Voto de autodefensa contra la amenaza bicéfala de la derecha extrema rojigualda
La amenaza a la que el electorado de Euskal Herria se enfrenta no es solo un gobierno de coalición entre PP y Vox, sino también que se pretenda hacer aparecer a Feijóo como moderado, con lo que ya coquetea el PNV.
Estamos oficialmente metidos ya en la campaña para las elecciones a las Cortes españolas y hasta el independentista más recalcitrante lo tendrá difícil para decir que los vascos y vascas no nos jugamos nada en las urnas este 23 de julio.
El gran elefante presente en la habitación es la posibilidad de que la derecha más extrema llegue a la Moncloa, y que los despropósitos que estamos viendo ya en algunas comunidades autónomas o municipios del Ebro hacia abajo se nos vengan también encima a la ciudadanía vasca.
Y se llega a esta situación con el primer Ejecutivo de coalición de izquierdas desde 1936 que, con sus enormes carencias, ha ofrecido avances sociales, ha afrontado la crisis con un punto de vista muy distinto al anterior y, en el contexto europeo, tiene una hoja de resultados económicos que está obligando a la derecha a poner en marcha toda la maquinaria del insulto y las fakes news para tratar de desviar la atención del electorado sobre lo que ocurre en sus propios bolsillos, y reemplazarlo por el discurso de la necesidad de acabar con el Sanchismo.
Pretende, y los resultados electorales en muchas partes del Estado demuestran que consigue, que un trabajador anteponga su visión rojigualda alérgica a todo lo que sea Catalunya y el demonio llamado EH Bildu, a la subida del Salario Mínimo, las pensiones (siempre mejorable) o a haber tenido instrumentos para no irse al paro puro y duro durante la pandemia.
Desde Euskal Herria tampoco podemos olvidar dónde estaban los presos políticos hace cuatro años, donde están ahora, y a donde muchos quieren que vuelvan cuanto antes mejor.
La amenaza de que la derecha extrema llegue al Gobierno es doble.
Por un lado está la alarma más evidente en este momento y que casi todo el mundo tiene en la cabeza: una coalición entre Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal.
Habrá quien recuerde -no sin razón- que ambos militaban en el mismo partido hace no tantos años. Por ejemplo, cuando hace 25 años José María Aznar gobernaba con mano de hierro y haciendo todo aquello que «¿acaso pensaban que no nos íbamos a atrever?».
Sin embargo, ese cuarto de siglo no ha pasado en balde. La derecha trumpista ha perfeccionado su estrategia internacional con la inyección de teorías y dólares, a lo que hay que sumar que ha perdido toda vergüenza a superar límites que pensábamos infranqueables. No les importa rebajar los controles de la tuberculosis en el ganado, considerar un río una pérdida de agua al mar, censurar el “Orlando’ de Virginia Woolf o escribir que «las mujeres son más beligerantes, porque carecen de pene». ¿Son anécdotas? Son la categoría. Son capaces incluso, como hicieron Trump y Bolsonaro, de hablar de fraude electoral cuando ellos mismos están en el Gobierno. Ya antes del 28 de mayo el PP deslizó la posibilidad de manipulaciones en los recuentos, lo que se desvaneció cuando ganaron las elecciones.
Operación para blanquear al PP frente a Vox.
Ante el temor que genera que Santiago Abascal pueda llegar al Gobierno del Estado se está abriendo paso una estrategia de blanqueamiento del PP. Felipe González en el artículo ‘‘Pónganse de acuerdo’’, publicado en el monográfico de Nueva Revista ‘‘Pactar es progresar’’, abogaba el lunes por la búsqueda de «soluciones en las que la lista más votada sea aceptable cuando no haya otra opción».
El PNV está también abonándose a esta idea de que el PSOE permita gobernar al PP para impedir que Vox tenga ministerios.
Quien crea que esta pueda ser una estrategia exitosa para frenar a la derecha extrema debería hacer un repaso de la trayectoria electoral de Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid. De hecho, quien crea que Alberto Núñez Feijóo va a ser más moderado con Vox marcándole cada día desde el Congreso, los medios y las redes, puede coger también el mismo ejemplo de la pupila de Miguel Ángel Rodríguez.
Un voto de autodefensa desde Euskal Herria.
En este contexto, quienes crean en la defensa de los derechos nacionales de Euskal Herria y de los derechos políticos y sociales de su ciudadanía sepan que tienen en su mano las papeletas que van a hacer todo lo posible para que la derecha extrema rojigualda no acabe en el Gobierno, sea en forma de coalición entre PP y Vox, o con cualquier otra fórmula que permita que Alberto Núñez Feijóo acabe en la Moncloa.
El repaso del pasado puede ser una guía para el futuro. Por ejemplo, Patxi López, uno de los principales activos del PSOE en estas tierras, ya se abstuvo en octubre de 2016 para permitir que Mariano Rajoy fuera reelegido presidente y apostó públicamente por ello. Después ha dicho que aquella decisión fue «un error», pero su credibilidad está marcada por aquel mitin en Basauri en febrero de 2009, cuando aseguró que no iba a pactar con el PP para ser lehendakari y unos días después estaba en Ajuria Enea gracias a los votos de los parlamentarios de Antonio Basagoiti y con Arantza Quiroga como presidenta de la Cámara.
En cuanto al PNV, en 1996 apoyó la investidura del José María Aznar, quien, por ejemplo, dos años después cerró “Egin”. Y, en 2018, a pesar de que el Gobierno de Rajoy aplicó el 155 en Catalunya, los jeltzales le aprobaron los Presupuestos Generales del Estado aunque, eso sí, al poco apoyaron la moción de censura presentada por Pedro Sánchez.
En esta ocasión, cuando Alberto Núñez Feijóo ya ha presentado su programa electoral, que desde medios jeltzales ha sido calificado como «centralización», tanto Andoni Ortuzar como Aitor Esteban hablan de él como un mal menor, y no está claro que hará el PNV si algo acaba dependiendo de los votos de sus diputados.
Visto este panorama, y visto además desde Euskal Herria tras el tsunami del 28 de mayo, quien quiera que su papeleta sea un muro de contención contra la derecha y la restricción de derechos económicos, políticos y sociales que conllevaría (hasta anuncia que subirán la luz y el gas) y en favor de seguir construyendo país, ya sabrá qué hacer.