Tommy Docherty, gloria y escarnio en Old Trafford
Tras una larga enfermedad, el 30 de diciembre de 2020 falleció uno de los técnicos más importantes del fútbol inglés en los 60 y 70. Un precursor a su tiempo que tuvo una carrera llena de luces y sombras.
En el obituario de Tommy Docherty publicado en su web, el Manchester United describió la huella del preparador escocés en los red devils señalando que «cuando más nos hizo falta, Tommy Docherty nos regaló algunos de nuestros mejores momentos». Fue la despedida que le tributó el club más importante de su carrera, también el que marcó su caída y escarnio.
Nacido el 24 de abril de 1928 al este de Glasgow, en la trabajadora e industrial Shettleston Road. Un entorno de pobreza marcado por el fallecimiento de su padre cuando Docherty apenas contaba con nueve años. Tiempo después, tiraría de ironía al recordar las visitas de su madre a los centros caritativos del barrio y definir su uniforme escolar como «un intento de caminar a la escuela vistiendo un traje de almirante japonés de tercera mano». Su afilada lengua y mordaz estilo marcaron toda su trayectoria. Con apenas 14 años tuvo que empezar a trabajar, ya que en plena II. Guerra Mundial los adolescentes trataban de llevar algo de pan a casa. En 1946, recién acabada la contienda, fue enviado a Palestina para realizar el servicio militar, una dura experiencia que le curtió todavía más. Jugaba en el Shettleston, soñando con poder defender la camiseta del Celtic, lo que le llevó a formar parte del equipo de fútbol del ejército británico.
Al regresar a Escocia, se casó con Agnes y fichó por el conjunto de sus amores, donde fue entrenado por Jimmy Hogan, el técnico que más influyó en su concepción futbolística. Sin embargo, apenas pasó dos temporadas en Celtic Park, ya que fue enviado al Preston North End. Desde su posición de interior derecho, fue el encargado de relevar a Bill Shankly, el que posteriormente sería mítico entrenador del Liverpool. Disputó más de 300 encuentros con el conjunto de Lancashire, logrando el ascenso a primera división y conquistando la FA Cup en 1954. Posteriormente, pasó tres años en el Arsenal antes de retirarse en el Chelsea.
«Juegan como un equipo sudamericano»
Los malos resultados del conjunto de Stamford Bridge llevaron a la directiva del club a nombrarle entrenador del equipo en septiembre de 1962. Allí comenzó toda una revolución que llevó, vendiendo a los jugadores más veteranos y dando paso a los futbolistas que habían ganado el campeonato inglés de juveniles en 1960 y 1961. Entre ellos, destacaban el portero Bonetti y el medio Terry Venables. Su influencia fue tal, que incluso cambió el color de los pantalones del equipo, pasando del blanco al azul. Tras lograr el ascenso, clasificó a los blues en quinta posición, ganó la Copa de la Liga en 1965 y llevó al cuadro londinense a la final de la FA Cup dos años después, aunque cayó ante sus vecinos del Chelsea. Meses después dejó el club.
En la biografía oficial publicada por el Chelsea, se da cuenta de los dos amistosos disputados a la selección de la República Federal de Alemania antes del Mundial de 1966, tras los que el técnico germano Helmut Schoen señaló que «juegan como un equipo sudamericano, no como uno inglés, ya que los laterales son como extremos». Una pizarra, cultivada durante los sesenta con visitas a los entrenamientos del Real Madrid y tampoco era extraño verle observando los partidos desde la tribuna principal de Stamford Bridge para obtener una mejor perspectiva. Tras su paso los blues, su siguiente destino fue el Roterham United, equipo con el que descendió. Un batacazo que resumió con su sarcasmo habitual al señalar que «prometí sacar al equipo de Segunda y lo llevé a Tercera, el presidente me dijo que era un hombre de palabra».
