La poco casual detención de Sturgeon y el problema de la causa independentista de Escocia
Algunas voces independentistas achacan la detención de Sturgeon a la estrategia anti-independentista de Londres. Otras asumen que ha habido cosas que se han hecho mal. La realidad es que la losa parece cada vez más complicada de levantar y que el independentismo va perdiendo gas en Escocia.
Durante las últimas semanas el arresto de Nicola Sturgeon parecía inevitable. No por ello, cuando este domingo saltó la noticia, dejó de ser un nuevo mazazo para el SNP y el independentismo escocés. Es cierto que quedó en libertad sin cargos a las pocas horas, tras prestar declaración, pero la sombra ya es alargada.
La detención se enmarca dentro de la Operación Branchform. Un nombre al que no hay que buscarle la vuelta, ya que en Escocia los nombres de las operaciones policiales se escogen al azar y, de hecho, este no significa nada.
Lo que no parece azar son los acontecimientos de los últimos meses en Escocia. Sturgeon dimitió el 15 de febrero tras ocho años al frente del Ejecutivo escocés, tras ser la mandataria más longeva en la corta historia del Parlamento de Edimburgo. Desgastada por unas promesas incumplidas para celebrar un nuevo referéndum de independencia, aseguró que dejaba el cargo para dejar paso a un nuevo líder que lo haría «mejor».
Apenas mes y medio después fue detenido Peter Murrell, antiguo directivo del SNP y marido de la ex ministra principal, además de Colin Beattie, extesorero del partido. Las pesquisas se remontan a julio de 2021, cuando las autoridades recibieron una serie de denuncias relativas a la gestión de donaciones. En concreto, surgieron sospechas en torno a la utilización de unas 660.000 libras que el partido recaudó para promover la convocatoria de un nuevo referéndum de independencia.
Un partido hegemónico tocado
El SNP, que guardó absoluto silencio, asegura que ya ha devuelto ese dinero. Tan solo algunas voces como Ash Regan, que fue candidata a sucederla, o el parlamentario Angus MacNeil han hablado. Y ambos lo han hecho para pedir a Sturgeon que se haga a un lado. Tampoco Humza Yousaf, sucesor de Sturgeon, ha hecho pública ninguna declaración al respecto. Mientras su antecesora estaba en comisaría, el actual premier escocés se fotografiaba sonriente en un acto en Perth. Antes, en una entrevista en la BBC, preguntado por la exmandataria, se limitó a decir que estaba «en un buen lugar» y más tarde se ha limitado a señalar que no suspenderá a Sturgeon, recordando que salió sin cargos.
Sin embargo, el arresto de la exdirigente del partido es un momento profundamente delicado para el SNP, al tiempo que presenta un nuevo escollo para su sucesor, quien se autodenomina como el «candidato de la continuidad» y parece incapaz de escapar de la sombra de Sturgeon.
La formación independentista ha ganado todas las elecciones celebradas en Escocia desde 2007. En contraste, en abril de este año, cargos y militantes del partido han descrito la conmoción y la necesidad de un examen de conciencia mientras lidiaban no solo con el caos provocado por los primeros arrestos y registros, sino también con las consecuencias de la dura contienda por el liderazgo para reemplazar a Sturgeon, que expuso profundas divisiones internas sobre la estrategia independentista y la dirección política.
A pescar en río revuelto
Las encuestas han mostrado una marcada caída en el apoyo al SNP después de la renuncia de Sturgeon. La última, publicada la semana pasada, mostraba el independentismo siete puntos por debajo del unionismo en un hipotético referéndum. Una consulta que los escoceses ven cada vez más lejana. En 2019 los nacionalistas lograron 48 de los 59 asientos que le corresponden a Escocia en Westminster. Los laboristas solo lograron uno. Por primera vez en muchos años, parece que la tendencia arrolladora del SNP puede llegar a su fin y que esos números no volverán a repetirse. Y los últimos acontecimientos no ayudarán.
El otro partido independentista, Alba, creado por el predecesor y mentor de Sturgeon, Alex Salmond, espera agazapado la caída del SNP. A pesar de sus malos resultados en las elecciones a las que se han presentado, están convencidos de que la falta de concreción en la estrategia independentista y estos últimos reveses deben pasar factura al partido más fuerte de Escocia y esperan recoger frutos de ello.
Desde que la Corte Suprema negase el derecho de Escocia a organizar un referéndum sin el aval de Londres, que era el plan B de la era Sturgeon tras la falta de permiso de Westminster, que siempre ha sido la opción preferida del SNP, el independentismo se ha quedado sin una hoja de ruta clara. La anterior premier apostó después por utilizar las próximas elecciones generales como referéndum de facto, algo que Yousaf ya ha rechazado, insistiendo en el plan A. Ahora ha prometido su apoyo a un Gobierno laborista en el Reino Unido, con la condición de acordar el referéndum. Por el momento, fuegos de artificio, ya que donde el SNP se debilita los laboristas se fortalecen. Futuro complicado para el SNP.