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El poder de la banca, cuestionado por los mayores y el dinero digital

Una recogida de firmas de mayores ha dejado en evidencia que la banca continúa recortando servicios y acumulando beneficios ante la indiferencia de los organismos reguladores. Un poder que la banca no dudará en utilizar contra las monedas digitales que proliferan gracias a las criptomonedas

Una aplicación para el intercambio de criptomonedas. (Olivier DOULIERY | AFP)

Hace unos días, Carlos San Juan, un médico jubilado de 78 años que reclama un «trato más humano» por parte de los bancos, entregó 600.000 firmas recogidas con la campaña 'Soy mayor, no idiota’ con la que pretende presionar para que los bancos faciliten los trámites a las personas mayores. Con la excusa de la digitalización cada vez más gente se está quedando sin poder realizar las más elementales operaciones con dinero.

«Personas mayores, migrantes y refugiadas o perceptoras de pensiones o rentas mínimas de bajo importe, trasladan repetidamente su preocupación por las dificultades para acceder a cuentas básicas gratuitas, el cobro de elevadas comisiones bancarias o el embargo indebido de prestaciones», explicó Fernando de Andrés, secretario general de la Valedora do Pobo de Galicia, durante la jornada "Inclusión financiera: ¿enfoque de derechos o aporofobia bancaria? El encuentro fue organizado por La Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social (EAPN-ES) en el que se reclamó regulación, «y no buena voluntad», para garantizar el acceso al sistema bancario a todas las personas.

Y esa es precisamente la clave del asunto. Visto el revuelo organizado, unos días más tarde las patronales bancarias AEB y CECA elaboraron un documento que entregaron al Gobierno en el que se comprometían a adoptar medidas como ofrecer un trato especial en las sucursales a los mayores, ya sea con la adecuación o mejora de los horarios de atención en caja o con una atención preferencial.

Una iniciativa muy loable pero que lleva a preguntarse por qué no lo han hecho hasta ahora. La respuesta es sencilla: porque no tienen obligación legal. Por ello es tan pertinente que la La Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social reclame que se regulen por ley las obligaciones de la banca y que además estén tasadas. En la legislación es dónde se ve el verdadero poder de la banca: las leyes se hacen para todo el mundo excepto para la banca. Solo cuando las cosas se ponen difíciles, se aviene a aceptar algunos compromisos. En un Estado de derecho, es la ley la que establece derechos y obligaciones, no la voluntad de la banca.

¿Y por qué el regulador del sistema bancario, el Banco de España, ha permitido todos esos abusos de la banca hacia las personas más vulnerables? Tal vez sea porque su gobernador, Pablo Hernández de Cos, está más preocupado con la subida del salario mínimo, algo que no entra en sus competencias, que por la supervisión de las prácticas abusivas de la banca.

Clausurar sucursales y eliminar servicios ha permitido a la banca cerrar el año 2021 con un beneficio récord que rondará los 20.000 millones. Para encontrar una cifra similar hay que remontarse a 2007, antes de la explosión de la burbuja, año en el que la banca ganó 19.100 millones. Solo el año pasado la banca en el Estado ha eliminado 15.000 puestos de trabajo, aproximadamente un 10% del total. Se comprende que ahora falte personal para atender a las personas mayores como es debido.

Y lo mismo que no hay apenas normas que obliguen a la banca, el Banco de España se limita a enviar circulares a la bancos con sugerencias sobre el funcionamiento; al parecer no es de buen gusto exigir nada a un banco. Es de suponer que mucho menos lo será enviar inspectores a que supervisen su actividad.  

Las monedas digitales

El poder de la banca es un tema de gran actualidad a causa de las criptomonedas. El sistema en que se basan, la cadena de bloques, ha abierto enormes posibilidades para crear monedas digitales. Según informó hace unos días el FMI, alrededor de cien países en todo el mundo están explorando la posibilidad de crear divisas digitales oficiales, que no serán criptomonedas porque tendrán carácter oficial al estar respaldadas por los respectivos bancos centrales.

La principal diferencia entre la Divisas Digitales de los Bancos Centrales (conocidas como CBDC, por su acrónimo en inglés) y las criptomonedas como bitcóin o ethereum es que las primeras tienen un emisor único (el banco central de cada país) que controla su volumen y las criptomonedas no. Además, las CBDC permitirán, al estilo de las criptomonedas, transacciones inmediatas, sin que una transferencia entre particulares tarde varias horas o días en materializarse, por ejemplo.

Este tipo de monedas abre una interesante posibilidad: que cada persona pueda tener un monedero digital en el banco central de su país sin necesidad de tener una cuenta en un banco comercial. De hecho, el Banco Popular de China ya ha lanzado un monedero de ese tipo para que cualquier persona pueda realizar transacciones con yuanes.

No es difícil darse cuenta de que si este sistema se generaliza, los bancos comerciales perderán mucho poder y una importante fuente de ingresos. Por esta razón, Yanis Varoufakis señalaba en una entrevista reciente que posiblemente los bancos comerciales boicoteen cualquier intento serio de crear divisas digitales. O, como apuntó el que fuera gobernador del Banco Central de Ecuador durante el gobierno de Rafael Correa Andrés Arauz, posiblemente estén intentando colocarse por encima de los bancos centrales para que se utilice su infraestructura digital en vez de una infraestructura pública. Y si los bancos centrales ceden en este pulso, el sistema monetario terminará completamente privatizado. Hay mucho en juego.