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Ibarrola recibe gritos de ‘UPN kanpora’ y pitos en su primera procesión

La procesión de San Fermín ha resultado un baño de masas para Joseba Asiron, el más «votado» en el centro de la ciudad. En el tramo final, la ascensión por Curia, cierta tensión por los pitos, los aplausos y los gritos de 'UPN Kanpora' que se confundían con el tañir de las campanas. 

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La nueva alcaldesa de Iruñea, Cristina Ibarrola, ha estrenado el cargo en la procesión del día grande de las fiestas, en cuya parte final ha tenido que escuchar gritos de ‘UPN kanpora’ y silbidos, además de cánticos en favor de Euskal Herria.

 

La protesta le ha llegado sobre todo tras cruzar la Plaza del Ayuntamiento, a las 14.20, en la parte de Mercaderes y Curia. Se han oído pitos, gritos de «fuera» y gritos en favor de Euskal Herria, todo ello mezclado con irrintzis y sobre todo pitos, en un estruendo ensordecedor.

Un fuerte contingente de la Policía Municipal ha rodeado a la primera edil. No ha habido empujones ni cargas, como ha ocurrido estos últimos años.

Más tranquila aún ha sido, como es norma, la primera parte de esta mañana de continuas idas y venidas de la Corporación entre el Ayuntamiento, la iglesia de San Lorenzo y la catedral. De hecho, Ibarrola ha declarado que el evento «de momento está siendo maravilloso», y ha considerado que es «difícilmente» igualable «ver tanta gente arropando, apoyando».

«Nunca había sentido una emoción tan grande. Yo antes lo he comparado solamente con el nacimiento de mis hijos. No se me ocurre otra cosa. Precioso», ha subrayado.

De camino a la catedral

La procesión es uno de los actos de San Fermín menos turistificados, salvo en el tramo final, donde los gritos son más críticos y negativos, una vez la talla del santo ha sido devuelta a la capilla. De ahí que el paseo desde San Lorenzo hasta la catedral esté protagonizado por las reacciones de los vecinos al paso de los distintos miembros de la corporación en traje de gala. 

Asiron, de largo, es el más popular, aunque también la alcaldesa tiene sus apoyos. La procesión de este año despertaba mucha expectación después de los incidentes que acabaron en violencia bidireccional entre la Policía Municipal y algunos de los presentes en Curia, motivo por el cual una de las primeras medidas de la alcaldesa Ibarrola fue amenazar con multas de 30.000 euros a quien entorpeciera el paso de la comitiva.

La reacción, finalmente, estuvo marcada por el enorme tirón popular que tiene el líder de EH Bildu en la ciudad. La izquierda abertzale cuenta con el candidato que más apoyo ha concitado en la historia, que no gobierna por los miedos del PSN, y la gente se lo ha querido hacer saber. Las muestras de cariño y los gritos de «Alkate, alkate!» se han escuchado bastante más que el cántico de «UPN, kanpora!». 

Ha habido, sin embargo, piropos para la inmensa mayoría. Casi todos los concejales tenían algún conocido en un balcón que les lanzaba un «guapo» y les llamaba por su nombre en busca de que les devolvieran el saludo. Unos más, otros menos. Eso también es cierto. 

El ambiente, como se ha adelantado, ha cambiado una vez sobrepasado el ayuntamiento. Ahí, el cordón policial se ha redoblado y la Policía ha optado por partir la corporación en dos mitades, dejando a los concejales de EH Bildu con la protección mínima y blindando al resto por los cuatro costados. 

Difícilmente habrá tenido consciencia la alcaldesa y su grupo de lo ocurrido tras el muro de forzudos que la rodeaban. En cualquier caso, y a la espera de las miles de imágenes que en breve irán apareciendo, la subida ha sido rápida y sin incidentes. 

Una vez acabó todo, un municipal comentaba la jugada con un compañero. «¿Qué te ha parecido? Tensión, ¿no?». A lo que el otro le ha contestado: «Sí, tensión y nada más».