«Donostia está en una encrucijada, el interés privado ha crecido de forma desbocada»
Víctor Lasa representa la cara nueva en las elecciones municipales de Donostia. El candidato de Elkarrekin Podemos cree que «la ciudadanía tiene que decidir si vuelve a tomar las riendas y el control de las grandes decisiones o si seguimos poniendo una alfombra roja para los intereses privados».
¿Quién es Víctor Lasa?
Soy un donostiarra, de Gros, que lleva los últimos veinte años viviendo por el mundo. Acabo de doctorarme en Ciencias Sociales, en los últimos años he estado con un pie en la universidad y con el otro siendo asesor estratégico de grandes proyectos, sobre todo en el área de comunicación. Antes de eso estudié Administración de Empresas en Deusto, y estuve trabajando en compañías como Mercedes Benz en Madrid, la CAF me mandó a Australia, también en Sudáfrica con una beca del Gobierno Vasco para comercio exterior…
Siempre traté de trabajar en grandes proyectos que tuvieran relación con lo público. En Australia además me metí en Wikileaks, fue asesor de Julian Assange cuando se presentó al Senado australiano en 2013, estando él recluido en la embajada de Ecuador en Londres. Y ahí se me metió el gusanillo.
Y de repente regresa a Donostia, una ciudad pequeña, para tratar de ser alcalde.
Donostia es una ciudad pequeña pero que tiene un formato un poco de capital internacional, siempre ha estado muy abierta al mundo. Muchos de los desafíos globales a los que nos enfrentamos tienen una proyección local muy concreta. Me frustraría mucho ver cómo todos esos problemas se desarrollan en Donostia y no intentar hacer nada al respecto.
Antes de hablar de recetas tenemos que conocer su diagnóstico.
Donostia se encuentra en una encrucijada histórica importantísima, en la que va a definir cuál es su futuro. Se ha dejado que crezca el interés privado de manera desbocada, y tiene que haber un equilibrio. Una ciudad es un lugar de coexistencia y desarrollo humano, y para que eso exista tiene que haber lugares públicos en los que podamos decir ‘esta es mi ciudad y aquí estamos’.
Nos encontramos en un momento en el que Donostia tiene que decidir si su ciudadanía vuelve a tomar las riendas y el control de las grandes decisiones o si seguimos poniendo una alfombra roja para los intereses privados.
En ese contexto de participación ciudadana, usted ha estado poniendo como ejemplos proyectos como el del cerro de San Bartolomé o el nuevo Culinary Center.
Son dos casos muy representativos de cómo funcionan las cosas en esta ciudad, proyectos que nos entregan hechos, con un lacito rojo, y en los que se prima el interés privado. Hace falta mucha más participación. No hay que reinventar la rueda, yo recuerdo de pequeño ir a votar el mejor proyecto del Kursaal.
Hay algunos temas ineludibles, la vivienda es uno de ellos.
Veo mucha resignación, en las instituciones y en la gente, se dice ‘Donostia siempre ha sido caro, qué le vamos a hacer’.
Se argumenta que la ciudad es bonita, que ofrece muchas cosas y que es normal que sea cara.
Vale, vámonos a una ciudad bonita, que ofrece grandes cosas y que atrae mucha atención. Viena, la capital de Austria. En Viena, dos tercios del parque público es de protección y el 70% de la población vive en vivienda protegida. Y es porque tienen otra cultura de hacer las cosas y adoptan otras políticas.
En Euskadi tenemos una ley vasca de vivienda, que se hizo cuando era Patxi López lehendakari. El PNV votó en contra y por eso probablemente no la aplica. Dicen que van a hacer el 40% de vivienda protegida en los cuarteles de Loiola. ¡Es que el 40% es el mínimo legal establecido!. Y ahora vamos a tener una ley estatal de vivienda que nos va a dar muchas herramientas, empezando con la regulación del precio del alquiler.
Comentaba un periodista que en Donostia hay dos tipos de personas, los rentistas y los que aspiran a serlo, y que por ello mucha gente no tiene interés en que baje la vivienda.
Tenemos un problema estructural, vemos la vivienda como una inversión y no como un derecho. Dicho esto, es legítimo que las familias utilicen activos inmobiliarios como herramienta de ahorro, su casa. Normalmente es el mayor activo que tenemos. Pero hay una gran diferencia entre eso y comprar una, dos u ocho casas para alquilar, o comprar una casa para convertirla en un AirBnB. Es una cultura del sálvese quien pueda, yo ya tengo mi casa en Donostia, pues que suba, ¿pero y mis hijos y mis nietos? Porque si sube la tuya suben todas.
Esto hay que relacionarlo con el concepto de ‘sostenibilidad’. A este Ayuntamiento le encanta poner el nombre de ‘sostenible’ a muchas cosas, como las concejalías de Urbanismo Sostenible o de Turismo Sostenible… Sostenibilidad es la capacidad de nuestra generación de cubrir nuestras necesidades sin afectar a las capacidades de generaciones futuras de cubrir las suyas. Si no somos capaces de cubrir nuestra necesidad de tener una vivienda, ¿qué va a pasar con las siguientes generaciones?
