Quedarse con las ganas
Falta osadía, osadía de la buena que mire a las familias y no a la patronal. Recibo con alivio el permiso de los cinco días retribuidos para el cuidado de familia.
Me da la impresión de que el sistema y las instituciones públicas que las gobiernan se han visto con el agua al cuello. Y van en chanclas: se cayeron del guindo, se dieron cuenta de que ya es tarde para intentar revertir la pirámide demográfica. Así que nos conformamos con sanearla. La pobre está feúcha, bastante deforme, la verdad. De hecho, de pirámide tiene bien poco.
Me atrevo a afirmar que cada vez que vienen unos nuevos presupuestos, a finales de año, quienes nos hemos embarcado en este proyecto de intentar formar nuestra propia familia acabamos con un «sí, pero no». Ay, quedarse con las ganas, a medias. Uf, ¿hay algo peor? ¡Qué insatisfacción!
Los pasos son necesarios y positivos, pero falta una mirada integral y una ambición real a largo plazo. Falta osadía, osadía de la buena, que mire a las familias y no a la patronal, falta una mirada contemporánea que tenga en cuenta las dificultades a las que nos enfrentamos; diría más, alguien que repare en las oportunidades que representamos.
Porque llegado el momento se abre un abismo donde confluyen la precariedad laboral, la falta de apoyo institucional y una red asistencial. No aspiro a que nos lo den todo hecho ni a que nos regalen nada, pero sería de gran ayuda que se supieran interpretar las claves.
Recibo con alivio el permiso de los cinco días retribuidos para el cuidado de familiares. Aún hoy (más bien sobre todo hoy) aita y ama son la extensión de mis brazos y la red que me recoge si me caigo con todo el equipo. Enfermedades inesperadas, contratiempos infantiles varios y consultas pediátricas en horas de trabajo. Y al César lo que es del César: esta santa casa me echa buenos capotes. Visto desde fuera, pan comido. Pero no dejan de ser tiritas o petachos, llamadas de auxilio a quienes me rodean.
¿Me ruboriza mi dependencia? Sí. ¿Lo hago lo mejor que sé? No siempre. ¿Cometo errores? Un porrón. Estaría bien que ahora desde otros estamentos se miraran al espejo. Meted la mano en la Bocca della Veritá y preguntaos: ¿lo hacéis lo mejor que podéis?