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25 años sin corridas y 25 años hacia su final

Este martes ha concluido en Illunbe el ciclo, reducido ya a tres corridas, de Aste Nagusia. Era el 25 aniversario de la inauguración de la plaza pero no ha supuesto un repunte, sino más bien una constatación del declive. A falta de tirón popular, el Ayuntamiento sigue teniendo la palabra.

Caballos y jóvenes (había promoción con entradas a 10 euros) en la entrada a Ilunbe este martes. (Idoia Zabaleta | Foku)

En 1998, hace justo 25 años, las corridas de toros volvieron a Donostia tras un vacío de otro cuarto de siglo. Fueron nada menos que siete, cubriendo toda la Aste Nagusia, y en varias de ellas las gradas se llenaron. El efecto novedad hizo que se vendieran miles de abonos, algunos por simple curiosidad y otros por nostalgia de lo que habían visto de jóvenes en el coso del Txofre, en otros tiempos muy diferentes a estos. Nada que ver con esta edición de 2023, en que se han programado tres corridas y ninguna de ellas ha llenado las 11.000 localidades.

De hecho, en la primera de ellas (la del domingo) apenas se vendieron 3.000 entradas. El lunes fueron 5.000. Y este martes se han reunido 9.000 personas, en la que teóricamente era la más importante, aunque a última hora se ha caído del cartel el peruano Roca Rey, que en este momento es el número uno del escalafón de matadores.

Entre ellos se incluyen aficionados venidos de los estados francés y español, algunos turistas de otros lares y unos centenares llegados de Debaldea o la Ribera navarra, donde las corridas siguen teniendo tirón. Donostiarras, pocos, cada vez menos. Por cerrar la comparativa de evolución, si a finales de los 90 se llegaron a sumar 63.000 espectadores, en 2023 han sido 17.000.

Y los que van, ¿por qué lo hacen? Así lo resume la nada sospechosa agencia Efe: «Cuando se cumplen 25 años de la inauguración del moderno coso de Illumbe, que vino a reparar el vacío de otros cinco lustros sin toros en Donostia tras el derribo del Chofre, la afición local no ha terminado aún de encontrar su propia personalidad y de mantener un criterio más o menos exigente. De momento, sigue siendo un público amable que sube hasta la elevada posición del nuevo recinto con la idea de acudir a un acto social, y lo hace en mayor número cuanto más les suenan los nombres anunciados en el cartel».

La tauromaquia en Donostia sigue viva por tanto solo por dos factores. Por un lado, el Ayuntamiento de PNV-PSE, que en 2015 decidió retomar las corridas argumentando datos de retorno económico que hoy quedan aún más absurdos (se habló de diez millones de euros anuales de impacto en la ciudad). Por otro, la implicación de la Casa Chopera, promotora líder en la tauromaquia y aliada con el Grupo BAL mexicano, un holding muy potente con presencia en los sectores minero, petrolero y financiero.

Lo económico y lo político

Ello le permite compensar sus cuentas, porque esta feria de Donostia seguramente no le traiga más que números rojos. A los enormes gastos que acarrea cualquier corrida y la presencia de las figuras del toreo se suma la enorme campaña de publicidad, los Chopera se han jactado estos días de que había un cartel anunciador «en cada farola desde el Peine de los Vientos hasta Sagües». Y está también lo que cuesta adaptar el coso cada agosto para solo tres jornadas.

Desde 2020 Illunbe no es técnicamente una plaza de toros, sino prioritariamente una instalación deportiva (en la que cada quince días juega el GBC de LEB Oro) o para otros usos (el más reciente, el Circo del Sol, pero también conciertos o incluso centro de vacunación en la pandemia). La arena volverá a tener que retirarse ahora y guardarse hasta el año que viene; más despilfarro.

La pregunta evidente es ¿hasta cuándo? El alcalde Goia argumenta que mientras la actividad sea legal y haya una empresa interesada en promover corridas, las seguirá habiendo. Lógicamente también podría dejar de renovar el contrato a los Chopera, como hizo el Consistorio liderado por Bildu en el año 2012, concluida la concesión anterior. Para Goia, por contra, el único camino a la desaparición es el de Gasteiz, donde ya no hay feria por falta de público desde 2016.

Juan Carlos de Borbón, agasajado en la primera corrida en Illunbe tras el retorno de la mano del Gobierno Goia. (Jagoba Manterola | Foku)

Pero ¿y si las corridas siguen en Donostia únicamente por intereses políticos externos, en contra de la mayoría ciudadana? Es otro factor que no se puede obviar, porque queda demasiado a la vista. A la primera corrida tras el retorno en 2015 acudió el mismísimo Juan Carlos de Borbón. Y antes, en 1998 la plaza fue construida con el impulso principal del PP.

Hoy este partido solo tiene 3 concejales sobre 27 en Donostia y el emérito está en Emiratos, pero en Donostia se siguen matando toros.