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Entrevue
Hirokazu Kore-eda
Director de cine (‘Broker’)

«Me gusta jugar con las expectativas del público y moverme en espacios de ambigüedad»

Nacido en Tokio en 1962, es uno de los cineastas japoneses con mayor reconocimiento internacional. Su película ‘Un asunto de familia’ se hizo con la Palma de Oro en Cannes en 2018. Este año, con ‘Broker’, repitió en el palmarés del certamen con el Premio al Mejor Actor que logró Song Kang-ho.

Kore-eda, en el festival de cine de Donostia. (Gorka Rubio | FOKU)

En su último largometraje, presentado como casi toda su obra anterior en Zinemaldia, Kore-eda vuelve a reflexionar sobre el concepto de «familia» como artificio, a través de los vínculos que van surgiendo entre dos delincuentes entregados al tráfico de bebés y una joven madre que abandona a su hijo. Una obra luminosa y transgresora, rodada en Corea, con la que el cineasta nipón pretende cuestionar ciertas convenciones.

Usted suele mostrarse disconforme ante quienes le definen como un retratista de entornos familiares pero, en esta ocasión, no solo reincide en unos escenarios similares a los de ‘Un asunto de familia’, sino que ‘Broker’ casi puede asumirse sobre una variación de aquella película.

Puede ser que exista esa conexión, al fin y al cabo se trata de dos guiones que fui desarrollando casi en paralelo inspirándome en dos noticias que leí en las páginas de sucesos. De todas maneras, ese subgénero que se ha dado en llamar «drama familiar» para mi únicamente es un recipiente. Como director, lo que me interesa es lo que puede haber dentro de ese recipiente. En el caso de ‘Broker’, me cuestioné qué futuro le aguarda a un bebé no deseado y qué tipo de afectos y relaciones va recibiendo una vez ha venido al mundo para salir adelante. Es otro tipo de historia con un enfoque distinto.

¿Cuál fue entonces la génesis de ‘Broker’?

Como te decía, todo parte de una noticia que leí sobre los llamados «buzones de bebés», donde muchas madres abandonan a sus hijos recién nacidos. A partir de ahí, me dedico a reflexionar sobre lo que puede haber detrás de esa información y especulando sobre ello surgen las historias y los conceptos sobre los que me apetece trabajar. En ‘Un asunto de familia’, el tema central era la transmisión del legado en un grupo de personas que actúa al margen de las convenciones y al margen de la ley. Los personajes de ‘Broker’ también se mueven en ese espacio, pero aquí lo que me interesaba era reflexionar sobre el concepto de «abandono». No solo en lo referente al bebé, sino también al resto de personajes, que son seres abandonados y quizá eso es lo que les conduce a moverse fuera de la ley.

«Mi mirada es más social que política, no creo hacer un cine político o militante. Para mí, el concepto de ‘lo político’ va asociado a las películas propagandísticas»

Da la sensación de que, en su caso, el «drama familiar» es una construcción que le permite armar un relato a través del cual apela al espacio de lo íntimo para articular una reflexión política. ¿Es así?

Sí, algo de eso hay. La familia no deja de ser, al final, un microcosmos, y lo que acontece dentro de ese microcosmos es relevante en la medida en que puede ser asumido como proyección de lo que ocurre en la sociedad en su conjunto. Mi mirada, de todas formas, es más social que política, no creo hacer un cine político o militante. Para mí, el concepto de «lo político» va asociado a las películas propagandísticas.

No sé si esta aseveración es una manera de defenderse contra quienes le han acusado de haber hecho una película provida.

No, no pretendo justificarme, pero lo cierto es que no creo que ‘Broker’ sea una película con un mensaje político. Es un tema complejo el del aborto y cada uno tiene sus propias opiniones al respecto. Entre el equipo de rodaje había puntos de vista encontrados. Pero a mí, como cineasta, no me interesa mostrarme a favor o en contra de una idea, lo que me interesa es construir personajes que reflejen una pluralidad de miradas sobre el tema que estoy abordando, porque creo que eso enriquece el punto de vista del espectador y hace que este pueda desarrollar su propia línea de pensamiento sin interferencias.