El escocés que no vino a Bilbo
El verano de 1968 ficharía por el Queens Park Rangers, donde apenas duró 29 días. Las desavenencias en torno al fichaje del jugador del Roterham Brian Tyler provocaron su marcha, ya que no aceptó que la gerencia del club alegase problemas económicos. Después de varios meses sin equipo, el 6 de noviembre, se publicó un posible interés del Athletic en hacerse con sus servicios. Pese al inmediato desmentido, un mes después, Julio Eguskiza, el entonces presidente rojiblanco, confirmó su contratación como mánager general de la entidad. Rafa Iriondo seguiría al mando del primer equipo y Patxi Garate del filial, pero el escocés pasaría a ser «el director» de todos los conjuntos de la entidad.
Desde Inglaterra, ‘Daily Express’ informó que Docherty ficharía por tres temporadas y cobraría unas 7.000 libras de la época –el equivalente a 7.500 euros actuales– por año. Desde ‘La Gaceta del Norte’ se hablaba de «la dureza» de los métodos del escocés y anunciaban su llegada «para la semana que viene» coincidiendo con el encuentro que los leones debían de disputar ante el Barcelona en San Mamés. Sin embargo, dos elementos variaron el rumbo de los acontecimientos. En primer lugar, el fallecimiento de Julio Eguskiza, el 8 de diciembre de 1968, tras sufrir un accidente de tráfico en el barrio mutrikuarra de Astigarribia, entre Deba y Mendaro, no muy lejos de su Zumaia natal.
Eguskiza, que murió en el acto, regresaba de Ipar Euskal Herria junto a su esposa María Begoña Basterra, que sufrió graves heridas. Afortunadamente, pudo salvar la vida gracias a la intervención de los testigos y del doctor Faustino del Corte. Desde Londres, Docherty afirmó sentirse «impresionado» por el fallecimiento de Eguskiza, anunció que su familia se quedaría en la capital inglesa y que creía que Bilbo le «iba a gustar», pero no llegó a firmar. Poco después, "The Sun" dio cuenta del interés del Aston Villa por hacerse con sus servicios, gracias a la inversión de casi un millón de libras que Pat Matthews, presidente del Birmingham Industrial Trust, quería realizar en el conjunto de la «second city». El 17 de diciembre se confirmó su fichaje por los villanos, donde apenas duró 13 meses y dejó al equipo en última posición.
Posteriormente, se marchó al Oporto, pero con el cuadro luso no pudo acabar con el dominio de Benfica y Sporting, los dos gigantes lisboetas. Tras un breve paso como asistente de Terry Neill en el Hull City, en septiembre de 1971 le llegó la oportunidad de dirigir a la selección escocesa. Al mando de la Tartan Army dejó encarrilada la clasificación para el Mundial, pero todo cambió en diciembre de 1972. Entonces, acudió a Selhurst Park a ver el enfrentamiento entre el Crystal Palace y el Manchester United. Los red devils estaban dirigidos por su íntimo amigo Frank O’Farrell, excompañero suyo en el Preston North End y padrino de uno de los hijos de Docherty, y recibieron un humillante cinco a cero. En el descanso, el legendario Sir Matt Busby –técnico del equipo que sufrió el accidente aéreo de 1958 y también escocés– le ofreció entrenar al Manchester United. Docherty no dejó pasar el tren en un tiempo en el que, según sus palabras, «entrenar es como una guerra nuclear, no hay ganadores, únicamente supervivientes».
Al frente del conjunto de Old Trafford, tuvo que comandar el proceso de renovación del equipo prescindiendo de los servicios de mitos, a los que tildó de «remanentes», como Bobby Charlton, George Best y Dennis Law. Este último, también escocés, firmó por el Manchester City y acabó marcando el gol que enviaría al United a Segunda en 1974. Tras el descenso, Docherty pensó que sería relevado, pero Busby mantuvo su confianza e incluso le regaló una caja de champán. El resurgir fue inmediato, los red devils ascendieron en apenas una campaña, mostrando un juego alegre y que llegó a reunir a 60.000 personas en Old Trafford. De regreso a la élite, lograron un meritorio tercer puesto y alcanzaron la final de la FA Cup, aunque perdieron ante el Southampton. Un año después, llegaría su gran éxito logrando el título de Copa en Wembley ante el Liverpool, que pocas jornadas después se proclamaría campeón de Europa. Se trataba del primer gran triunfo del Manchester United desde 1968 y el escocés lo celebró con un icónico baile mientras sostenía la tapa del trofeo en su cabeza. La alegría era plena, pero todo cambió en horas.
