Bowie, Amenábar, Tequila o el club ‘My Way Out’, para la banda sonora de Zinemaldia
Euskadiko Orkestra, en vivo, interpretando bandas sonoras ante una pantalla gigante. Reencontrase con Bowie o Tequila en la oscuridad de una sala o internarse, a ritmo de música disco, en el club trans más histórico de Londres con ‘My Way Out’. La música nos hace viajar en la 70 edición.
Velódromo de Anoeta, sábado al mediodía. Lleno. Espectadores de todas las edades. Sobre el escenario, la Orquesta de Euskadi y la coral Andra Mari interpretando en vivo siete bandas sonoras de otras tantas películas de diferentes épocas; detrás, la pantalla gigante donde se proyectan las imágenes. Este es el Concierto & Proyección; como ha apuntado Aizpea Goenaga, «un clásico de Zinemaldia».
Un clásico que ha vuelto dos años después y que permite comprobar el peso tan importante que tiene la música en el cine. Además, siempre un lujo ver a una orquesta en directo. Y más, un mediodía informal.
La música transmite emoción, hace que nos metamos en las imágenes, en la historia. Y consigue también que nos emocionemos con la preciosa historia de ‘La buena estrella’ (1997), gracias a la banda sonora creada por Eva Gancedo para el director Ricardo Franco; o que volvamos a sentir como miedo escuchando ‘La sombra de nadie’ (2006), la película de suspense del pasaitarra Pablo Malo.
Tanto Eva Gancedo como el bilbaino Aitor Amezaga, compositor de la banda sonora de ‘La sombra de nadie’, entre otros títulos, han estado en el Velódromo junto a los catalanes Carles Cases –músico y compositor, autor de unas 70 bandas sonoras, entre ellas la de ‘El portero’ (2000), la comedia sobre los maquis de Gonzalo Suárez que ha interpretado la OSE– y el reconocido y multipremiado Manel Gil-Inglada. De este último se ha interpretado su música para la película de animación ‘Cher amie’ (2008), de Miquel Pujol.
El concierto se ha completado con ‘Mientras dure la guerra’ (2019), música creada por el propio director, Alejandro Amenábar, para su recreación de Unamuno y su posición sobre el franquismo; una cinta histórica, ‘Nueva cartas a Berta’ (1966), de Basilio Martin Patino, a la que puso música el otxandiotarra Carmelo Bernaola –la hija del compositor se ha acercado al Velódromo–; y otra película de animación contemporánea, ‘Buñuel en el laberinto de las tortugas’ (2018), con estupenda música compuesta por Arturo Cardelús.
Tras la pista de los músicos
Tocar en vivo mientras se proyectan las imágenes «es un ejercicio dificilísimo de sincronización», ha querido recalcar el compositor Aitor Amezaga, quien ha destacado el papel de Juan José Ocón, el director de Euskadiko Orkestra. Este mediodía Ocón ha sido el «capitán» del «barco» en este viaje musical multitudinario en el Velódromo, y esta tarde, a las 20.00, arrancaba, en el mismo lugar, la singladura del documental ‘Sintiéndolo mucho’ con su estreno. Dirigido por Fernando León de Aranoa (‘El buen patrón’, ‘Los lunes al sol’...), este documental es el resultado de trece años de rodaje y de seguimiento de un músico y personaje tan particular como Joaquín Sabina.
Más filmes musicales para esta edición: ‘Black is Beltza II: Ainhoa’, de Fermin Muguruza, evidentemente (estreno con entradas agotadas en el Velódromo el viernes 23; la banda sonora se puede adquirir con NAIZ). También el documental ‘Tequila. Sexo, Drogas y Rock and Roll’, en donde Álvaro Longoria ha recuperado la historia del legendario grupo de rock argentino Tequila. Dos de sus miembros, Ariel Rot y Alejo Stivel, vendrán a Donostia a apoyarla el lunes 19.
En ‘Kepa Junkera Berpiztu’ (se estrena el 20), Fermin Aio retrata la lucha del acordeonista vasco por recuperar la salud después del ictus que sufrió el 6 de diciembre de 2018 en Gante. El artista vasco que elevó la trikitixa y la música popular vasca al máximo nivel, desapareció entonces sin dejar rastro. El documental retrata los dos años de duro trabajo de rehabilitación para recuperar la movilidad de su cuerpo, para aprender a hablar, mover las manos, girar la cabeza, comer y seguir viviendo.
Y para cerrar este bloque, un grande a nivel planetario. Un mito del rock: David Bowie. El Camaleón del Rock es el protagonista de ‘Moonage Daydream’, un documental del estadounidense Brett Morgen que promete meterse en el «mundo Bowie, a través de magníficas y caleidoscópicas imágenes e interpretaciones hasta ahora desconocidas». El día 23 será su primera proyección, en Perlak, aunque quienes vayan al Velódromo a la clausura del sábado 24 también la podrán ver.
De clubs, y uno muy especial en Londres
En Zabaltegi-Tabakalera se estrena también el 23, un día que se presupone muy intenso, ‘Meet Me in the Bathroom’ (Inglaterra), una película de Dylan Southern en la que, a través de material de archivo, se hace un viaje a la escena musical neoyorkina de comienzos de la década de 2000, con bandas como The Strokes, LCD Soundystem, Yeah Yeah Yeahs e Interpol.
Antes, les proponemos un viaje a un club histórico. Con ‘My Way Out’ (estreno el día 21, en Zinemira), la productora y guionista tolosarra Izaskun Arandia debuta en el largometraje documental con una especie de road movie musical, social, combativa y esperanzada por las tres décadas del club londinense The Way Out, un histórico de la comunidad trans londinense.
Ejerce de guía el bilbaino Eduardo Gaviña (más conocido por Yogurinha Borova, su alter ego) y la banda sonora está salpicada de música bailable, temas de Yogurinha, música disco... y hasta ópera. «Hemos estado seis años rodándolo y surgió cuando preparábamos la serie ’Ni naiz naizena’. De hecho, Yogurinha Borova fue quien me puso sobre la pista. Yo no conocía el club, pero como había pasado catorce años en Londres, tengo amigos allí y suelo ir mucho de visita, en uno de eso viajes hablé con la dueña», explica Arandia.
La dueña es Vicky Lee. 66 años, fundadora y «madre superiora» de este club que ha servido durante décadas de refugio a la comunidad trans. Otra de las protagonistas es Lesley, 65 años, mujer de Vicky Lee. «Vicky y Lesley se conocieron cuando eran adolescentes, se casaron y después Vicky empezó a plantearse que se sentía diferente –explica la cineasta–. Fue muy duro para la relación de pareja, sobre todo para Lesley, porque se tuvo que replantear incluso su sexualidad. Esa transición la han hecho juntas. Yo también me he hecho esa reflexión: ¿qué haría en esas circunstancias? Entonces, el público se encontrará, por un lado, con historias muy duras, pero la película en sí está llena de esperanza, porque todas han salido bien. El mensaje sería: ser trans no es algo malo ni negativo. Ahí están el suicidio, el bullying, la discriminación también, pero todos tienen sueños, esperanza y ganas de vivir».
¿A ella, personalmente, este documental le ha cambiando en algo? «Yo no conocía a ninguna persona trans hace diez años –responde–. Ahora tengo muchos amigos. Creo que hacer este proyecto me ha abierto mucho la mente».
Celebremos entonces, como las protagonistas: «Hemos sobrevivido, ¡vamos a bailar!».