¿Pero cuál es su opinión al respecto?

Yo creo que el aborto es una cuestión que compete únicamente a las mujeres, deberían ser ellas las que decidieran libremente. El tema es el peso de la religión en determinadas sociedades, como la coreana, donde la resistencia a abortar favorece la creación de estos «buzones de bebés».

De hecho, a pesar de lo execrable de sus acciones, usted parece reservar una mirada de indulgencia hacia sus personajes.

Cuando recibí la Palma de Oro en Cannes por ‘Un asunto de familia’, Cate Blanchett, que era la presidenta del jurado, dijo algo que me conmovió: comentó que mis películas ponen el foco sobre gente invisible. Y es cierto, a través de mis películas me gusta evidenciar la existencia de este tipo de personas, mostrárselas al público y constatar que están ahí y hacerlo en toda su complejidad, sin juzgarlas. Eso no quiere decir que, de entrada, no haya una mirada condenatoria hacia los protagonistas de esta película: el tráfico de seres humanos es un delito, eso nadie lo cuestiona. En ese sentido, es inevitable que las simpatías del espectador se dirijan hacia la pareja de policías que persigue a esta banda de delincuentes, pero según avanza la película constatamos que las motivaciones de esas policías son incluso más oscuras que las de los protagonistas. Me gusta jugar con las expectativas del público y moverme en esos espacios de ambigüedad, porque no todo es blanco o negro.

Esta es la segunda vez que filma fuera de Japón. En ‘La verité’ lo hizo en el Estado francés, mientras que ‘Broker’ está rodada en Corea. Lo curioso es que, a pesar de ello, ambas películas están imbuidas de una mirada muy personal que, lejos de diluirse, parece como si se reactivara al contacto con otras realidades.

Yo soy de la idea de que el cine es un arte universal. Si hablas sobre sentimientos, emociones, o sobre aquello que anida en el alma humana, da igual donde localices tu historia o donde ruedes tu película porque son cuestiones que trascienden fronteras. Dicho lo cual, a mí estas dos experiencias me han servido para experimentar con la idea de «japoneidad». Siempre se ha dicho que mi mirada está muy imbuida por la cultura de mi país. Cuando rodé ‘La verité’ lo hice alentado por Juliette Binoche, quien se puso en contacto conmigo para que la dirigiera, y mientras rodaba aquella película me preguntaba: ¿es posible extrapolar esa mirada tan japonesa a un contexto tan francés? En el caso de ‘Broker’, fui yo el que quiso hacerla en Corea alentado por el deseo de rodar con una serie de actores de aquel país a los que admiraba profundamente, pero lo hice también alentado por la misma pregunta: ¿en qué medida puedo conservar esa mirada tan japonesa a la hora de retratar una cultura distinta, como es la coreana? Es un reto que me gusta.

«Yo soy de la idea de que el cine es un arte universal. Si hablas sobre sentimientos, emociones, o sobre aquello que anida en el alma humana, da igual donde localices tu historia»


Pero, al final, ‘Broker’ es una película muy Kore-Eda. ¿Siente que tiene un sello personal o somos los espectadores los que conferimos a todas sus películas ese aire de familia?

La verdad es que nunca me he parado a pensar qué imagen se tiene sobre mí y sobre mis películas en Europa. Supongo que es una imagen que viene condicionada por los festivales de cine, que son el espacio donde suelen verse. El público de los festivales conforma una audiencia muy específica, con una mirada muy singular, y suele ser muy receptivo a mis propuestas, pero, a veces, ven en mis obras aspectos que ni yo mismo me había planteado, como en este caso la cuestión del aborto. Con lo del sello personal pasa un poco lo mismo, siempre me han asociado con el cine de Ozu, un director al que admiro pero al que no reconozco como una influencia. Si hubiera de mirarme en un cineasta de la edad de oro del cine japonés, me siento mucho más próximo a Mikio Naruse.