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Putin, el hijo de un criado que llegó a zar

De origen humilde a tener ante sí los poderes de un zar, Vladímir Putin es un exespía experto en derecho internacional que ganó popularidad como estratega. En Chechenia lanzó una sangrienta campaña bélica que lo apuntaló como presidente. Lleva 20 años liderando al país y le quedan otros cuatro. 

Putin sonríe mientras observa el lanzamiento de un satélite militar, en setiembre de 2004. (Maxim MARMUR/AFP)

La guerra marcó la vida de Putin antes de nacer. Su padre, Vladímir Spiridovinich Putin, era un marino mutilado durante la defensa de Leningrado frente a los nazis, cuyo asedio a la ciudad duró tres años. Tuvo dos hermanos mayores, que no llegó a conocer. Uno falleció a los pocos meses y el otro, a causa de la difteria, también durante el asedio a Leningrado. Putin nació en el año 1952, cuando su madre, la obrera María Ivanovna, tenía 41 años. 

La entrada en contacto con la política de Putin también tiene que ver con la Segunda Guerra Mundial, dado que su padre, al estar mutilado, no tuvo fácil encontrar trabajo. Acabó como criado de granja del Comité del Partido en Moscú, profesión que ya había desempeñado antes el abuelo, que fue cocinero de Lenin y Stalin.

Putin entró formalmente en el Partido Comunista en su etapa universitaria, que cursó en la la Universidad Estatal de Leningrado, donde se licenció en Derecho con una tesis sobre Derecho Internacional en 1975, concretamente sobre la política desarrollada por Estados Unidos en África. Sin salir todavía de esa ciudad, entró seguidamente en la Escuela 401 para formarse como agente de la KGB. 

Putin, con el uniforme de la KGB.

A los 11 años comenzó a practicar el sambo, un arte marcial propio de Rusia, y el judo, disciplina de la que es cinturón negro y llegó a ser campeón de Leningrado. 

Su etapa como agente de la KGB duró 15 años. Primero en el Servicio Número Uno, circunscrito a la propia Leningrado, estuvo una etapa muy breve en el Servicio Número Dos (seguridad interior) para entrar después en el Directorio Principal (internacional). 

En su etapa como agente, en el año 1983, Putin se casó con una azafata de Aeroflot, Lyudmila Shkrebneva, que en aquel entonces estudiaba Filología Hispánica y era seis años más joven. Dos años después, tras formarse en una academia especializada (Bandera Roja) donde aprendió algo de alemán, francés y castellano, Putin fue destinado a la República Democrática Alemana (RDA). Acababa de tener a su primera hija, Mariya, que es endocrina. 

En la RDA el domicilio de la familia Putin estuvo en la ciudad de Dresde, donde nació su segunda hija: la bailarina acrobática Katerina en 1986.

Existe controversia sobre las habilidades de espía de Putin. Algunos altos mandos del KGB, como Markus Wolf, han dicho que desconocían a este agente de la KGB. Otros biógrafos subrayan que esta discreción en su tarea, precisamente, corrobora sus habilidades como espía.

Inicios en política: defensor de la Perestroika

A su vuelta a Rusia, Putin abandonó el KGB y regresó como profesor de Derecho Internacional a la misma universidad donde se graduó. Compatibilizó esa labor con la de asesor de Anatoli Sobchak, alcalde de Leningrado –que en el año 1991 volvió a denominarse San Petersburgo–. Sobchak era uno de los grandes partidarios de la Perestroika de Mijaíl Gorbachov. 

Putin visitó el Ayuntamiento de Barcelona en 1992 como parte de una delegación del Consistorio de San Petersburgo. En la imagen, el ahora presidente ruso junto a Pasqual Maragall. (AYUNTAMIENTO DE BARCELONA)

(Un joven Putin, en una visita al Ayuntamiento de Barcelona. Foto: Ayuntamiento de Barcelona)

El 20 de agosto de 1991 deja por completo el KGB, entidad donde seguía figurando como reservista. El hecho detonante, según cuenta el mismo Putin, fue el golpe de Estado que dio el ala antirreformista del PCUS. 

El 20 de agosto de 1991 deja el KGB tras el golpe de Estado que dio el ala antirreformista del PCUS

Su primer puesto político de relevancia fue el de teniente de alcalde de Moscú que, según diversos analistas, desempeñó con brillantez (consiguió importantes inversiones extranjeras, principalmente alemanas, para la ciudad). Es entonces cuando Moscú se fija en él. Se convirtió en candidato por el partido NDR.

Aupado por Boris Yeltsin, Putin va cambiando de cargo cada pocos meses durante su estancia en Moscú. Y aún le sobró tiempo para cerrar una tesis universitaria: “La planificación estratégica de los recursos regionales bajo la formación de las relaciones de mercado”. 

Putin, en 1998, alcanzó un rango análogo a ministro: presidente del FSB (el sucesor del KGB). Es en ese momento cuando su figura adquiere renombre a nivel nacional, incluso causó sorpresa en la prensa que un perfil tan poco conocido hubiera alcanzado semejante poder. 

La guerra de Chechenia

En agosto de 1999, Yeltsin encumbró a Putin como viceprimer ministro y lo nombró oficialmente su sustituto. En ese momento, los analistas seguían despistados, pues tenían a Putin como un tipo dócil, aunque pronto se ganó fama de duro e impasible. Yeltsin, gravemente enfermo, le cedió todo el poder antes de cerrar el año 1999. En ese momento, las tropas rusas ya estaban asediando Grozni. 

