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Entrevue
Bartolomé Seguí
Escritor y dibujante, autor de ‘Boomers’

«Los ‘boomers’ también somos unos revolucionarios de sofá»

El escritor y dibujante mallorquín Bartolomé Seguí publica un retrato «de una generación desbordada» sobre los mayores de 60 y su nostalgia, aunque reivindica a su generación y también a los jóvenes. «Yo soy más de izquierda ahora que de joven. Eso del obrero de derechas no lo entiendo», asegura.

Bartolomé Seguí. (Wikipedia Commons)

Lola y Ernesto son una pareja a punto de cumplir seis décadas y junto a cuatro amigos reflexionan sobre las preocupaciones de su generación, los sueños frustrados y el tiempo de vida que les queda. En eso, Ernesto decide viajar al pasado, a Mallorca, para poder pensar su futuro. Tanto él como su mujer son recogidos por su creador, Bartolomé Seguí, de cuando los inventó a finales de los años 80 en la revista ‘El Víbora’, pero ahora para contar esta historia que llama ‘Boomers’ (Ed. Salamandra Graphic)

Nacido en Palma y residente en Barcelona durante sus primeros años de adultez, Seguí comenzó como escritor, escribió guiones y también era dibujante. Con el tiempo, decidió abocarse a lo segundo y ser creador de cómics. En entrevista con NAIZ, relata que al acercarse a los 60, aunque no haya tenido la famosa crisis de los 40, sí se le han «recolocado muchas cosas» en su mente y por eso quiso plasmarlas a través del arte en este libro.

Con una narrativa que combina nostalgia y esperanza, Seguí traza un retrato costumbrista sobre «las inquietudes y pérdidas de una generación desencantada», aunque él mantiene sus ideales de justicia social, critica a «los obreros que hablan como Amancio Ortega y defienden que los ricos paguen menos impuestos» y asegura tener esperanza en la renovación por parte de las nuevas generaciones.

¿Esta es una obra de catarsis para usted mismo?

En parte, sí. Esta historia, el álbum, es esa necesidad de contar el momento en el que estás. Eso del paso del tiempo que te ha pasado por encima, pero también el paso de tu tiempo, que han cambiado las cosas, que ya no reconoces este tiempo como tuyo. Te sientes algo fuera de sitio, aunque sigues trabajando y tal. No he querido hacer en ningún momento una queja de boomer ni decir qué fantásticos serán estos tiempos. Había esta necesidad de dejarlo escrito y ahí me puse. No sabía bien que me podía esperar de la respuesta de los lectores.

¿Y cómo fue?

Bueno, acaba de publicarse, hicimos la primera presentación en Palma. Pensé que los jóvenes dirían ‘uy, aquí hay otro boomer quejándose’, y estoy sorprendido de la buena acogida en gente muy joven. He escuchado a unos chicos millennials que les había gustado. Espero que se note que no es un libro hecho desde la queja.

¿Cree que hay cierta identificación en esa nostalgia del «boomer» por lo que ya fue y de los más jóvenes por un mundo que ya no será como se podía idealizar?

Yo creo que sí, evidentemente hay cosas que hacen a la edad. Mi generación tiene más pasado que futuro y entonces vives de una manera ineludible lo de la nostalgia. Los más jóvenes imagino que todavía no pueden notar esa nostalgia. Y hay quizás desencanto por cómo nosotros nos pensábamos que todo iba en dirección creciente y ahora ves que las cosas van para atrás. A los jóvenes no les ha dado tiempo ni a pensar, les dijimos que la sociedad va siempre prosperando y de repente no. Las generaciones parece que se van quemando de manera cada vez más rápida. Ellos han pasado dos crisis, una pandemia, y se encuentran que están en un punto en el que no han podido asegurarse un trabajo ni independizarse.

«La nostalgia es ineludible a esta edad. Y hay desencanto porque pensábamos que todo era creciente y ahora las cosas van para atrás. A los jóvenes les dijimos que la sociedad siempre va prosperando y de repente no»

No es un retrato autobiográfico pero dice que sí habla de usted. ¿Cómo es eso?

[Se ríe] Claro, yo no soy Ernesto, pero Ernesto soy yo. Para todos los que escribimos ficción es normal que todos los personajes tengan algo de ti, de tu manera de ver. No quería que fuera la vida de Bartolomé, quería salir fuera y que tuviera este punto en el que la gente se pudiera sentir identificada. Pensé en los personajes que hice en los 90 y que tendrían ahora mi edad, fue una manera de recuperarlos. El álbum último que salió de Ernesto y Lola fue en los 90. Hay personajes en otras historias que siempre tienen la misma edad y a mí esta cosa que el personaje esté vivo y siga viviendo y no esté anclado a un momento siempre me ha gustado.

¿Siente que finalmente ha quedado como un retrato de su generación?

