«En un conflicto así, además de la movilización, es muy importante el tema jurídico»
La plantilla de Novaltia lleva ya más de 1.000 días de huelga para reclamar un convenio propio que garantice subidas salariales y condiciones dignas. Denuncian que la dirección sigue negándose a negociar y vulnerando el derecho a huelga, como ya han corroborado varias sentencias judiciales.
Con más de 1.000 días de huelga a sus espaldas, los y las trabajadoras de Novaltia ya tienen el triste récord de protagonizar la huelga más larga de Europa. Reclaman un nuevo convenio propio que aumente los salarios y ponga fin a las condiciones de trabajo precarias y denuncian que la dirección de la empresa dedicada a la distribución de productos farmacéuticos no tiene voluntad para negociar. Ibai Carranza, miembro del comité de empresa por parte de ELA, ha contado a NAIZ los entresijos de este conflicto laboral.
La huelga comenzó en julio de 2019. ¿Cuáles fueron las razones?
Hay varias razones. Los trabajadores ya acumulábamos desde años atrás una pérdida del poder adquisitivo importante. Además, en el convenio anterior estaba estipulado que los trabajadores nuevos no percibirían un complemento salarial que los demás trabajadores sí perciben, y esto creó una doble escala salarial. Otro factor es que en 2015 la empresa externalizó una de las funciones principales del almacén.
En febrero de 2019 estábamos negociando un nuevo convenio. No había avances y la cosa se enquistó un poco, y fue en ese momento cuando la empresa decidió quitar el convenio propio, que llevábamos teniendo muchísimos años, y comenzó a aplicar el estatal. En julio de 2019 comenzamos la huelga. Y en estos años se han ido sumando más problemas: ahora la empresa dice que sobra gente y que hay que hacer ajustes.
¿Porqué se está alargando tanto? ¿Cuál es la posición de la dirección?
Poco antes de que comenzara la huelga, la dirección lanzó una propuesta diciendo que con ella «echaban toda la carne en el asador», pero para nosotros era totalmente insuficiente ya que, entre otras cosas, incluía un plus de productividad que no era una subida salarial fija y se basaba en unas garantías y condiciones que ponían ellos. A la plantilla esto nos pareció totalmente insuficiente, pero la dirección está constantemente manteniendo esta postura.
Consideramos que la empresa está aguantando porque está vulnerando el derecho a la huelga constantemente con un montón de movimientos ilegales como la sustitución interna, encargados que hacen labores que no deberían, deslocalizando la mercancía... Nuestra tarea es estar pendiente y denunciar todo esto tanto en la Inspección de Trabajo como en los juzgados.
Han resaltado que, mientras los trabajadores están en huelga, Novaltia ha obtenido un beneficio de 3,2 millones de euros en los últimos tres años.
Así es. Novaltia pertenece al sector farmacéutico, y a nadie se le escapa que funciona bien, más ahora con los años de pandemia. En otros conflictos laborales, la empresa va mal económicamente y, en base a ello, plantea ajustes. En Novaltia no es ese el caso; aquí a los trabajadores se nos han ido acumulando los problemas y decidimos hacer una huelga con unas propuestas concretas que la dirección no acepta.
¿Cómo viven los trabajadores una huelga tan larga? ¿Cómo es posible aguantar?
Por un lado, muchos, como es mi caso, aguantamos la huelga gracias a la caja de resistencia del sindicato ELA. Pero aparte de ello, creo que se ha generado un buen ambiente entre los huelguistas que nos hace aguantar. En 1.000 días pasan un montón de cosas, es una montaña rusa, y la huelga se podría haber caído de muchas maneras si no nos preocupamos por mantener ese ambiente.
Han denunciado en numerosas ocasiones que la dirección ha vulnerado el derecho a la huelga. Y la Justicia les ha dado la razón varías veces, la última hace unos días. ¿Cómo valoran esta postura de la dirección?
Al principio del conflicto interpusimos varias denuncias, pero los jueces no nos daban la razón en nada y nos echaron atrás muchas demandas alegando que esas cuestiones ya habían sido juzgadas anteriormente. Sin embargo, en los últimos meses las cosas han cambiado mucho. Ya son tres o cuatro condenas impuestas a la empresa por vulneración del derecho a la huelga (como sustituciones a huelguistas cogiendo gente de ETT) o discriminación.
Nosotros seguiremos denunciando estas vulneraciones porque en un conflicto como este, además de las movilizaciones, es muy importante el tema jurídico.
También se han mostrado muy críticos con la Inspección de Trabajo, a la que acusan de tener una actitud cómplice con la dirección de la empresa.
Sí, esto nos ha generado mucha impotencia. Durante la huelga hemos visto actuaciones que no son normales y las hemos denunciado ante Inspección de Trabajo para que actúe. Sin embargo, la experiencia con esta institución ha sido mala: en las dos primeras denuncias tardó ocho meses en hacer el informe, que además tuvo un resultado muy ambiguo, sin mojarse y delegando responsabilidades.
La última denuncia interpuesta el año pasado fue el colmo. Llevábamos varios meses instando a la inspectora a visitar la empresa y no nos hacía caso. Y, cuando salió el informe final, nos enteramos que ya había hecho la visita, casualidad, cuando estaba la dirección de Zaragoza, y no encontró nada extraño. Las resoluciones judiciales, sin embargo, han dicho lo contrario.
Tras más de 1.000 días de huelga, ¿qué pasos darán ahora?
Desde hace tiempo vamos poco a poco, semana a semana pensando en qué concentraciones hacer y atentos a los movimientos de la dirección. Intentamos hacer entender a la empresa que le sale más rentable negociar que estar a palos con vulneraciones y teniendo que pagar indemnizaciones a los trabajadores.
Nosotros estamos siempre abiertos a negociar. Desde que empezó la huelga, ya hemos bajado nuestras pretensiones bastante. Sin embargo, la posición de la empresa cada vez se aleja más.