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Más influyente que mil campañas oficiales

ALCARRÀS
Catalunya. 2022. 120’. Dtora.: Carla Simón. Guion: Carla Simón y Arnau Vilaró. Prod.: María Zamora, Tono Folguera, Sergi Moreno y Stefan Schmitz. Int.: Jordi Pujol Dolcet, Anna Otin, Xènia Roset, Albert Bosch, Ainet Jounou, Josep Abad, Montse Oró, Carles Cabós, Berta Pipó, Isaac Rovira.

‘Alcarràs’ (2022) ganó el Oso de Oro en la Berlinale. (NAIZ)

La despoblación del medio rural es una debate permanente, pero de muy baja intensidad. Ni las campañas oficiales, ni el turismo estacional, ni las promesas de ayudas europeas al campo, no hay nada que consiga desatascar la situación crítica de la agricultura. Y lo triste es que tenga que ser una película premiada internacionalmente la llamada a influir sobre el problema, ya que de otra forma todo seguiría exactamente igual de parado. Al menos sirve de toque de atención, porque desde que ‘Alcarràs’ (2022) ganó el Oso de Oro en la Berlinale los medios se están haciendo eco del modo de vida en los pueblos pequeños alejados de los núcleos urbanos, así como de sus dificultades para la subsistencia.

El fenómeno ‘Alcarràs’ no surge de la nada, porque Carla Simón ya había demostrado su gran potencial cinematográfico con su anterior primer largometraje, ‘Estiu 1993’ (2017), también premiada en Berlín como Mejor Ópera Prima, que coincidía con uno de los tres Goyas obtenidos, el de Mejor Dirección Novel, junto con la Biznaga de Oro a la Mejor Película en el Festival de Málaga.

Entonces podía parecer un reconocimiento excesivo, pero en vista de la perfección alcanzada en su siguiente realización no cabe otra cosa que rendirse ante el talento de la Simón, que es capaz de hacer un cine muy elaborado, estilísticamente hablando, con elementos realistas y documentales que se sustentan en la dirección de repartos no profesionales, por parte de gentes que se interpretan a sí mismas.

Merece la pena insistir en el hecho de que la cineasta pertenezca a una familia que ha vivido del melocotón, porque sabe de lo que habla al retratar la esencia de la ‘pagesia’ de Lleida. La familia Solé y su pacto en la Guerra del 36 con el clan Pinyol retratan la tradición del agro catalán, a la hora de mostrar una dedicación artesanal de generaciones en vías de extinción, ochenta años después.