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Comienza la siembra en las tierras negras ucranianas, el granero de Europa

Los terrenos agrícolas minados, el toque de queda nocturno y la dificultad de la maquinaria pesada para cruzar los checkpoints han retrasado dos semanas la siembra del trigo de primavera. Los agricultores ucranianos retoman la actividad sin la certeza de si podrán exportar.

Un agricultor ucraniano sembrando trigo en Polohy, al sur de Kiev. (David MESEGUER)

Debido a la limitación de las exportaciones, estamos preocupados porque ahora mismo los graneros están llenos y, si no se vacían, podemos tener un problema para almacenar las próximas cosechas», explica a NAIZ Ruslan, el encargado local del transporte y la gestión del abono de la empresa agrícola Svitanok, la segunda en posesión de tierras agrícolas en Ucrania. 

Sus palabras a pie de campo en Kovalivka, un enclave agrícola al sur de la provincia de Kiev, contrastan con las recientes declaraciones del ministro de Agricultura ucraniano, Roman Leshchenko, ante el Comité de Agricultura de la Eurocámara, dónde advertía que la situación en el país comienza a ser semejante al Hodomor, la gran hambruna ucraniana de los años 30 del siglo pasado.

Ruslan, de 42 años, explica que van con un par de semanas de retraso en la siembra del trigo de primavera y la remolacha por culpa de la guerra. «Antes del conflicto podíamos trabajar 24 horas diarias, siete días a la semana. Ahora, con el toque de queda, solo hasta las 7 de la tarde. La dificultad de la maquinaria pesada para cruzar los checkpoints, donde los vehículos deben cruzar en zig zag por pasos estrechos, también es uno de los motivos que ha ralentizado la siembra», explica el empleado de Svitanok mientras supervisa la descarga de grandes sacos de abono del remolque de un camión.   

«Es normal que la Unión Europea esté preocupada por el aumento de los precios y la disponibilidad de cereales y maíz porque Ucrania es uno de los principales países exportadores», señala Nadia Asanishvili, directora del Instituto Nacional de Agricultura de la Academia de la Ciencia de Ucrania. «En esta situación, primero hay que garantizar la seguridad alimentaria de la población, por eso nuestro Gobierno ha cancelado temporalmente las exportaciones. No sabemos cuánto durará la guerra», subraya.

Asanishvili añade que Rusia ha atacado algunos silos importantes, así como los principales puertos ucranianos limitando así «la capacidad exportadora ucraniana cuando el país decida reemprenderla». De Kovalivka, parten largos convoyes con vagones contenedor de color verde que llevan el grano hasta puertos como Odesa o Mykolaiv. Otro de los problemas asociados a la guerra que restringe la capacidad agrícola –indica la técnica agrónoma– es «la gran cantidad de minas que el Ejército ha dispuesto en muchas regiones para evitar el avance ruso». 

Kovalivka, situada 75 kilómetros al sur de Kiev, es una región dominada por la crnozem (tierra negra, en ucraniano), un tipo de suelo muy fértil debido a su elevado contenido en nutrientes minerales. En una de sus grandes parcelas, Oleg, de 29 años y a sueldo de Svitanok, conduce un gran tractor con el que siembra trigo donde la temporada anterior había maíz. «También hay retraso porque muchos agricultores combinan su trabajo con la estancia en los checkpoint como voluntarios de las Fuerzas de Defensa Territoriales». 

Maxim Korniyenko, de 40 años y director local de Svitanok, advierte de que solo con el comercio nacional no tendrán suficientes clientes. En localidad están preocupados porque gran parte de la población depende de la actividad de la empresa, que aparte de campos posee varios graneros y fábricas procesadoras de azúcar. A diferencia de lo que dijo el ministro de Agricultura en el Parlamento Europeo, Maxim afirma que de momento no tienen problemas con el suministro de fertilizantes ni de disponibilidad de maquinaria agrícola.

«Armas por cereales»

En uno de los puntos de control de una de las aldeas de la región, un agricultor subido a un tractor azul excava una trinchera mientras Oleg, Alexei y Alexander mantienen conversaciones distendidas fusil en mano solo alteradas por los vehículos que esporádicamente cruzan su puesto de vigilancia. Alexander, un corpulento campesino de 57 años, explica que tiene cerdos y 25 hectáreas plantadas con trigo de invierno que espera recolectar en junio. 

«Mi trigo siempre se ha exportado en su totalidad. Si baja el precio del cereal por acumularse demasiado stock, ¿qué le vamos a hacer? ¡Compraré más cerdos!», bromea arrancando las carcajadas del resto de compañeros de guardia. «Cincuenta, cincuenta, es la posibilidad de que los rusos lleguen aquí, pero si lo hacen, les esperamos aquí preparados y los enterraremos en la tierra negra», afirma obteniendo la probación del resto. 

Los agricultores explican que el trigo plantado en primavera se cosecha a finales de verano y la remolacha en septiembre u octubre. En abril, se planta maíz y girasol para ser recolectado en otoño antes de que comiencen a bajar drásticamente las temperaturas.  

De momento, cuentan los campesinos, Kovalivka se ha mantenido lejos del frente de guerra, aunque todas las noches ven misiles sobrevolando los cielos. «Aquí cerca cayó uno que fue interceptado», señala Alexander, antes de querer cerrar la conversación con un par de peticiones. «Si Europa nos proporciona armas, habrá cereales para todos. También pedimos a los soldados rusos que pongan semillas en sus bolsillos, así cuando mueran en nuestros campos, al menos serán útiles y contribuirán a la próxima cosecha».