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La persecución contra Semilla no opaca la aspiración de un cambio

La Justicia lo ha intentado todo: ilegalizar a Semilla, ordenar la captura de afiliados, registrar su sede y la del Tribunal Supremo Electoral, y mandar detener a la subdirectora de su Registro de Ciudadanos. Pese a ello, Bernardo Arévalo de León es el favorito en los comicios de mañana.

Bernardo Arévalo de León y su compañera de fórmula presidencial, Karin Herrera, en el cierre de campaña. (Luis ACOSTA | AFP)

El statu quo de Guatemala se confabuló para evitar que Bernardo Arévalo de León se convierta en el próximo presidente. El jefe de la Fiscalía Especial Contra la Impunidad en Guatemala, Rafael Curruchiche, y el juez Fredy Orellana se han esforzado en los últimos meses por opacar la gran sorpresa de la primera vuelta celebrada el 25 de junio. Ambos intentaron suspender la personalidad jurídica del Movimiento Semilla, lo que hubiera impedido a Arévalo de León aspirar a la Presidencia mañana. Sin embargo, la Corte de Constitucionalidad puso orden e impidió su ilegalización, lo que no impidió que la Fiscalía continuara con sus acusaciones en un último intento por convencer a la población de que no debe optar por un partido que supuestamente falsificó firmas de afiliados para constituirse como formación política.

Pese a ello, las encuestas han hablado alto y claro y revelan que Arévalo de León podría arrasar en las elecciones, tras aglutinar una intención de voto del 64,9%, frente a su rival Sandra Torres, que únicamente alcanza el 35,1%. Sería la tercera vez consecutiva en la que la candidata de la Unidad Nacional de la Esperanza logra llegar a la segunda vuelta para perder. Ello a pesar de la «campaña negra» que se ha llevado a cabo contra Semilla, con la colocación incluso de carteles en las calles mintiendo sobre sus propuestas y asegurando que esa formación está favor de la «ideología de género», de los matrimonios entre personas del mismo sexo y del aborto. La propia Torres ha dedicado toda su campaña a mentir y desinformar sobre lo que propone su rival, llegando a decir que las familias están «amenazadas por ideologías de género que buscan dividir». Asimismo, la candidata ha avisado de que Arévalo de León pretende disolver el Ejército y legalizar las drogas en un burdo intento de convencer a la gente de que el candidato de Semilla va a gobernar en contra de la Constitución de Guatemala.

Única esperanza de cambio 

Eso ha obligado a Arévalo de León a hacer una campaña basada en desmentir todos los bulos lanzados a diario por su adversaria, dejando muy claro que él no va a legalizar el aborto ni los matrimonios entre personas del mismo sexo ni va a eliminar el Ejército ni tampoco va a expropiar tierras, tal como Torres asegurado en todos sus mítines que va a hacer el candidato de Semilla. Arévalo de León se ha convertido en la única esperanza de cambio para acabar con la vieja política de pactos corruptos que ha llevado a la pobreza y extrema pobreza a seis de cada diez personas en el país centroamericano, mientras que la violencia se ha convertido en un problema endémico con más de 3.000 homicidios al año.

Lo primero que ha prometido es sacar al país del «pantano de la corrupción», algo que no será fácil, teniendo en cuenta que, en el Congreso, su partido solo contará en la próxima legislatura con 23 de los 160 diputados, lo que le obligará a pactar con formaciones que llevan años impidiendo cualquier avance social en Guatemala. Su prioridad será recuperar el 40% del presupuesto que anualmente se va a la corrupción, lo que impide que haya medicinas en los hospitales, que las carreteras estén en buen estado y que haya una educación de calidad. Además, uno de cada dos niños menores de cinco años sufra desnutrición crónica.

Arévalo de León se ha convertido en la única esperanza de cambio para acabar con la vieja política de pactos corruptos que ha llevado a la pobreza y extrema pobreza a seis de cada diez personas en Guatemala

El Movimiento Semilla nació de las protestas multitudinarias del 2015 en el país centroamericano que desembocaron en la caída del Ejecutivo de Otto Pérez Molina, en prisión desde entonces por varios casos de corrupción. Arévalo de León quiso acabar su campaña electoral en la plaza de la Constitución, epicentro de las protestas hace ocho años, rodeado de miles de personas que le aclamaban como presidente. En su mitin, quiso dejar claro que «yo no soy mi padre», en referencia a Juan José Arévalo, quien presidió el país centroamericano entre 1945 y 1951, dejando atrás décadas de Gobiernos militares y poniendo las bases de avances sociales como el Seguro Social y la libertad de emisión del pensamiento.

No obstante, el candidato con más posibilidades de alzarse mañana con el sillón presidencial aseguró que recorre el «mismo camino» que construyó su padre porque tiene el «mismo anhelo» que él y los revolucionarios de 1944, que fueron el germen de lo que se llamó la «Primavera Guatemalteca». Tras un largo invierno de Gobiernos corruptos que no han solucionado ni un solo problema estructural del país, Arévalo de León representa el último halo de esperanza para una población que lucha cada día por sobrevivir y busca en la migración la única salida para salir adelante tras el abandono sufrido por décadas.