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Entrevue
Edgar Ocampo Téllez
Consultor y analista en materia energética

«Sin petróleo, hoy día solo podemos caminar desnudos por la playa»

Primero fue la salida de la pandemia, y ahora la guerra de Ucrania. Las dificultades de abastecimiento y el alto precio de los recursos energéticos están a la orden del día. Ocampo Téllez repasa los factores coyunturales, pero advierte: esto es estructural.

Edgar Ocampo Téllez, en una imagen de archivo (UNAM)

El mexicano Edgar Ocampo Téllez dio sus primeros pasos en el campo de la energía a finales de los 90, ligado a la petrolera estatal Pemex. El tema lo atrapó tanto que lleva más de dos décadas dedicado a ello, como consultor independiente. No pone paños calientes a la situación, habla de colapso sin pelos en la lengua y repasa críticamente el desarrollo de las renovables.

Vivimos en una sociedad que no podemos imaginar sin hidrocarburos. Los necesitamos hasta para comer. ¿Podemos prescindir de ellos?

Tras la Segunda Guerra Mundial, la sociedad le confió todo al petróleo. No hay nada, absolutamente nada, que no se haga, en alguno de sus procesos, con petróleo. Lo único que podemos hacer en esta sociedad sin utilizarlo es caminar desnudos por la playa o por el bosque. Hasta para comer lo usamos, y esta es la parte que me preocupa más. El sistema agroalimentario es una máquina que toma calorías del petróleo y del gas y las transforma en calorías alimenticias; es un sistema que colapsa sin hidrocarburos.

Como si no fuera suficiente con la crisis climática, nos llega la energética.

Desde mi perspectiva, el tema de la energía está por encima del tema climático. Va a detener la sociedad, es lo que va a provocar que no causemos tantas emisiones de gases invernadero, que no dañemos el planeta.

¿Qué ha pasado para llegar a esta crisis?

Quien no perdió el trabajo en los últimos dos años, tiene recursos para gastar, y como salimos de la pandemia con singular alegría, el consumo se ha disparado, la demanda de energéticos está siendo bestial. Al otro lado, el sistema global de servicios energéticos se durmió con la pandemia. Se dejó de invertir, está totalmente acalambrado. Digamos que la humanidad dice ‘ya me voy de viaje, échele gasolina, vámonos’; y el sistema responde: ‘pues espérense, porque hay una fila de 100 vehículos, y además estoy sirviendo 10 litros por carro’.

«El sistema se durmió. Para sacar 100 millones de barriles al día hay que invertir al año 700.000 millones de dólares. En los últimos años se han invertido 500.000, y en la pandemia fueron 200.000»

¿Por qué dice que el sistema se durmió?

El problema de los hidrocarburos es que es una industria intensiva en recursos financieros. Se venía a un ritmo de 700.000 millones de dólares anuales de inversión para poder sacar 100 millones de barriles al día, que es el consumo mundial en la actualidad. En 2014, el fracking estadounidense empieza a tener una producción fenomenal, y como ese tipo de explotación no se puede detener ni regular, ese petróleo inundó los mercados internacionales y el precio se desplomó. El barril estaba por los 100 dólares y cayó hasta los 20-30.

Arabia Saudí contraatacó manteniendo el precio del petróleo muy bajo, apostaron a quebrar financieramente el fracking. En realidad no era necesario hacerlo, porque el fracking no da dinero, es una maquina de quemar billetes y que ahora ha creado una burbuja a punto de estallar.

El caso es que el bajo precio del petróleo ocasionó una bajada de inversiones global. En los últimos años, el ritmo de inversión había bajado a 500.000 millones de dólares, y con la pandemia, la inversión ha bajado hasta los 200.000 millones, cuando el nivel de inversión requerido para poner esos 100 millones de barriles diarios encima de la mesa está entre los 700.000 y los 800.000 millones anuales.

La guerra de Ucrania no ayuda.

Desde mi perspectiva, Putin está jugando la carta geopolítica del gas natural, para ver hasta dónde puede llegar con los europeos. Es una guerra un poco ridícula, porque todo el mundo quiere ponerle una tonelada de sanciones a Rusia, pero le siguen comprando energéticos de manera desesperada. Y eso que el gas vale oro en este momento. Generar electricidad con gas es quemar millones y millones de euros a lo bestia.

«A veces parece que el problema es el sector eléctrico, no entendemos que el problema es general, que es el alto consumo de combustibles el que nos lleva al abismo»

Ahora que la electricidad está tan cara, la carpeta nuclear se ha puesto de nuevo encima de la mesa. ¿Es una alternativa?

El futuro iban a ser los reactores EPR de Flammanville y Finlandia. Arrancaron la construcción en 2007 y el francés no genera todavía un solo MW. Más de 15 años para acabar un reactor, y con unos sobrecostes monumentales. En el campo de la nuclear podría llegar algo en los años 2030-2032, pero ya es demasiado tarde, el problema energético ha empezado ya y lo vamos a sentir más violentamente a final de año y en los próximos años. La nuclear no va a llegar a tiempo, y además, solo ofrece electricidad.

A veces parece que el sector eléctrico es el que nos está causando todos los problemas ahora, pero no estamos entendiendo que el problema es general, que es el alto consumo de combustibles el que nos está llevando al abismo.

