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Irán y Arabia Saudí acuerdan restablecer relaciones con la mediación de China

Irán y Arabia Saudí, las dos potencias chií y suní de Oriente medio y enemigos tradicionales, restablecerán relaciones diplomáticas tras un acuerdo que puede influir en varias crisis regionales. La mediación de China, que gana influencia, ha sido clave, mientras supone un revés para Israel y EEUU.

El consejero saudí de Seguridad, Musad bin Muhammad Al-Aiban, el director de la oficina de Exteriores del Partido Comunista de China, Wang Yi y el secretario del Consejo de Seguridad iraní, Ali Shamjani. (EUROPA PRESS)

Irán y Arabia Saudí, las dos potencias chií y suní de Oriente Medio y enemigos tradicionales, han anunciado este viernes un acuerdo para restablecer sus relaciones diplomáticas, rotas por Riad en 2016 tras los ataques sufridos en sus sedes diplomáticas en el país persa en respuesta a la ejecución de un religioso chií por la monarquía árabe.

El acuerdo incluye la reapertura de sus embajadas y se ha firmado en China, que ha ejercido de mediador entre las dos potencias petroleras que desde hace años se disputan la hegemonía regional y apoyan a bandos rivales en varios conflictos de la zona.

«La República Islámica de Teherán y el Reino de Arabia Saudí han decidido reanudar sus relaciones diplomáticas y reabrir sus embajadas en dos meses», señala el comunicado conjunto firmado por los tres países.

Teherán y Riad han mantenido conversaciones en Pekín desde el lunes, lideradas por el secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán, Ali Shamjaní y el consejero de Seguridad Nacional saudí, Musaid Al Aiban.
 
Respetar la soberanía

Como parte del pacto, Teherán y Riad se comprometen a «respetar la soberanía de los países y a la no injerencia en sus asuntos internos». Además, se reactiva un acuerdo de seguridad de 2001 y memorandos de cooperación en economía, comercio, inversión, tecnología, ciencia, cultura, deporte y juventud de 1998.

«Las relaciones entre Teherán y Riad conducirán al desarrollo de la estabilidad y seguridad regional e incrementará la cooperación entre los países del golfo Pérsico y el mundo islámico para hacer frente a los retos existentes», ha señalado Shamjani tras la firma del acuerdo.

Por su parte, el ministro iraní de Exteriores, Hosein Amir Abdolahian, ha indicado que el retorno a la normalidad en sus relaciones «proporciona grandes capacidades a los dos países, la región y el mundo islámico».

Abdolahian y su homólogo saudí, Faisal bin Farhan, «se reunirán para activar el acuerdo, concertar el intercambio de embajadores y discutir formas de fortalecer las relaciones entre ellos»

El comunicado afirma que las conversaciones de Pekín fueron posibles gracias a una oferta del presidente chino, Xi Jinping, que ambos países, archienemigos tradicionales, aceptaron basados en «su deseo de resolver las diferencias entre ellos a través del diálogo y la diplomacia en el marco de los lazos fraternos que los unen».

Rivales regionales

Arabia Saudí cortó relaciones diplomáticas con Teherán en 2016 tras los ataques sufridos en sus sedes diplomáticas en el país persa a raíz de la ejecución en el reino árabe de un importante clérigo chií.

Otras monarquías del Golfo, como Emiratos Árabes Unidos, Kuwait o Bahrein, redujeron sus relaciones con Teherán en apoyo a Riad.

En abril de 2021, comenzaron unas conversaciones en secreto entre Teherán y Riad en Bagdad, que más tarde se hicieron públicas. Además, las dos partes también mantuvieron contactos en Omán, sin que se anunciasen avances.

Irán y Arabia Saudí, considerados las potencias chií y suní de Oriente Medio, respectivamente, se disputan desde hace años la hegemonía regional y apoyan a bandos rivales en conflictos de la zona.

Arabia Saudí ha acusado repetidamente a Irán de «promocionar el terrorismo» en la región mediante el apoyo de los hutíes en el Yemen –donde Riad respalda al Gobierno desalojado al sur del país– o las de las milicias del grupo libanés Hizbulah, así como de tratar de desestabilizar los regímenes políticos de la zona.

Israel, fuera de juego

El acuerdo supone un cambio en las dinámicas de alianzas y rivalidades en la región, que deja fuera de juego los intentos de EEUU e Israel por aislar a Irán.

La Casa Blanca ha saludado el restablecimiento de relaciones pero puso en duda su efectividad al cuestionar que «queda por saber si Irán cumplirá sus obligaciones».

Más claro en su rechazo ha sido Israel que, con el apoyo de Washington, se ha acercado a varias de monarquías árabes restableciendo relaciones y que esperaba hacer lo propio con Riad.

El Gobierno israelí considera el acuerdo irano-saudí «un acontecimiento serio y peligroso para Israel y una victoria política para Irán. Este es un golpe fatal al esfuerzo por construir una coalición contra Irán».

Hizbulah cree que puede resolver crisis

El Ministerio de Exteriores de Irak, en cuyo Parlamento y Gobierno Teherán tiene no poca influencia, saludó también «la apertura de una nueva página» en las relaciones entre las dos potencias rivales.

Omán, que al igual que Irak acogió laos primeros contactos, ha recibido el acuerdo con la esperanza de que contribuya a reforzar la seguridad y la estabilidad en la región.

También Hizbulá se felicitó por un acuerdo «que puede ayudar a resolver crisis en Líbano, Siria, Yemen y en toda la región». No obstante, dijo confiar en que la reconciliación no se produzca a costa de los movimientos de resistencia en Líbano y Palestina o del pueblo yemení».

Si hay un claro ganador del acuerdo es China, que gana peso como potencia de referencia en la mediación de uno de los mayores conflictos de Oriente y en su estrategia de expansión económica. Pekín firmó en 2021 un gran acuerdo estratégico con Teherán para los próximos 25 años en los campos de la energía, la seguridad, las infraestructuras y las comunicaciones.