Creo que lo es en el sentido de los temas que habla, del paso del tiempo, la sensación que los referentes ya no son los mismos, de la salud, del sexo que ya no es el que era... En el libro hay un contrapunto de personajes que cogen este rol de queja y otros asentados en la sensatez, que dicen «oye, vamos a aprovechar lo que nos queda», apostar a una jugada por la vida. Este no es un libro sobre la vejez, sino de antes que llegue este momento.

Cuando menciona la nostalgia también percibo que hay un elemento político. ¿Cree que su generación tiene gran decepción de la política?

Yo cuanto más mayor me hago más radical [se ríe]. En contra de eso que dicen que de viejo serás conservador, pues yo sigo más de izquierdas de lo que era de joven. Pero sí, evidentemente tenía ideas más ingenuas. Viendo lo desequilibrada que está la justicia social y cómo las crisis han afectado tan radicalmente a unos para enriquecerse otros, sí, pienso que hay tendencia a desencantarse y a apartarse de la política.

«Cualquier pensamiento que ahora tachan de radical o ultraizquierda lo decían hasta los de derechas cuando éramos jóvenes»

 

La política es importante, no es solo votar cada cuatro años, es lo que gestiona un poco nuestras vidas y quería destacarlo eso también. Cualquier pensamiento te lo tachan de radical o ultraizquierda, pero vamos, estas cosas lo decían hasta los de derechas cuando éramos jóvenes. Estaban aceptadísimos algunos parámetros para cualquier derecha civilizada. Ahora te dicen bolivariano o cosas así, forzando un lenguaje de manera sesgada, me da miedo porque están consiguiendo que la gente se aleje.

¿Se ha perdido esa voluntad de transformar la realidad?

Un poco sí. Pero bueno, más allá de lo que se dice ahora de los jóvenes, los boomers también somos unos revolucionarios de sofá, no nos demos también de… Las batallas son muy bonitas desde casa. A ver, igual de manipulados estábamos antes, Quizás ahora no porque está todo multiplicado por mil, las redes sociales, etcétera, pero antes estabas igual de manejado. Oye, ¡que la Transición no fue tan ideal como nos imaginábamos!

Lo que no se puede hacer es decir «no he visto nada» y a veces en la izquierda falta eso, hay que aceptar que esto no fue lo que nos dijeron. Estamos decepcionados con los referentes de izquierda que había, sí, y no porque mañana vaya a estar en una barricada. Hoy hace falta una militancia de búsqueda de dónde está la verdad, porque hay demasiada información, de la barbaridad ya te vas a enterar en cinco minutos.

En el Estado español, como en otros, el peso en votos de los «boomers» es muy grande y definen las elecciones. ¿Cree que están sobrerrepresentados en el discurso político y que funciona como tapa para la renovación?

Sí, quizás sí. A mi generación, generalizando, a esta edad lo que quieres suele ser tranquilidad, evitar los sustos, anhelamos la jubilación. El mensaje de miedo que dan algunas cadenas, con lo de los okupas o cosas así, es un mensaje que desmotiva o motiva de manera conductiva hacia pensar «oye, qué miedo da todo». Lleva al conservadurismo y luego resulta que te hacen olvidar de cosas concretas que realmente afectan. Yo lo que no entiendo es lo del obrero de derechas realmente… Obreros que tienen sentimiento de Amancio Ortega, no lo entiendo. Que defiendan que los ricos paguen menos y te lo rebatan, no lo puedo entender.

«Me niego a pensar que la juventud está perdida, está currando pero sus mensajes llegan por cauces que los ‘boomers’ no estamos acostumbrados a manejar»

 

Igualmente, yo creo que hay un cambio, que no le llega al público, pero esa renovación está. Me niego a pensar que la juventud está perdida. Hay gente que se está moviendo políticamente a pequeña escala, los jóvenes no son todos unos ni-ni, hay muchos que están ahí currando pero sus mensajes llegan a través de cauces que los boomers no estamos acostumbrados a manejar.

¿Los 60 son los nuevos 40?

[Se ríe] Sí, sí, yo lo decía porque la crisis de los 40 no la tuve. Quizás porque la gente vivía menos antes y a los 60 eras realmente un anciano. Recuerdo a mis abuelos a esa edad y los veías como Matusalén. Posiblemente hemos corrido esos 20 años para adelante.

Al ver su libro, imaginé que un fado portugués o un tango argentino bien podría ser la canción para representarlo en modo sonoro, ¿no le parece?

Sí, sí [se ríe], está bien visto así. Es verdad que la música tiene esa capacidad, como los olores, de traer recuerdos, de evocar un tiempo. Entre un tango y un fado creo que a este libro le pegaría mejor un fado… pero también podría ser el tango ‘Veinte años no es nada’ de Carlos Gardel.