‘Tetuán’, Iratxe Fresneda presenta su personal libro de bitácora en Zinebi

Tras su paso por el Festival Internacional de Cine de Xixón, la tercera película de Iratxe Fresneda recala en Zinebi. ‘Tetuán’ simboliza el cierre de su ‘trilogía del registro’. La directora vasca revela a NAIZ los detalles de este viaje sensorial a través de la memoria y la inmigración.

'Tetuán' cierra la trilogía que la cineasta vizcaina Iratxe Fresneda inició con ‘Irrintziaren oihartzunak’ (2016) y que se prolongó con ‘Lurralde hotzak’ (2018). Tres relatos en los que cohabitan el viaje físico, el juego audiovisual que nace de los archivos y la memoria como herramienta creativa y trinchera del irremediable paso del tiempo.

Tres elementos que Fresneda utiliza para desarrollar un discurso que adquiere en ‘Tetuán’ un significado muy especial y que se concreta en uno de los protagonistas de esta nueva singladura, la propias vivencias de Carmelo Fresneda, padre de la directora.

Según explicó Iratxe Fresneda a NAIZ «la película parte de un elemento afín a mí, mi padre y el misterio que siempre he asociado a él. Es cierto que me he sentido desnuda a la hora de asumir este proyecto porque parte de algo muy personal pero con ello no he querido eclipsar el resto y he elaborado un discurso en el que pueden cohabitar diferentes personas, provenientes de épocas y lugares muy diversos».

De esta forma, en el filme se establece un diálogo entre pasado y presente que quedan diferenciados en la primera parte del filme pero que, en su segunda etapa, confluyen y todo ello partiendo de un inicio en el que asoman las palabras de Eduardo Galeano: «Desde siempre, las mariposas y las golondrinas vuelan huyendo del frío, y nadan las ballenas en busca de otra mar, y los salmones en busca de sus ríos. Ellos viajan miles de leguas, por los libres caminos del aire y del agua. No son libres, en cambio, los caminos del éxodo humano».

Sobre ello la directora explicó que «‘Tetuán’ también nace de la necesidad de expresarme ante una situación, la inmigración, en un contexto en el que pasado y presente se dan cita. En el inicio del filme he incluído las palabras de Galeano porque, después de una extensa búsqueda, son las que mejor expresan lo que quería expresar. A partir de un viaje personal he querido desarrollar una historia universal que parte de experiencias vitales muy personales. Carmelo Fresenada y la fotógrafa Annemarie Schwarzenbach representan un pasado plasmado en recuerdos y fotografías. Establecí un juego de complicidades en el que ambos se alternan en un juego de imágenes y sonidos. Son como dos presencias fantasmales que nos invitan a ser partícipes de sus recorridos respectivos».

Pasado y presente

El punto de inflexión lo marcan la quinta protagonista, Tetúan, –que funciona como epicentro y elemento catalizador– y las presencias actuales de la rumana Irina Conca y del saharaui Mohamed Iacob «Tetúan funciona como una especie de ente activo y catárquico. Es testigo del pasado y presente y para mí simboliza ese espacio sin fronteras que subrayo con la inclusión del tema de Jorge Drexler ‘Frontera’ que cierra la película», explicó Fresneda.

Más allá de cualquier otra cuestión, lo que Iratxe Fresneda plasma en la pantalla es un fascinante viaje en el que su guion ejerce labores de libro de bitá cora dentro de una odisea en el que los fantasmas del pasado dialogan con nuevas generaciones de inmigrantes y dentro de un contexto global siempre cambiante.

‘Tetuán’ es un encadenado de recuerdos, reflexiones y fantasías zurcidas a partir de imágenes en apariencia inconexas pero cargadas de una fuerte carga simbólica. Para el espectador es un viaje en clave iniciática dotado de un componente hipnótico lindante a lo onírico y desarrollado a partir de un montaje muy complejo. Se trata, en definitiva, de una experiencia sensorial que parece asomar en la pantalla como uno de esos espejismos que siempre asociamos a la magia y el engaño –el cine como artificio– que emerge de las siempre imprevisibles dunas del desierto.