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El «efecto Guggenheim» no oculta los «agujeros negros» del nuevo Bilbo

La sucesión de proyectos, galardones y el flujo de visitantes atraídos por la ciudad de servicios construida en torno al Guggenheim no oculta las carencias que mantiene la mayor urbe del país. Nadie duda de la victoria del PNV en las elecciones, la incógnita es si lo hará con mayoría absoluta.

El Museo Guggenheim sigue siendo pieza clave en el desarrollo de Bilbo. (Aritz Loiola | FOKU)

Bilbo sigue siendo un polo de atracción turístico, así como una ciudad en construcción, y con ello, gracias a la política de captación de empresas y capitales vinculados a su desarrollo, consigue que revistas internacionales como ‘fDi Intelligence’, perteneciente al prestigioso grupo editorial ‘Financial Times’, la considere como la décima mejor ciudad europea de tamaño grande en atracción de inversión extranjera directa.

Bilbo es la única localidad de tamaño grande, a nivel del Estado español, presente en este ranking y compite con ciudades de la talla de Oporto (Portugal), Birmingham, Glasgow y Manchester (Gran Bretaña), Amberes (Bélgica) o Gotemburgo (Suecia).

En esa publicación se destaca a la isla de Zorrotzaurre como un «distrito urbano de innovación» capaz de atraer talento e inversión extranjera. Quienes habitan en la Ribera de Deustu tienen otra opinión bien distinta, cansados de pedir que se atiendan demandas básicas y sufrir el atropello de quienes impulsan una de las últimas transformaciones urbanas del Botxo pensando más en las plusvalías que en las necesidades humanas.

Palabras fetiche para los gurús del marketing político que buscan hipnotizar a la ciudadanía de a pie, la que principalmente vive en el Bilbo real y que es la llamada el 28 de mayo a optar por alguna de las candidaturas a la Alcaldía.

El alcalde y su equipo muestran orgullosos reconocimientos que algún día habrá que saber cuánto cuestan al erario mientras al común de los mortales le preocupa más la merma en servicios esenciales como la sanidad pública, con la clausura del PAC de Deustu o el traslado de la Cirugía Cardiaca de Basurto como hitos; el cierre del pequeño comercio o disponer de un transporte público accesible, algo por lo que claman los más de 70.000 habitantes de los barrios del sur.

La gran incógnita es sí el jeltzale Juan Mari Aburto alcanzará la mayoría absoluta, como lo hizo Iñaki Azkuna en 2011, cuando logró 15 ediles al romper el techo electoral del PNV. Hasta entonces no habían logrado, ni coaligados con EA, más de 13 corporativos. Eran otros tiempos, en los que el PP contaba con 6 representantes y Bildu accedía al Consistorio con 4 concejales, al igual que el PSE.

Azkuna obtuvo 74.302 apoyos y Aburto parece que se ha puesto esa meta después de que hace cuatro años alcanzase los 71.822 sufragios y 14 actas de concejal, mejorando en 8.180 votos y un representante los resultados de su primera incursión en el ámbito municipal. Aspira a revalidar su tercer mandato fijando como prioridades «las personas, los barrios y el desarrollo económico y la calidad de vida de Bilbao».

«Quiero un Bilbao hecho con la B de barrios; la I de igualdad; la L de limpieza; la B de Bilbobus y BilbaoBizi; la A de accesibilidad; y la O de oportunidades en lo personal, en lo económico y en lo vital», afirmó el alcalde y candidato a la reelección en el acto de presentación pública de la plancha con la que concurre.

Aburto se presenta como cabeza de cartel de un proyecto de éxito, algo en lo que discrepa EH Bildu, con perspectivas de mejorar resultados, que considera que la capital vizcaina está estancada a consecuencia de la «no gestión y la visión cortoplacista». María del Río, que lidera la lista soberanista de izquierda, incide en que las desigualdades no han hecho sino aumentar en los últimos años. Un breve paseo por el centro sirve para constatar los cientos de personas que malviven en sus calles, a los que hay que añadir aquellos con unas condiciones de vida precarias.

Las colas en los comedores sociales o en los bancos de alimentos nos muestran la otra realidad que los discursos institucionales solo mencionan cuando desde el movimiento social les achacan inacción y los gobernantes lo rechazan. La realidad es que se persigue a los migrantes que buscan cobijo en espacios públicos, como el cerramiento de las canchas deportivas de Atxuri, o se despliega a diario un gran operativo policial en las calles de barrios históricos como San Francisco, Bilbao la Vieja y Zabala, donde muchas personas llegadas al Botxo buscan desarrollar una vida digna si la gentrificación se lo permite y no los expulsa.

«El Bilbao metropolitano está entre las áreas urbanas con mayor tasa de paro juvenil de toda Europa. Asimismo, los datos del Gobierno Vasco nos sitúan a la cabeza de la pobreza real. Son rankings que no queremos liderar», afirma Del Río.

