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Desmontando mitos sobre las mujeres en la Prehistoria

Desmontar mitos e ideas preconcebidas sobre qué hicieron y qué no las mujeres en la Prehistoria es el eje del último trabajo de la catedrática Margarita Sánchez Romero, donde demuestra que han participado de forma destacada en la vida social, política, económica y cultural a lo largo de la historia.

Mrgarita Sánchez Romero presentó su trabajo el pasado mes de enero en el Museo de Altamira (Cantabria). (NAIZ)

Margarita Sánchez Romero (Madrid, 1971) –catedrática en la Universidad de Granada, premio Carmen de Burgos a la divulgación feminista de la Universidad de Málaga y colaboradora en programas de La 2 de RTVE–, presentó su trabajo en enero en el Museo de Altamira (Cantabria), donde su posición científica atrajo la atención de decenas de investigadores y curiosos.

En una entrevista con la agencia Efe, Sánchez Romero asegura que en el relato construido de las sociedades prehistóricas «las mujeres han ocupado un lugar secundario que la ciencia no se ha preocupado por entender» y explicar hasta ahora, cuando el feminismo reivindica el «papel fundamental» de las mujeres en la historia.

Por ello, considera imprescindible desmontar mitos e ideas preconcebidas sobre qué hicieron y qué no las mujeres en la Prehistoria. Además, sostiene que esos mitos han servido para invisibilizar a las mujeres o para estereotiparlas vinculándolas a determinadas actividades como la crianza o el cuidado de mayores que, en algunos casos, son minusvaloradas, lo que ha servido para mantener las desigualdades que aún existen con los hombres.

El mensaje que lanzó ante el auditorio con su libro “Prehistorias de mujeres” es que los trabajos atribuidos a la mujer como la preparación de alimentos, el cuidado de las criaturas, la socialización y el aprendizaje «requieren una serie de habilidades técnicas y un cúmulo de experiencias y conocimiento que producen innovaciones y cambios que no han sido valoradas por los discursos históricos».
Según explica, su trabajo «es un libro que no habla de mujeres en la Prehistoria sino sobre las mujeres de hoy y cómo la historia nos ha situado en lugares secundarios», de ahí que pretenda «romper mitos y hacer reflexionar sobre el origen de la desigualdad», y a la vez «destapa la contribución esencial de nuestras antepasadas».

En este sentido, relata cómo el inicio de la arqueología en el siglo XIX como disciplina científica marcó la visión que se tenía de las mujeres y cómo esta sirvió para justificar las desigualdades, aunque destaca que su empeño no es tanto averiguar quién hizo qué, sino en reconocer el valor de esas actividades, independientemente de quién las hiciera.

A su juicio, el problema es que cuando se dice que las mujeres no participan en una determinada actividad como la caza, la creación de arte rupestre o el conflicto violento, no se hace por razones científicas, sino que se hace por suposiciones de cómo deberían haber sido las cosas.
Es más, lo curioso es que cuando se analiza de forma concienzuda el registro arqueológico, lo que se encuentra son pruebas de que las mujeres sí participan en estas actividades, como la caza o el uso de hondas, lanzas, arcos y flechas, o el trampeo.

De hecho, existen sepulturas en las que los cuerpos de las mujeres aparecen asociados a estos útiles, como la mujer enterrada hace unos 9.000 años en el yacimiento de Wilamaya Patjxa (Perú), y se ha documentado que entre un 20% y un 30% de las sepulturas con este tipo de armas pertenecen a mujeres.

Pinturas rupestres

Sánchez Romero recuerda que algo similar pasa con las pinturas rupestres y que no se puede afirmar de manera científica que las mujeres no participasen en la creación de las representaciones rupestres, pues hay huellas dactilares o de manos en distintos yacimientos, y en muchos lugares hay ejemplos en los que las mujeres realizan estas actividades.

Otro ejemplo sería la recolección, cuando ahora sabemos que el mayor aporte a la dieta de las poblaciones de la Prehistoria, hasta en un 9%, proviene del trabajo de las mujeres, «pero eso es algo que ha desaparecido del relato histórico, como su aportación a la tecnología, la innovación o el conocimiento».

Y todo ello porque en las actividades asociadas a las mujeres «se ha minusvalorado su aportación en términos económicos y sociales», solo por el hecho de ser algo vinculado a lo doméstico.
Pese a todo, Sánchez Romero considera que no es cuestión de reescribir la Prehistoria o la Arqueología, «sino de integrar, de paliar las deficiencias en los discursos históricos, y de desmontar los estereotipos establecidos».