¿Veremos un incremento de la lucha por unos recursos cada vez más limitados?

Ya ha ocurrido, la empresa petrolera italiana ENI dejó sin gas natural a Pakistán, pese a tener contratos firmados a largo plazo. Los barcos que iban hacia allí dieron un giro de 180º y regresaron a Europa, porque pese a las penalidades, el europeo les era un mercado mucho más rentable. Estamos en los últimos estertores de una sociedad moderna necia y adicta a los combustibles fósiles.

La época de los hidrocarburos baratos y abundantes se acabó.

Para que te hagas una idea, los pozos del siglo pasado producían durante 10, 15 y hasta 30 años. En México tuvimos un pozo, el Cerro Azul 4, que fue perforado en 1916, llegó a generar 260.000 barriles diarios y no se cerró hasta hace unos siete años. Produjo de media entre 30.000 y 40.000 barriles diarios. Por contra, los pozos del fracking se mueren al año y medio o dos años. Empiezan produciendo 900 barriles al día y al año ya están produciendo 100.

El petróleo que queda requiere inversiones tres o cuatro veces mayores que las de hace unas décadas, y soluciones tecnológicas como las aguas profundas o el mismo fracking son un fiasco. Tras inversiones millonarias cubren poco más del 20% de la demanda global.

El problema es sistémico, no coyuntural. Los costes de extracción siguen y seguirán incrementándose, pero llevamos ocho años de descenso de las inversiones. Las consecuencias ya están aquí, y van a ir empeorando, lo están avisando varias agencias de energía importantes, incluida la estúpida Agencia Internacional de la Energía.

¿Por qué califica de estúpida a la AIE?

Son unos brutos. Jamás advirtieron con suficiente antelación de este problema, han estado negando el fenómeno del peak oil durante años y años, cuando venimos avisando desde los años 2000-2003. Vamos a un caos energético que va a seguir la senda de lo ocurrido con Pakistán, y es de prever que empiecen los conflictos sociales, porque a la gente no se le ha informado de que va a haber una escasez, se le ha prometido crecimiento y se le han hecho promesas que no se van a poder cumplir.

¿Algo se podrá hacer?

Nosotros teníamos un indicador: cuando los financieros y los economistas empezaran a poner el tema en los medios, es que ya estaba aquí, ya era demasiado tarde para hacer algo. Y en ese momento estamos. Vamos a colapsar.

«Tenemos una sociedad demasiado elevada, necesita ser desmantelada poco a poco»

Insisto, por muy tarde que sea, ¿algo se podrá hacer?

Cuando me lo preguntan, yo contesto: ¿Estás dispuesto a tomarte la amarga medicina que se requiere? La solución pasa por cultivar nuestros propios alimentos de forma agroecológica y practicar la permacultura. Ese sería el objetivo final, pero tenemos una sociedad demasiado elevada, demasiado tecnológica, y necesita ser desmantelada de forma cuidadosa.

Hay que empezar, por ejemplo, por desmantelar la industria automovilística, sacar a todos sus empleados, que son unos cuatro millones en todo el planeta, e introducirlos en nuevos sistemas laborales. Y eso también habría que hacerlo poco a poco, deberíamos pasar antes a automóviles más pequeños, de dos personas, y prohibir los grandes recorridos y los vehículos de gran consumo; solo con eso se reduciría la demanda en unos 15 millones de barriles diarios. También habría que empezar a reducir los recorridos de las personas a sus lugares de trabajo, y comenzar a implementar sistemas de producción agroecológica en las áreas periféricas de las ciudades.

«Estamos metidos en una locura de montar turbinas eólicas y paneles solares, y no va a funcionar»

Es muy crítico con el modelo seguido con las renovables.

Desde finales de los 90 nos han querido hacer creer que las renovables son la solución. Estamos metidos en una locura de montar turbinas eólicas y solares, y no va a funcionar.

¿Por qué?

El problema de las renovables es que requiere instalar demasiada potencia, mucha más de la que se demanda. Alemania es el ejemplo. Consume 60.000 MW en tiempo real. Tienen un parque de 220.000 MW, casi cuadruplican la demanda, y más de la mitad es renovable. Cuando toda la renovable está funcionando, puede producir el doble de lo que necesitan, es una aberración y genera varios problemas. Para financiar la introducción de renovables, el Gobierno firmó contratos de compra obligatoria, es decir, está obligada a comprar la renovable se use o no se use. Y cuando tiene sobrantes, pasa la pelota a Polonia o Austria.

Y como en esos casos, las centrales convencionales de gas, de carbón y de energía nuclear deben parar para no producir más, se les paga para no funcionar, porque de lo contrario serían inviables, y son necesarias porque las renovables no siempre producen lo necesario. Una central de gas debe funcionar 18-20 horas al día para ser rentable, en la actualidad están funcionando 8-10 horas. Sin ayudas, quebrarían.

Todo esto ha hecho que la electricidad más cara del mundo esté en Alemania, un país con más de 120.000 MW de renovables. Y cuando el gas está por las nubes, la alternativa sigue siendo el carbón. Es una aberración, diseñaron el sistema con los pies.