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Entrevue
Grego Navarro
Directora del Teatro Gayarre

«Lo maravilloso del teatro es que cada lugar tiene su esencia»

Natural de Lodosa, Grego Navarro (1961) dirige el Teatro Gayarre desde hace una década. Es licenciada en Estudios Europeos por la Universidad de North London y Máster en Gestión Cultual por la Universidad de Warwick.

Grego Navarro, directora gerente del Teatro Gayarre. (Iñigo URIZ | FOKU)

El 90 aniversario del Gayarre coincide con los diez años de Grego Navarro al frente de la dirección del teatro. Antes residió en Argentina, Alemania o Gran Bretaña, donde labró una carrera profesional que engloba distintas áreas del teatro. Recibe a GARA en la sala de juntas de un teatro que ha sido espectador de la transformación urbana y social que ha experimentado Iruñea.

¿Qué supone el teatro Gayarre para la ciudad de Iruñea?
Es un lugar donde han convivido el cine y el teatro. En 1999, se forma como fundación municipal, vuelve a manos del Ayuntamiento y se deja hacer cine. Este lugar es para todas las personas de Iruñea que les gusta el teatro, la música, la danza o la lírica. Saben que siempre hay algo que les puede interesar.

Como eje central de la celebración, la puesta en escena de ‘Crónica de un aniversario’ de la mano de Víctor Iriarte.
Es la persona que más sabe sobre el Gayarre en el mundo. Le invitamos a hacer esta crónica y lo que hizo es, a través de unos pequeños minutos musicales, un recorrido por cada década. Se le pidió que no durase más de cincuenta minutos y fue maravilloso, pero se quedaron en el tintero tantas personas, momentos, anécdotas...

Cuénteme alguna.
La contó él, pero me parece curiosa. Repito que le dijimos que tenía cincuenta minutos, ya sabes, en estos tiempos no estamos para actos muy prolongados. Sin embargo, en 1932, la inauguración duró cuatro horas y comenzó a las 22.30. Es una dimensión completamente distinta.

¿Es cierto que a Victor Hugo no le gustó el anterior teatro?
Así es. Vio la fachada y le pareció algo horrible. Entonces, aquí se enfadaron un poco y dijeron que la fachada se iba a mantener, y eso es lo que se hizo con el traslado. Se conservó la fachada, el resto se volvió a construir.

Un artista que le haya marcado y que haya pasado por aquí.
Francis Bartolozzi o Pedro Lozano, que el otro día intervino en el acto. Pero me gustaría mucho destacar a Pedro Salaberri, que ha trabajado mucho en las escenografías que se han hecho en aquí en los últimos 25 años. Además, fue el precursor de que aquí hubiese exposiciones de artistas.

¿Cómo llegó usted a esta casa?
Yo vengo del TEN (Teatro Estable de Navarra). Trabajé, en los 80, en siete ediciones de festivales de Navarra, en la producción. Llegué a Madrid con una beca del Gobierno navarro para hacer producción en el Centro Nacional de Nuevas Tendencias Escénicas. Trabajé en giras, estuve con La Fura dels Baus como productora y después fui a Inglaterra a estudiar stage management. Desde allí trabajé para el Ministerio de Cultura, luego volví a la Fura, de ahí a Madrid, a la Red española de Teatros como coordinadora. También trabajé  en la Fundación Autor como directora de artes escénicas y cine, y luego en el Teatro Español. Ahí fue cuando me contactaron para venir al Gayarre, al teatro de mi ciudad.

Su ciudad, pero una ciudad pequeña en comparación.
Iruñea tiene un teatro muy importante, posicionado en el mapa. Es un lugar de referencia a nivel estatal. No pude decir que no porque luego pondrán a otro y dirás: «¡Mira lo que está haciendo!».  ¡Pues ponte tú a ello!

Y se puso. Y ya diez años.
¡Diez años! Y vine para un ratito, para una legislatura... Pero, en la ruta que te he contado en un minuto, todo lo que veía por el mundo me lo guardaba y decía: «Esto para Pamplona». Con todas las becas que he recibido sentía que tenía que volver y devolver. He tenido ese maecanismo de compromiso.

¿Lo suyo con el teatro fue un flechazo o se fraguó lentamente?
Las dos cosas. El teatro es una herramienta valiosa para contar, conocer, aprender, escuchar... desde cría me ha gustado. Mi generación ha visto ‘Estudio 1’, y nos quedábamos embobadas con Las brujas de Salem o Don Juan Tenorio. Pero la parte del teatro que me fascina es ese poder mirar para entender. El teatro es eso.

