INFO

De espaldas al derecho humanitario

No solo matan las bombas. Los daños colaterales son infinitos. Estremecen las imágenes de niños muriéndose de hambre en Yemen, de niños con sus goteros en los sótanos en Ucrania.


Las guerras, en plural, dejan vivencias desgarradoras con secuelas que traspasan generaciones y países. «La guerra no acaba cuando dice Wikipedia. Y la espita que se abre no hay quien la cierre y tiene consecuencias tremendas a corto, medio y largo plazo», subrayaba a este medio el fotoperiodista Gervasio Sánchez, testigo de múltiples escenarios bélicos, poco antes de que comenzara la invasión de Rusia.

La bombas que caen sobre Ucrania, las imágenes de mujeres sujetando a sus hijos, de ancianos, de personas vulnerables huyendo apenas con lo puesto o corriendo hacia los búnkeres antiaéreos nos interpelan, reviven memorias y también ponen en evidencia las contradicciones de nuestras sociedades.

No solo matan las bombas. Los daños colaterales son infinitos, en lo emocional y en lo físico. Estremecen las imágenes de niños muriéndose literalmente de hambre en Yemen, de niños enfermos de cáncer con sus goteros refugiados en los sótanos de los hospitales en Ucrania o la impotencia del personal de la planta de Oncología del Hospital Europeo de Gaza, incapaz de garantizar una muerte digna a sus pacientes por falta de profesionales especializados en cuidados paliativos, de medicamentos específicos...

Desde allí llega en forma de carta el grito ahogado de Haytham Abusenjar, enfermero oncólogo. «Recibir un diagnóstico de cáncer en Gaza significa un 100% de posibilidades de morirte», se lamenta, al tiempo que denuncia impotente la sistemática negación por parte de Israel de los permisos de salida de la Franja para recibir tratamiento.

Sabe que para sus pacientes no existe el Derecho Internacional Humanitario. De Gaza a Yemen –donde más de 16 millones de personas no tienen suficiente para comer–, Siria –este mes se cumplen 11 años desde el inicio de la guerra–, Etiopía, el Sahara ocupado… y ahora Ucrania, la geopolítica y la diplomacia de «despacho» siguen obviando este conjunto de normas recogidas en los cuatro Convenios de Ginebra de 1949 y en los protocolos adicionales de 1977.