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El independentismo ante una Diada de transición

En medio de un ambiente enrarecido por las discrepancias entre los partidos y las entidades soberanistas, una multitud llenó el centro de Barcelona en una nueva demostración de fuerza y empoderamiento popular. Las llamadas a recobrar la unidad para lograr la independencia centraron los mensajes.

La Diada volvió a reunir a miles de personas en Barcelona. (Pau VENTEO | EUROPA PRESS)

La Diada de Catalunya refleja como ninguna otra convocatoria la salud política del soberanismo. Y la vivida ayer no fue ajena a esta máxima: reflejó la indignación por lo vivido tras cinco años del referéndum pero también la esperanza de saber que, pese a la falta de unidad estratégica y la represión agudizándose contra miles de activistas, hay suficiente energía en la calle para retomar el pulso y plantear un nuevo embate al Estado. Los dos sentimientos estuvieron presentes todo el día, tanto en los discursos de los representantes políticos y sociales como en los lemas estampados en pancartas, carteles y las camisetas que se enfundaron los miles de participantes que acudieron a los diferentes actos celebrados en Barcelona y otras localidades.

Cromáticamente, la Diada fue tan variada como en las pasadas ediciones, aunque esta vez la estelada se vio eclipsada por el blanco y negro de la Bandera Negra, un icono de resistencia popular, mediante la cual la Asamblea Nacional Catalana (ANC) quiso recriminar a las formaciones soberanistas –ERC, JxCAT y CUP– su incapacidad para acordar una hoja de ruta que permita a Catalunya alcanzar la República. Y más después de que, en los comicios autonómicos celebrados en 2021, lograran el 52% de votos y 74 de los 135 diputados que conforman el hemiciclo catalán.

También a través de este símbolo, la ANC y otros grupos quisieron reivindicar aquel pueblo milenario que, tras la ocupación de 1714, se resiste a ser asimilado por la fuerza, domesticado bajo la tutela del autonomismo o dispuesto a mercadear su libertad, en una referencia velada a la Mesa de Diálogo que mantiene ERC con el Ejecutivo de Pedro Sánchez. En estas coordenadas transcurrió una Diada tensa y crispada, en la que la secuencia de reproches y llamadas a superar el hartazgo se turnaron a partes igual.

Mensaje de Antich

La jornada se inició con las habituales ofrendas al monumento de Rafael de Casanova y el despliegue de la Fiesta de la Libertad, que tradicionalmente Òmnium Cultural organiza en el paseo Lluís Companys con el propósito de dar visibilidad a las entidades comprometidas con la lengua, la cultura y la nación catalanas. Un marco de distensión que, paradógicamente, contrastó con los discursos lanzados por el portavoz de la entidad, Xavier Antich, que ante el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, la presidenta de JxCat, Laura Borràs, y varios dirigentes de la CUP, instó a los partidos a enterrar «la deriva autodestructiva» que vienen protagonizando y emprender «un nuevo ciclo político de la mano de nuevas voces, nuevas sensibilidades y nuevas formes de actuar. Solo así podremos aspirar a la independència», aseguró Antich.

También desde el Fossar de les Moreras, enclave habitual de la izquierda independentista, los mensajes hicieron hincapié en superar el letargo y el desencuentro de los últimos años para hacer frente a la represión y construir una República de derechos civiles. Representantes de los pueblos vasco, gallego, canario o del movimiento de Biafra, región ocupada por Nigeria, dieron un matiz solidario e internacionalista al acto central, justo en el momento en que jóvenes de Arran recordaban al militante Gustau Muñoz, muerto en la Diada de 1978 por la Policía española, y Poble Lliure reunía al cantautor Lluís Llach, a la antigua alcaldesa de Badalona, Dolors Sabater, y a tres activistas represaliados bajo el inequívoco lema «Independència és revolució».

Mientras esto ocurría, a un centenar de metros se iniciaba el mitin de ERC, en el cual Oriol Junqueras, Pere Aragonès y Marta Rovira –en un mensaje grabado desde Ginebra, donde se encuentra exiliada–, reivindicaron el diálogo como la vía para avanzar en la resolución del conflicto, no sin antes instar a que el independentismo sea un movimiento amplio y respetuoso que no excluya a nadie. Así se expresó Rovira, quien emplazó a JxCat a incorporarse a la Mesa de Diálogo para trabajar los objetivos comunes de la negociación, un hecho que –añadió Junqueras– «nos permitirá ganar comprensión internacional y lograr la independencia».

Descontento al alza

Había gran expectación por saber si la marcha de la Assamblea Nacional Catalana (ANC) volvería a ser un éxito o, por el contrario, las críticas de la entidad al Govern le restaría gente. Pues bien: aunque media hora antes el panorama dibujaba serias dudas, estas se despejaron cuando a las 17.15 un magma uniforme de familias ataviadas en blanco y negro completaron todo el tramo exhibiendo lemas que acusaban tanto a los partidos de «traidores» como enfatizaban en la idea de «Tornem a véncer!» (Volvamos a vencer).

Más allá del habitual baile de cifras –según la ANC, cerca de 700.000 personas se agolparon en la Avenida del Paral·lel; una cifra que la Guardia Urbana rebajó a 150.000–, la convocatoria fue más concurrida de lo esperado, un hecho que, para la entidad, confirma el vigor del independentismo y el rechazo que buena parte del movimiento expresa ante la estrategia de la Mesa de Diálogo y la nula unidad de los partidos para articular una propuesta que logre romper con el Estado.

Así se refirió Jordi Gaseni, presidente de la Associació de Municipis per la Independencia (AMI), que al acabar la marcha exigió a ERC, JxCat y la CUP que «trabajen para buscar una nueva oportunidad desde la unidad».

De igual manera, Xavier Antich, de Òmnium, les recordó que «no es una opción cruzarnos de brazos, sino que necesitamos la República para garantizar los derechos y el bienestar de la ciudadanía».

Más contundente fue la presidenta de la ANC, Dolors Feliu, que tras afirmar que «el 1 de octubre aprendimos la fuerza de un voto en la urna», advirtió de que, si el Govern se pone de espaldas, «hay bastante gente en este país para crear una lista cívica y hacer la independencia». 

En su tramo final, y a la misma hora que la izquierda independentista terminaba  su marcha por el centro de Barcelona, Feliu reiteró que «la ANC pondrá todos los medios para salir del inmovilismo».

«O independencia o elecciones», dijo. Un claro aviso a navegantes que, muy probablemente, incrementará la tensión con los partidos soberanistas y, muy en particular con ERC, principal destinatario del desencanto que se vivió ayer en Catalunya.