romper todo código de convivencia parlamentaria al existir el pacto de presupuestos en Iruñea.

Versión primera: el error

Vamos con la primera. El PP no admitirá nunca si sedujo a los de UPN para traicionar la disciplina partidaria (o si la Ejecutiva de UPN fue parte del paripé), pero lo que sí aseguran es que hubo un error involuntario. Fuentes del equipo técnico del grupo parlamentario preguntadas por NAIZ han ratificado este viernes: «Hubo un error en la votación fruto de un fallo informático». Básicamente, dicen que Casero votó correctamente y que el resguardo en archivo PDF que devuelve el software de la votación telemática le entregó algo distinto a lo votado. Otros creen que el error podría haber sido más simple: votó a favor de lo que tenía que votar en contra (la reforma) y votó en contra de lo que tenía que apoyar (la tramitación por ley y no real decreto).

Los pasillos del Congreso se nutren de dos versiones principales de lo sucedido. La primera es que los diputados de UPN traicionaron al PSOE cortejados por Génova. La otra es que ha sido todo un paripé.

Lo raro es que hubo 14 votos telemáticos este jueves pero el software habría enloquecido tan solo con un diputado. Un software que pregunta dos veces el sentido de la votación, cabe recordar. Y qué casualidad, con el del PP. Y no cualquier legislador, sino Casero, secretario de Organización del partido a nivel estatal y un miembro cercano del equipo de confianza del número 2, Teodoro García-Egea.

Otro elemento que puede hacer dudar de esta teoría es que la insurrección legislativa de Sayas y García Adanero violaba toda ética parlamentaria y costaría recordar un caso de traición similar. Ana Oramas, de Coalición Canaria, antes de votar en contra de lo que dictaba su partido en la investidura de Sánchez-Iglesias, lo anunció en los medios y se supo públicamente. En el Congreso hay decenas de testigos que vieron a Sayas repetir en los pasillos que votaría a favor. Una falta de palabra que ya cruzaría lineas rojas.

Versión segunda: un paripé

Tantas coincidencias hacen que se considere la segunda versión, un paripé mayúsculo que Génova habría decidido para proteger a los de UPN por temor a su rival mas fuerte: Vox. Quién si no se beneficiaría de una derecha que vota al «Gobierno socialcomunista». En las próximas generales (que pueden ser este año o el siguiente, quién sabe) Vox recordaría en la campaña de Nafarroa esta «traición» a favor de Sánchez y de esa forma UPN vería peligrar su triunfo y así, sus dos escaños. Los de Casado fabricaron el error para los medios y se respetaba así el resultado pactado: aprobación en Iruñea y aprobación de la reforma, evitando el acoso y derribo de Vox.

Una fuente del grupo del PP admitía que había escuchado esta teoría pero la descartaba. «Las caras de rabia y frustración que vi al terminar el pleno me hacen descreer de la conspiración. Aquí muchos esperaban que ganara la derogación del decreto», señaló.

Lo sucedido es posible que vaya a quedar siempre bajo el enigma, porque hay demasiados hechos privados y conversaciones en el medio. Nunca hay, asimismo, que olvidar el factor del azar. La casualidad y la torpeza también son parte de los políticos, que también son humanos. Imposible olvidar a cuando Mariano Rajoy votó en contra de sus propios PGE en 2017 o cuando Sánchez votó a favor de la restrictiva ley del aborto del PP en 2015. Ambos por error.

Sea como sea, el Gobierno español evitó una crisis y tuvo una pírrica victoria parlamentaria. Con una mezcla de lo que siempre nutre a la política: estrategia, cálculo y azar.