Aboga por un modelo de gobernanza que «empodere a la ciudadanía», con espacios para la participación real y que enriquezca tanto a los y las vecinas como al movimiento asociativo en las decisiones que afectan a su entorno y sus vidas. «Imaginad qué no seríamos capaces de alcanzar si contáramos con otro modelo de gobernanza. Potenciar en lugar de entorpecer; cooperar en vez de despreciar; levantar puentes y no muros entre la ciudadanía y la Administración. Tenemos que construir en horizontal, porque hacerlo como hasta ahora, en vertical, solo incrementa y ensancha las brechas sociales ya existentes», sostiene la candidata.

Nora Abete, concejala de Movilidad y Sostenibilidad, es la aspirante a la Alcaldía por el PSE. Aunque ha compartido Gobierno municipal con los jeltzales y está por aclarar cuál es el papel que jugarán como socios de estos, estima que la villa necesita «un cambio en positivo».

«Es el momento de que Bilbao vuelva a tomar impulso, pero de forma más vanguardista, actual y adaptada a los nuevos tiempos», defiende. El PSE obtuvo un buen resultado hace cuatro años, sumando un acta de concejal hasta las cinco y 7.422 apoyos más, que tendrá que revalidar la sustituta de Alfonso Gil, ahora en el Senado español.

La maquinaria jeltzale no ha dejado muchos resquicios para que su gestión haya brillado y en estos últimos compases del mandato se hizo público el desacuerdo entre los socios sobre el cierre al tráfico privado del tramo de Gran Vía entre la plaza Circular y el cruce de Urquijo, un acuerdo plenario de 2018 en el marco del Plan de Movilidad Urbano Sostenible (PMUS). También impulsaron el 30 km/h en las principales arterias, que se puso como ejemplo a nivel estatal, pero que se ha ido diluyendo por la ausencia de un control efectivo.

Ana Viñals es la candidata de Elkarrekin Podemos-IU. Después de cuatro años en el Consistorio, tiene claro que hay que estar en la calle con la gente. «Tenemos que estar en los barrios, con las vecinas y los vecinos, sin exclusiones, porque es con la suma de las ideas y propuestas de las personas es con lo que vamos a construir la ciudad que necesitan», manifiesta.

Para Viñals, que ha liderado el grupo de tres concejales que le otorgaron hace cuatro años los 17.661 sufragios obtenidos, es fundamental «dejar atrás ese modelo muy antiguo que tienen algunos de gestionar, a espaldas de la gente, más atentos a los intereses y negocios de unos pocos».

Otra incógnita que queda por despejar, es si el PP es capaz de remontar después de concatenar batatazo tras batacazo. La elegida por Carlos Iturgaiz es Esther Martínez, que tiene ante sí un reto descomunal viendo que la lista de la actual portavoz, Raquel González, se quedó con 15.441 votos y 3 concejales frente a los 51.499 apoyos y 8 ediles de Antonio Basagoiti en 2003.

El problema es que lo fía todo a la lucha contra la delincuencia y recordar las promesas incumplidas del PNV, a donde han ido elección tras elección muchos de quienes introdujeron en alguna ocasión su papeleta en la urna.

La llegada del TAV a Abando y la reordenación urbana del espacio que ocupa la playa de vías es una de las promesas que se repiten periódicamente. Aburto promete una maqueta de la futura estación en dos años mientras Adif desliza que la redacción del proyecto constructivo del soterramiento ferroviario necesitará de un lustro. Todo hace presagiar que el próximo candidato del PNV a la Alcaldía en 2027 tiene ya un tema para su campaña mientras al resto de los mortales nos queda aventurar cuándo llegará y cómo será lo que ahora es una brecha en la trama urbana en pleno corazón de Bilbo.

Y asociado a este proyecto se encuentra la futura línea 4 de metro que los barrios del sur reivindican. Más fortuna puede tener Errekalde, a la espera de que la Diputación vaya dando pasos para la eliminación del viaducto, al igual que Zorrotza, pendiente del soterramiento de las líneas ferroviarias que la cruzan y del Plan Especial de Punta Zorrotza, otros antiguos terrenos industriales y portuarios que son una nueva oportunidad; habrá que ver si para los especuladores o para la ciudadanía.

Bilbo es atractivo para los inversores y cediendo la gestión de servicios públicos el PNV piensa seguir construyendo ciudad. Lo hizo con la estación intermodal de Garellano y ahora lo trata de repetir con el futuro equipamiento que desea levantar en La Casilla después del abandono del viejo pabellón. Artxanda es otro de los elementos que trata de relanzar tras la compra de Nogaro mientras urbaniza espacios naturales entre las críticas de los ecologistas.