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Todos los caminos llevan a Bilbo en una Aste Nagusia multitudinaria

«Todos los caminos de la Tierra llevan a Roma; los del cielo, a Bilbo», ha cantado este domingo el bertsolari Amets Arzallus en la plaza de Santiago. A la vista de la asistencia multitudinaria registrada en los actos del primer día de Aste Nagusia, la fiesta rozará el cielo este 2022.


Antes del inicio de Aste Nagusia, el Ayuntamiento ya preveía que esta probablemente pueda ser una de ediciones más exitosas. Itziar Urtasun, concejala de Fiestas, daba hasta una cifra: durante Aste Nagusia se espera la llegada a Bilbo de cerca del millón de personas, superando así los datos de 2019.

Y, a la vista de lo vivido hasta el momento, parece que no andan tan desencaminados. Un dato, totalmente ‘casero’ y nada científico: el fuerte olor a orines y demás que reina en el Casco Viejo a primera hora de la mañana del domingo, signo de que la ‘batalla’ nocturna tras el txupin ha sido encarnizada. Las calles, por contra, están limpias, impolutas, pero ‘ese aroma’ no desaparece hasta que lo sustituye otro olor, el del día, el de la gente, las familias, sobre todo, que pasean, potean, deambulan o van de un acto festivo a otro.

Porque esto es un parar. Hay mucha gente y mucha camiseta del Athletic, mareas moteadas por el azul Bilbao de los pañuelos pero, sobre todo, se aprecia una tendencia mayoritaria hacia el color rojiblanco, maximizado todo ello porque este domingo hay partido.

De Zabalbide al Arenal

Cuesta de Zabalbide, ese descenso vertiginoso desde Santutxu convertido en fiestas en un circuito de goitiberas. Ojo, no son las goitiberas de construcción artesana de aquellos inicios de las comparsas; esto ha dejado ser una actividad meramente festiva y se ha convertido casi en una actividad profesional. Llevan hasta cámaras para grabarse y algunos vehículos simulan vehículos de rally. Otros bajan en patines, otros en bicicleta... mejor ni mirar.

«Ohhhhhhhh» se escucha, a modo de suspiro entre el público, cuando desciende alguno a velocidad y, no se sabe cómo, frena en pocos segundos. Si hasta tienen su propio campeonato y su federación, Euskal Herriko Inertzia Kirolen Federazioa. La de Aste Nagusia es una prueba puntuable para el campeonato vasco, por cierto.

«¿Zabalbide? Eso no es cuesta ni nada, antes sí que era espectacular, cuando bajaban a toda velocidad hasta el Ayuntamiento», rompe el encanto Miren, una jubilada que viene de Sopelana a pasar el día. Hemos recalado las dos a descansar (esto cansa mucho) en una Plaza Nueva todavía practicable. «¿Aquí hay algo ahora?», pregunta. «No, ahora todo está en el Arenal y el Casco Viejo», le contesto. Sale pitando.

Ser una fiestera diurna o disfrutar de las fiestas con críos exige mucha resistencia. Pongamos un caso: hasta la hora del vermut exige seguir a los gigantes y cabezudos, incluído al famoso Pitxitxi –están expuestos en el Museo Vasco, por cierto, hasta el 4 de setiembre–, ‘visitar’ a Gargantúa, comprar productos locales en la feria del Arenal –vainas a 7 euros; la sequía ha diezmado las huertas–, hacer cola para tomarse unas hamburguesas con verduras del país regadas con una sidra, bailar en un concierto en una txosna, escuchar a la Banda Municipal, participar en alguno de los talleres que organizan las comparsas (sea un baile caribeño o un cursillo de txalaparta)...

Animalistas, bertsos y jubilados

De paso, se puede firmar a favor de la Plataforma de Pensionistas o escuchar a los antitaurinos de Anima Naturalis. «Una vez más, Bilbao se tiñe de sangre», claman delante del Teatro Arriaga. «La tortura no es arte ni es cultura» y «Bilbao es antitaurina», añaden. Bueno, hay una comparsa animalista, Piztiak. Lo cierto es que la primera corrida de rejones de la Feria de Bilbo, que tuvo lugar el viernes, no levantó pasiones. De hecho, la agencia Efe apunta que tuvo una discreta entrada de público, pese a que una de las estrellas fuera el jinete navarro Pablo Hermoso de Mendoza.

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Salida de misa de la catedral de Santiago. Por fin, podemos sentarnos de nuevo. Es la cita en la plaza de Santiago, el corazón del Casco Viejo, con el primero de los bertsosaio que tendrán lugar durante las fiestas. Plantel de lujo con la actual campeona de los bertsolaris de Bizkaia, Nerea Ibarzabal, y los bertsolaris y escritores Uxue Alberdi, Maddi Ane Txoperena y Amets Arzallus (este último, autor de ‘Miñán’, uno de los libros con mayor proyección internacional y de ventas de la literatura euskaldun).

Sol de justicia, oyentes a la búsqueda desesperada de sombra y, la constatación en las palabras que escuchamos a los bertsolaris desde el escenario de que esta es posiblemente una de las Semanas Grandes más esperadas, tras el parón de dos años. Había nostalgia, han reconocido, por aquellas fiestas de olor a «cerveza, sudor, meados y champán» (Uxue Alberdi ha rebautizado a la pandemia como ‘euforia’).

Amets Arzallus, por cierto, ha definido el espíritu de la ciudad que alberga la fiesta que cierra la temporada de las capitales vascas: «Zeren munduan bide guztiak doaz beren destinora. Lurreko bide denak Erromara, eta zerukoak, Bilbora» (Todos los caminos del mundo tienen un destino. Los de la Tierra, Roma; los del cielo, Bilbo).

Bilbo es mucho Bilbo.