«Simplemente me enamoré»
Al día siguiente, se hizo público el romance del entrenador escocés con Mary Brown, la esposa del fisioterapeuta del equipo Laurie Brown. Pese al apoyo inicial del club, el tema copó todas las portadas en Inglaterra y Docherty, tras el pago de 25.000 libras, confirmó la relación en el Sunday People. Aquello rompió su matrimonio con Agnes, con la que tuvo cuatro hijos, y también le costó su puesto de entrenador del Manchester United, que lo despidió el 4 de julio de 1977. Docherty siempre renegó del término «aventura», para referirse a su relación con Mary, con la que convivió hasta su fallecimiento y tuvo dos hijas en los ochenta: Lucy y Mary: «No hice nada malo, simplemente me enamoré». Tras lo sucedido, su relación con sus hijos y el conjunto mancuniano se enfrió de forma notable y, en una ocasión, tras encontrarse, Laurie Brown le dio un puñetazo. Sobre los medios, señaló que «existe un lugar para la prensa, pero no se ha cavado lo suficiente».
En el perfil que le dedicó ‘The Athletic’ tras su fallecimiento, Andy Mitten y Michael Walker señalaron que lo sucedido fue «un escándalo moral que arruinó su carrera y que dijo tanto sobre la hipocresía del mundo que le rodeaba en aquella época como del propio Docherty». En 2008, su hijo Tommy publicó el libro “Casada con un hombre de dos mitades”. Una obra basada en los apuntes de los diarios de su madre Agnes, fallecida cinco años antes, y en recortes de la época. En su web, la librería Waterstones define la publicación como «un libro asombrosamente sincero, te hace reír y llorar, habla de amor y traición».
Tras su salida de Old Trafford, se hizo con los mandos del Derby County, donde pasó dos cursos antes de fichar por el Queens Park Rangers. Con el cuadro londinense, estuvo a punto de ascender, pero mantuvo una turbulenta relación con la dirección. Fue cesado en mayo de 1980 para ser readmitido nueve días después y, finalmente, despedido en octubre de ese mismo año. Tras unos meses en el Preston North End, se fue a Australia para dirigir al Sidney Olympic y al South Melbourne. Regresó a Inglaterra para entrenar, sin suerte, al Wolverhampton, acumulando 21 partidos sin ganar y cayendo a Tercera. Su última experiencia fue en el modesto Altrincham FC, actualmente en Quinta división, en 1988. En total, en menos de 30 años dirigió a 16 conjuntos, «he estado en más clubes que Jack Nicklaus» dijo, no sin evidente guasa hacia el golfista.
Tras su retirada, Docherty ejerció como comentarista, fue elegido miembro del Salón de la Fama del fútbol escocés y fue un habitual conferenciante en los after-dinner ingleses, donde mostraba toda su ironía y locuacidad. Fue un precursor, como entrenador y ante los medios, un adelantado a Brian Clough antes de Brian Clough. El propio Sir Matt Busby le describió señalando que «Tommy Docherty no aparecía en las noticias, él era la noticia». Un técnico, que se adelantó a los tiempos con su pizarra, que dio continuidad al gen escocés del Manchester United y cuyo éxito se vio truncado por una cuestión de carácter privado. Tras su muerte, en ‘The Guardian’, Ewan Murray le definió como el dueño de «un colorido, complejo y formidable cerebro futbolístico».