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Entrevue
Michela Ranieri
Especialista en Política Exterior y Acción Humanitaria de Save the Children

«Si no se actúa urgentemente puede haber una catástrofe humanitaria»

La semana pasada, Intermon Oxfam y Save the Children alertaron de la crisis que se vive en África Oriental; Michela Ranieri, especialista en Política Exterior y Acción Humanitaria de esta última organización, aporta algunos datos de una situación alarmante y que exige una respuesta urgente.

Michela Ranieri (Save the Children)

La situación en el Cuerno de África es extrema; una sequía sin precedentes en muchos años y el impacto de la pandemia han llevado al límite a millones de personas, y las perspectivas, marcadas también por las consecuencias de la guerra en Ucrania, son aterradoras. Los organismos que trabajan sobre el terreno instan a actuar ya, pero el grueso de la comunidad internacional, tan generosa con los fondos en otros contextos, apenas reacciona, y hasta la fecha solo se ha cubierto el 2% (93,1 millones de dólares) de los 4.400 millones del llamamiento de las Naciones Unidas para Etiopía, Kenia y Somalia. Michela Ranieri, especialista en Política Exterior y Acción Humanitaria de Save the Children, advierte de que las próximas semanas van a ser decisivas.

Han alertado sobre la grave crisis que se vive en el África Oriental. ¿Cuál es la situación en este momento?

En lo que llamamos el Cuerno de África, los tres países que hemos analizado son Etiopía, Kenia y Somalia, y sobre lo que estamos alertando es de que hay una situación que podría desembocar en una emergencia humanitaria enorme, en una crisis alimentaria sin precedentes. Esos tres países sufren una sequía que es la peor en los últimos cuarenta años, que hace que no haya cosechas y que incluso los animales estén empezando a morir. El ganado está empezando a diezmarse, y todo esto provoca que, ahora mismo, haya unas 23 millones de personas que están en una situación de hambre extrema. Esa cifra se ha más que duplicado respecto al año pasado, cuando había unas diez millones de personas en ese mismo estado. También estamos viendo que hay casi seis millones de niños en situación de malnutrición aguda y que hay riesgo de que 350.000 niños puedan morir si no se actúa de manera urgente y efectiva ante esta situación.

 

«23 millones de personas sufren una situación de hambre extrema, seis millones de niños están con malnutrición aguda, y 350.000 en riesgo de morir» 

 

¿Podría ocurrir una catástrofe parecida a la que se vivió en 2011 en esa misma zona?

Exactamente, nuestros temores son que se pueda producir una situación análoga a la hambruna de hace más de diez años, en la que solo en Somalia murieron más de 250.000 personas por la falta de actuación temprana. No se llegó a tiempo para salvar esas vidas, y se calcula que la mitad de las muertes fueron de niños menores de cinco años. Ahora todavía no estamos en una situación de hambruna, pero sí que hay peligro de que pueda desembocar en una situación de este tipo.

¿Las próximas semanas, con la llegada del verano, van a ser el momento crítico?

Sí, el periodo del hambre es en verano, por eso la actuación tiene que ser urgente, inmediata, porque si no la situación puede desembocar en una catástrofe humanitaria.

Los niños y niñas son los más vulnerables, y quienes más urgentemente necesitan ayuda en estas crisis, ¿no?

Sí, sobre todo los menores de cinco años son los que más sufren esta malnutrición, que puede ser aguda, que puede llegar a ser una malnutrición severa y que puede llevar a la muerte del niño o la niña. La falta de alimento, la falta de nutrientes, también tiene otros impactos en la salud de los niños y niñas; por un lado, porque obviamente son más vulnerables a cualquier tipo de enfermedad, su sistema es más débil y pueden perecer por otras enfermedades, pero también es importante tener en cuenta el impacto que esta situación tiene en su desarrollo cognitivo. Niños y niñas que no han tenido una alimentación adecuada, con los correctos nutrientes, a una edad temprana, arrastrarán las consecuencias en su desarrollo cognitivo el resto de su vida.

Ha citado la grave sequía que se vive en esa región, y a ello se le suma ahora el impacto de la guerra en Ucrania. ¿Se puede hablar de una tormenta perfecta que ha provocado esta situación extrema?

Claro… Bueno, está por un lado la sequía, pero también han estado presentes, y todavía están, las consecuencias de la pandemia, que ha tenido unos efectos sobre los medios de vida de las poblaciones muy grandes. Y justo hora la guerra de Ucrania, cuyo efecto estamos sufriendo también nosotros aquí, y que en estos países está teniendo un impacto tremendo.

Por un lado, a nivel de disponibilidad de alimentos, porque se trata de países que, por ejemplo, importan el 90% del trigo de Rusia y de Ucrania, y estas importaciones han tenido que parar. Además, los precios han aumentado, en algunos cereales incluso se han duplicado, y por ejemplo, en el caso del aceite de girasol ha llegado a triplicarse. Y en estas regiones hay muchos alimentos que se basan en el uso del aceite de girasol. Los precios también se han encarecido a causa del mayor precio de los carburantes, porque el transporte también es más caro y eso ha influido en el precio de los alimentos. Y junto a ello tenemos los fertilizantes; Rusia es el mayor exportador  de fertilizantes, y obviamente el aumento de los precios de los fertilizantes tiene un impacto directo en la agricultura, sobre todo entre los pequeños agricultores, donde ese mayor coste también tiene un peso mayor en el porcentaje de los ingresos.

