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Turquía manda a la cárcel al opositor más popular del país

Ekrem Imamoglu, alcalde de Estambul, ha sido condenado a dos años y medio de cárcel por «insultos a cargos públicos». Voces de la oposición piden que sea el candidato que destrone al presidente Erdogan, pero su partido, el CHP, duda. Un error de cálculo puede salir caro.

El alcalde de Estambul, Ekrem Imamoglu. (Yasin AKGUL | AFP)

El alcalde de Estambul, posible candidato a la presidencia del país y la piedra en el zapato de Recep Tayyip Erdogan ha sido sentenciado a dos años y siete meses de cárcel por «insultos a cargos públicos». Pese a la sentencia, los efectos inmediatos son nulos. Imamoglu seguirá en el cargo de alcalde de la ciudad más grande de Turquía y el caso tendrá que ratificarlo el Tribunal Supremo.

De acuerdo con la acusación, İmamoğlu calificó a los miembros del Consejo Electoral Supremo (YSK) de «tontos» durante una conferencia de prensa el 4 de noviembre de 2019. En su testimonio escrito, İmamoğlu dijo que su declaración no tenía como objetivo los miembros del YSK, sino una dura crítica que no iba dirigida a ninguna persona en concreto.

Ekrem İmamoğlu, miembro del principal opositor Partido Popular Republicano (CHP), ganó las elecciones a la alcaldía de Estambul el 31 de marzo de 2019 por un margen estrecho. Pero en una decisión controvertida, el YSK, la máxima autoridad electoral del país, dictaminó que las elecciones debían repetirse. Ese movimiento solamente retrasó una inevitable victoria opositora, tres meses después.

Militante del opositor y socialdemócrata CHP, ha causado sensación desde que su partido lo presentó como candidato, en el primer gran asalto, a las municipales. No le fue mal: en Estambul le votó un abanico que iba desde la izquierda kurda –que no presentó su partido, HDP, para no dividir el voto opositor– hasta el kemalismo más conservador, un frente común que sirvió no solo para ganarle la partida a Erdogan en una ocasión, sino en dos. Y Erdogan, acostumbrado a ganar, tenía que aceptar su primera gran derrota en unos comicios claves: Estambul, pese a no ser capital de Estado, engloba al 20% de la población de Turquía, origina el 31% del PIB y ejerce de termómetro para el que será el siguiente presidente de la nación.

Pero la primera represaliada por la victoria opositora fue Canan Kaftancioglu, presidenta provincial del CHP en Estambul, condenada pocos meses después de la victoria de su partido a nueve años de cárcel. ¿La acusación? «Insultar» al presidente Erdogan y al Estado turco, así como «difundir propaganda terrorista».

El propio Imamoglu denunció la falta de justicia: «En Turquía, en lugar de escuchar a su conciencia, los jueces miran hacia palacio». Y ese palacio se verá en disputa en 2023, una batalla que, a ojos de muchos, debería librar el mismo Imamoglu. Pero el líder del partido CHP, Kemal Kiliçadaroglu, parece no decidirse por nombrarle.

Con el alcalde de Estambul a la espera de que el Supremo ratifique su sentencia, los tempos corren a cargo del palacio presidencial. Imamoglu puede ser candidato, pero si es defnitiivamente sentenciado, Erdogan lucharía solo por la Presidencia

 

El seno del opositor y socialdemócrata CHP es un mar de dudas acerca de quién será el candidato que frene las aspiraciones de Erdogan por seguir su largo mandato. Aliados con el Iyi Parti de Meral Aksener, que en algunas encuestas estaría incluso por delante del CHP, saben que un error de cálculo puede salir caro.

La batalla, por lo tanto, empezará en unos despachos del CHP que no quiere dejar cabos sueltos. Es por ello que junto a otros cuatro partidos opositores ya se han puesto manos a la obra para comunicar su idea de gobierno, en caso de victoria en las siguientes elecciones. Y sin saber aún quién encabezaría este gobierno, no son pocas las voces que demandan al ya sentenciado Ekrem Imamoglu como candidato. Pero, ¿podría presentarse? Los analistas apuntan a que sí, pero el proceso –llevado al extremo– se las trae.

Con el alcalde de Estambul a la espera de que el Supremo ratifique su sentencia, los tempos corren a cargo del palacio presidencial. En caso de que Imamoglu fuese el candidato, sin una ratificación judicial de su caso, puede presentarse. Pero, ¿qué ocurriría en caso de ser definitivamente sentenciado justo antes de producirse la segunda vuelta de las elecciones? El artículo 4/3 de la Ley de Elecciones Presidenciales explica que Erdogan lucharía solo por la presidencia y las elecciones se decidirían en forma de un referéndum que le dé continuidad.

La historia turca es un camino de ida y vuelta: Erdogan, en su momento, también fue un firme opositor y ganó la alcaldía de Estambul. Su figura, en un principio muy esperanzadora para el sector humilde del país, no dejaba de crecer con sus discursos evocando a la clase trabajadora y a los islamistas.

De hecho, uno de ellos–donde recitó un poema– le llevó a prisión en 1999, durante cuatro meses, con la consecuente campaña de las principales organizaciones defensoras de los derechos humanos pidiendo su liberación.

Consciente de que su cautiverio no hacía más que fortalecer su figura como presidenciable, se presentó a las elecciones generales de 2002, cuando todavía no podía ejercer la política de forma activa debido a una inhabilitación, y las ganó.

Lo que resta es historia reciente: Erdogan, en casi 20 años, ha pasado de un trullo, al despacho de primer ministro, y después, a presidente de la República. Imamoglu, símbolo opositor, ahora es candidato firme tanto a ocupar una celda como a sentarse en el trono del palacio.