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Sentarse a hablar siempre es una buena noticia

El ministro ucraniano de Defensa, Oleksii Reznikov (segundo por la izquierda), a su llegada a Gomel. (Sergei KHOLODILIN | AFP)

Independientemente de los cálculos y razones que muevan a unos y otros, el encuentro entre delegaciones rusas y ucranianas en la frontera bielorrusa es una buena noticia, siempre mejor que los combates provocados por la agresión militar rusa contra Ucrania.

No hay duda de que Rusia, a cuya iniciativa se debe el encuentro, se sienta en posición de fuerza. El hecho de que la cita tenga lugar en territorio de Bielorrusia, aliado de Moscú, lo evidencia.

Ucrania, con su capital, Kiev, sitiada, y con las principales ciudades del centro, sur y este disputadas por el invasor ruso, llega forzada por las circunstancias, aunque ha logrado que el encuentro no tenga lugar en Minsk, capital bielorrusa, sino en la localidad fronteriza de Gomel, cerca del río Pripiat.

Al presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, le queda la capacidad de resistencia del Ejército y de la mayoría de la población ucraniana, y la presión que puede ejercer Occidente sobre Rusia. Ahí se inscribe su sorprendente llamamiento a la UE para que admita a Ucrania en su seno en un procedimiento especial y de urgencia.

El Ejército ruso, por su parte, parece haber frenado el ímpetu de su marcha hacia Kiev y de la conquista de ciudades estratégicas.

No es para nada descartable que esa relativa ralentización tenga que ver con el control de los tiempos del Kremlin en espera de los resultados del encuentro.

Ucrania reivindica que su resistencia ha logrado obstaculizar el avance ruso. Es posible que haya algo de ello.

Lo que sí parece innegable es que Rusia se está topando con más problemas, si no militares sí políticos, de los que esperaba. El llamamiento del presidente ruso, Vladimir Putin, al Ejército ucraniano a que diera un golpe de Estado no parece haber dado frutos, aunque sin duda Moscú estará maniobrando con los oligarcas ucranianos, el verdadero poder en el país.

La determinación mostrada por la UE y el giro en política exterior y de Defensa anunciado por Alemania no le habrán sentado nada bien, lo que explica asimismo la puesta en alerta por parte de Rusia de su fuerza nuclear.

El tiempo tampoco corre a favor de Moscú y su apelación a negociar, más allá de tacticismos o estrategias, puede responder a un intento, a través de un acuerdo sobre el este de Ucrania y sobre su neutralidad, de poder asegurarse una marcha atrás para evitar el riesgo de quedarse empantanado en una invasión y una guerra de ocupación.

Porque no son pocos los que aseguran que Putin se habría pasado de frenada y no le quedaría otra que lanzarse para adelante en una espiral peligrosísima.

Esperemos que no vaya a cometer ese error. Porque sería trágico, y no solo para Ucrania y la propia Rusia, sino para la humanidad.