Es toda esa suma de factores el que hace que la situación sea de una gravedad que no habíamos visto en muchos años.

 

«El impacto de la guerra en Ucrania es tremendo; estos países, por ejemplo, importan el 90% del trigo de Ucrania y Rusia»



En todo caso, más allá de estas circunstancias excepcionales, este tipo de crisis son recurrentes en esta zona del planeta, el problema allí es estructural. ¿Qué se necesita para hacerle frente?

Son crisis que son recurrentes, sí, y que se pueden prever. Y se también pueden prevenir en la respuesta. De hecho, llevamos alertando dos años de que esta situación se iba a producir, de que se habían registrado de forma seguida diferentes periodos de sequía y que podría desembocar en esta situación. Y lo que no se ha hecho ha sido adoptar medidas para actuar de forma preventiva, como puede ser una inversión mayor en agricultura para apoyar a los pequeños agricultores y para que la agricultura no se vea tan afectada o al menos para que se puedan amortizar un poco los efectos de esta sequía. También podrían adoptarse medidas de protección social en estos tres países, invertir para que se pueda proporcionar un apoyo sustancial y concreto a las familias, incluso antes de que estas situaciones lleguen a descontrolarse.

Además hay una suma de otros elementos. Por ejemplo, algo que también mencionamos en el informe es la deuda; estos países tienen unos niveles de deuda altísimos, que incluso se han triplicado en los últimos años –ha pasado de 20.700 millones de dólares en 2012 a 65.300 millones en 2020–, y eso impide que puedan invertir donde hace falta para poder paliar esta situación y apoyar a las familias que lo necesitan. En este sentido, una de nuestras peticiones es que se condone la deuda de estos países en el periodo 2021-2022, para que puedan destinar esos fondos a apoyar a sus poblaciones. Es una suma de factores, y sobre todo, es importante proceder de forma anticipada, no esperar a que la crisis llegue a su máximo, sino actuar con antelación.

Y, por otra parte, estamos enfrentándonos a lo que es la elección de los países, que priorizan dar respuesta a otras situaciones; la pandemia ha tenido peso a la hora de decidir dónde destinar fondos, ahora está Ucrania… Y es que otro impacto que tiene la guerra es que algunos donantes han destinado a responder a la situación en Ucrania fondos que iban a ser destinados a dar respuesta a este tipo de crisis. Esto también está pasando en África Occidental, ahí estamos viendo igualmente una situación de crisis alimentaria, la mayor de las últimas décadas, y hay países que han dicho que iban a retirar fondos para la respuesta humanitaria en esta zona del Sahel y destinarlos a la acogida de refugiados procedentes de Ucrania en sus propias fronteras. Es una suma de todas estas cosas lo que hace que la situación esté en este punto tan crítico.

¿A la gente que trabaja en el terreno, que está en África, le genera frustración que haya fondos para otras cosas y no los haya para atajar una crisis que amenaza la vida de decenas miles de personas?

Desde luego, es algo que genera frustración y preocupación. Y lo que venimos diciendo es que no es que no se responda a esta crisis por una falta de fondos, sino por una falta de voluntad política. Cuando se quiere se movilizan fondos, se movilizan muchos millones para determinadas situaciones, como hemos visto en la respuesta que se le ha dado al conflicto de Ucrania, que ha sido sin precedentes. Lo que genera mucha frustración es que no hay voluntad política. Por eso, para nosotros también es fundamental poder visibilizar esta crisis en los medios y a través de la incidencia política, para que no se olvide que siguen existiendo estas situaciones tan críticas y que necesitan una respuesta.

 

«No es que no se responda a esta crisis por falta de fondos, sino por falta de voluntad política. Cuando se quiere sí se movilizan fondos»



En el informe se cita la situación de Etiopía, Kenia y Somalia, ha mencionado también el Sahel; ¿en términos generales, la inseguridad alimentaria ha aumentado en todo el mundo en los últimos años?

Sí, absolutamente, estamos ante una situación de crisis alimentaria global. Tenemos a niños y niñas que sufren hambre extrema en Afganistán, o en Yemen, y en este caso es algo que ocurre desde hace tiempo, hay un hambre derivado de la situación de conflicto, de bloqueo, que es extrema y de la que no se habla o se habla muy poco. En Siria también se ha agravado la situación a causa de la guerra en Ucrania y porque todos estos países dependen mucho de la importación de cereales de Ucrania y de Rusia. De modo que sí, asistimos a una situación generalizada de hambre a la que hay que prestar atención y dar respuesta.

¿Cuáles son las medidas más urgentes, las que habría que adoptar lo antes posible?

Lo más urgente es destinar fondos. Sobre todo los países miembros del G7. Que destinen fondos para hacer frente a esta crisis y que no se detraigan cantidades para dedicarlas a otras cosas. Que, por ejemplo, los fondos que se destinen a Ucrania sean fondos adicionales, que no se retiren de un lugar para dedicarlo a otro sitio.

Y tener claro que es necesario seguir prestando atención a estas crisis a pesar de que haya otras situaciones emergentes que también requieren muchísima atención.