Ha mencionado el turismo. Es complicado, porque crea riqueza, puestos de trabajo –aunque otro debate es la calidad de los mismos–, pero al mismo tiempo genera afecciones negativas evidentes. Al margen de que a nosotros nos gusta salir de viaje como al que más. ¿Cómo se regula esto?
Donostia siempre ha sido una ciudad turística, no es algo puntual. El primer monasterio de San Sebastián, que dio nombre a la ciudad, funcionaba un poco como hospedaje para peregrinos. El turismo es una industria extractiva, y como todas las industrias extractivas necesita de una alta regulación por parte de las instituciones públicas. Se tiene que diseñar en base a las necesidades de la ciudadanía, no en base a las necesidades de ciertas industrias. En Donostia hay un claro vector de presión, la hostelería.
La mitad de los donostiarras cree que ya hemos tocado techo, dos tercios se sienten expulsados de sus espacios, y esto solo va a ir a peor, porque no hay un plan, no hay nadie al volante.
Debemos asegurarnos de que los beneficios del turismo estén bien distribuidos y se utilicen para la regeneración de la vida ciudadana. Si se diseña bien, en Donostia se va a vivir mejor por el hecho de ser un destino turístico, con transporte público gratuito y más frecuente, más cultura gratuita, más financiación para obra pública, para peatonalización…
¿Cómo se hace eso? Con una serie de tasas e impuestos que estén bien aplicados sobre la industria turística. ¿Queremos ahogar a la industria turística? No, queremos que sea una industria regulada, porque es una industria extractiva, y el recurso que extrae somos nosotros, nuestro tejido social y cultural, la gente viene a visitar cómo vivimos, nuestra gastronomía… no vienen a ver una playa o una selva. Somos el mayor valor de esa industria, y una industria que crece a costa de su mayor activo es una industria antieconómica, es un modelo obsoleto.
Respecto a movilidad, le he visto citar como referente a Pontevedra, que ha potenciado el transporte público y los desplazamientos a pie y en bicicleta. Un resultado que gusta pero que a la vez se encuentra con fuertes resistencias, cada vez que se habla de quitar un carril a los coches cunde el pánico…
Es el miedo a lo desconocido, aunque no es ya tan desconocido. Se sabe que el modelo funciona, que se vive mejor, que al comercio local le va mejor.
Tenemos que convertir los parkings del centro en parkings de residentes, y poner parkings rotatorios nuevos en una zona de circunvalación, en Ibaeta, en Illunbe, en Miramón, y decirle a la gente que tendrá autobuses, tranvías, bicis de alquiler, para moverse por Donostia. En Pontevedra ha aumentado la población, porque la gente quiere vivir en una ciudad así.
Ahora veo un gran problema con la nueva entrada de la variente que se está haciendo en Marrutxipi. Pensamos que hay mucho tráfico y ponemos más carriles, cuando eso lo que hace es un efecto llamada, a más carriles más coches. Marrutxipi va a meter en Gros y Ategorrieta el tráfico que llega de Europa, ¿cómo se va a absorber algo así? Y además se ha hecho talando 540 árboles de diez especies diferentes, un nido de biodiversidad.
En general las encuestas dan a Elkarrekin Podemos una bajada de tres a dos concejales. ¿Cómo lo ven desde dentro?
Acabo de llegar a la política y tengo la ilusión de sacar muchos concejales para ser una fuerza representativa y clave en el gobierno. En esta ciudad han ganado las elecciones muchos partidos diferentes, eso quiere decir que la ciudadanía donostiarra escucha, es crítica y reflexiona. Aspiro a gobernar, lo tengo clarísimo, si no no me hubiera metido. Imanol nunca sale a empatar un partido.
Los sondeos también auguran la victoria del PNV…
Una cosa que hace muy bien es el marketing y la comunicación, parece que son los mejores gestores. Pero el Ayuntamiento no es una empresa, es una institución pública en la que se ofrecen servicios para facilitar que la gente viva bien. Me parece que el PNV eso lo confunde mucho, es como si se presenta Florentino Pérez a presidente del Gobierno del Estado diciendo «soy un gran gestor». Pero ¿qué gestionas tú y cómo va a acabar eso?
Además el PNV cuenta con un socio muy fiel…
No deja de sorprenderme la actitud del PSE en Donostia. Se están autoanulando. Marisol Garmendia sale ahora con muchas propuestas efectistas, pero ¿dónde ha estado los últimos ocho años?, ¿va a venir a salvarnos de sí misma? Siguen el modelo de ciudad del PNV, y se vio muy bien cuando en las primarias vino Odón Elorza con un discurso impugnativo de ‘tenemos que girar 180 grados’, y ganó Marisol Garmendia con un discurso continuista.
A nivel interno, en Elkarrekin Donostia se han producido algunos problemas durante la legislatura…
Los ha habido, pero conmigo empieza un capítulo totalmente nuevo. Hemos renovado la coalición con Izquierda Unida y la hemos ampliado a Equo y Alianza Verde, por lo que estamos súper contentos y orgullosos.