¿Y actuar?
Muy pronto vi que no era buena actriz y que el mundo de la actuación era muy competitivo. Me descubrí en la producción, porque hay que preparar muchas cosas para que los que actúan puedan brillar. Me considero, en esencia, productora y tengo integrado el no reconocimiento. Cuando tienes todo listo, parece que tenía que ser así. Cuando hay un error, la culpa es de producción y hay que asumirlo. Lo bonito es que te puedes anticipar.

¿Qué balance hace de estos diez años bajo su dirección?
Un balance positivo, de aprendizaje. Me gustaría poner en valor el trabajo de creadores, artistas y técnicos locales. Decías lo de ciudad pequeña, pero yo, tras muchos años en Londres, donde viví el teatro intensamente, tengo que decirte que lo maravilloso del teatro es que cada lugar tiene su esencia y en cada lugar suceden las cosas a su manera más particular y personal. Iruñea tiene una actividad cultural impresionante y nada que envidiar.

¿Lo más difícil ha sido gestionar la pandemia?
Complicadísimo. Pero, con el paso de los días, nos reafirmamos en la labor que cumplía la cultura en pandemia. Dimos la opción de elegir entre la devolución de las entradas, donar el importe o esperar a la próxima fecha. El 97% respondió que se la quedaba. Esa entrada era un pasaporte a la esperanza, al futuro. Comprobamos la fidelidad con la cultura, con las artes, con el teatro.

Como decía, hasta 1999 el Gayarre estuvo gestionado por una empresa privada. Usted participó en las protestas para que el teatro pasara a manos municipales.
[Enseña una fotografía] Aquí no salgo, pero estuve en una movilizaciones que fueron lideradas por Ignacio Aranaz y más personas de aquí de Pamplona. Yo estaba en el TEN, y nos maquillábamos, poníamos globos para protestar… Quería que el teatro volviera a la ciudad.

Y volvió. ¿Qué valor le da a eso?
Había teatro pero de una manera privada y, sobre todo, no continuada. Lo que sucede con la reversión es que se consigue que la ciudad tenga una programación estable de teatro y artes escénicas y que estas pasaran a ser parte de la vida cultural de la ciudad.

¿Cómo se relaciona el Gayarre con el Baluarte, con la Escuela Navarra de Teatro?
Tenemos muy buena relación porque somos compañeros y convivimos en el mismo contexto. En estos diez años sí que he visto cómo hemos ido modificando el mapa de la oferta cultural. Cuando llegué, el Baluarte también hacia teatro y nos hemos respetado las fechas y calendarios. La Escuela Navarra de Teatro tiene una programación propia muy interesante de un formato medio-pequeñeo mucho más acogedor, y el formato marca mucho la programación. Tiene un público propio y tiene un interés especial, una mirada más arriesgada porque ese formato te permite jugar muchísimo con las dramaturgias. También respetamos mucho el entorno de Iruñea con respecto a la comarca, a las casas de cultura cercanas. Programan con mayor intensidad y procuramos no competir, no eclipsarles.
 
¿Y con el euskara?
Muy bien. De hecho, hemos incorporado los sobretítulos y nos lo agradecen. A la gente le encanta venir con su pareja o su ámbito, hablen o no euskara. Buscamos propuestas que tengan un formato grande, que no lo puedas ver en cualquier lugar y, por ejemplo, mucha gente vino a ver Ama Kuraia, con sobretítulos. Nos interesa mucho y nos encanta el euskara. Tenemos un público minoritario y buscamos propuestas que encajen bien aquí.

Cuénteme en qué consiste la cápsula del tiempo.
Este aniversario es la antesala del centenario, y surgió la idea de depositar algo en una cápsula, algo que para ti sea significativo del tiempo que vivimos. Puede ser un objeto, un mensaje, algo que te haga pensar en dónde estarás dentro de diez años, que es cuando se destapará.   

¿Y qué va a introducir?
Probablemente, el informe que realizamos sobre la pandemia. Igual dentro de diez años queremos olvidarla por completo, pero también hemos aprendido mucho de esta experiencia dolorosa.

¿La destapará usted?
No creo, porque yo ya estaré fuera de aquí y seré muy mayor, pero estaré muy atenta [ríe].