Una vez alcanzó el cargo de primer ministro, Putin se lanzó a la guerra. El conflicto en Chechenia se había reactivado y Rusia quería desquitarse. Se sucedieron varios atentados con cientos de muertes que impactaron mucho a la población rusa (más de 300 muertes en Buynaksk y Moscú), por parte de los separatistas, sobre los que algunos arrojaron la sombra de tratarse de ataques de falsa bandera, organizados por el propio Putin para justificar un ataque a gran escala sobre Chechenia. 

En 2002, los mismos separatistas chechenos secuestraron el teatro Dubrovka de Moscú con 850 rehenes. Y en 2004, otro grupo islamista atacaría la escuela de Beslán, en Osetia del Norte, cuando los separatistas retuvieron a más de 1.000 personas, la gran mayoría niños. En ambos casos Putin optó por un asalto a sangre y fuego, cayera quien cayera. En el teatro murieron 40 atacantes y más de 130 rehenes. Y en la escuela hubo 300 muertos, casi 200 de ellos menores, y más de 700 heridos.

Putin, con kimono de judo. (AFP)

Putin fue con todo contra los chechenos, lo que le granjeó el apoyo de buena parte de la población rusa, a la par que acusaciones de atentar contra los Derechos Humanos, atacar a población civil y también de genocidio. Rusia se anotó muchas bajas, pero los chechenos fueron aplastados, y Grozni, reducida a escombros.

Visto bueno de Occidente y coto a los oligarcas

El ascenso de Putin fue aplaudido por Occidente, que prefirió ver en él a un líder sólido capaz de hacer que la cotización del rublo no fuera tan volátil como con Yeltsin e hizo la vista gorda a la carnicería que había montado en Chechenia. Putin fue a la suya: remilitarizó la sociedad y su discurso nacionalista ruso le valió para que las urnas revalidaran su cargo de presidente. 

Desde el inicio de su etapa como presidente, Putin se comportó como un líder fuerte. Si algún oligarca se atrevía a toserle, el presidente lo ponía en su sitio instrumentalizando para ello a los tribunales de justica. Así, Putin se deshizo del Boris Berezovski, a quien se tenía como el nuevo Rasputín y que tuvo que exiliarse, y plantó cara a Vladímir Gusinski. Luego encarceló al magnate del petróleo Mijaíl Jodorkovski. 

La filosofía de Ilyín le viene muy bien a Putin a la hora de justificar su régimen autoritario paternalista. 

 

El discurso nacionalista de Putin tiene ciertas reminiscencias historicistas y románticas. Suele citar en sus grandes discursos al filósofo Iván Ilyín nacido a finales del XIX y a quien se tiene como descendiente de la dinastía ruríkida. Es decir, desciende de los gobernantes de la Rus de Kiev del siglo IX, el primero de los reinos rusos y germen, por tanto, de la Rusia actual. Ilyín era uno de los principales ideólogos «blancos» que se oponía a los «rojos» durante la Revolución Rusa. La filosofía de Ilyín le viene muy bien a Putin a la hora de justificar su régimen autoritario paternalista. 

Putin, durante sus primeros mandatos, mantuvo una política exterior normalizada a la par que cambió las normas electorales del país para facilitarse reelecciones. Con todo, tuvo que pasar por una suerte de interregno cuando, en 2008, ya no pudo presentarse a la presidencia de forma consectutiva. En su lugar, lo hizo Dimitri Medvédev, aunque en la práctica el líder del Kremlin siguió siendo él. Medvédev y Putin se intercambiaron los cargos de presidente y primer ministro.

Putin siempre se ha impuesto en las presidenciales con claridad. Su partido en la Duma recibe uno de cada dos votos.

Soldados rusos junto a una fosa común durante la segunda guerra de Chechenia. (Natalia MEDVEDEVA)


Osetia y Euromaidán

Como primer ministro de Medvédev, Putin afrontó la crisis de Osetia del Sur, que incluyó la invasión de Georgia y que se convirtió en otro éxito militar. A consecuencia de él, Rusia acabo reconociendo la independencia de Abjasia y Osetia del Sur.

En 2012, Medvedev se aparta para que Putin pueda volver a ser presidente. En este sexenio, el mandatario ruso endureció aún más las normativas para celebrar mítines y ahondó en la deriva autoritaria del país. En el exterior, Putin encontró aliados en la extrema derecha sin perder a los aliados tradicionales de la URSS. Se le acusa, asimismo, de utilizar hackers para desestabilizar países rivales.

En 2013 se separa de su mujer. La prensa rosa le ha adjudicado otras parejas y varios hijos más, pero lo cierto es que Putin es extremadamente celoso de su vida privada. Salvo Lyudmila, que sí ejerció como primera dama, ningún miembro de su familia es una persona pública.

El principal bache internacional al que hubo de enfrentarse a su regreso como presidente fue el llamado Euromaidan en Ucrania de 2014. Su respuesta fue apoderarse de la península de Crimea –donde se encuentra la importantísima base naval de Sebastopol– con una estrategia incruenta e inteligente que pilló a la comunidad internacional con el pie cambiado.

En el Donbass, la evolución fue mucho más compleja y trágica, enquistándose una guerra entre los prorusos y el ejército ucraniano que ahora se enarbola como casus belli para la invasión de Ucrania de 2022. 

Putin fue revalidado como presidente en 2018 con el 77% de los votos y su mandato no caduca hasta 2024.