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Sánchez le hace la cama a Feijóo con la investidura y Abascal le tiende la sábana

Increíblemente, el líder de la oposición cae dócilmente en la trampa de ir a una derrota asegurada y quedar así muy debilitado, en una jugada maestra del PSOE que ya varios admiten por lo bajo. La ultraderecha, funcional a Ferraz. El ajedrez parlamentario demuestra no ser apto para cualquiera.

Feijóo, el martes tras la reunión con Felipe de Borbón. (Pierre Philippe Marcou | AFP)

¿Alguna vez alguien imaginó un presidente del Gobierno siendo investido días después que su mayor rival, líder de la oposición y la persona más votada, fuera derrotada en el hemiciclo, quedando debilitado al interior de su partido y de cara a los electores? Nunca pasó hasta ahora en el Estado español posfranquista pero podría ser lo que ocurra en breve. El ‘Perro Sanxe’ lo ha vuelto hacer.

Ni Suárez, ni Felipe González, ni Aznar, ni Zapatero, ni Rajoy, ni el actual Sánchez. Ninguno fue investido con posterioridad al intento de otro dirigente tras unas elecciones generales. El caso más parecido sería el del gallego pero fue luego de la repetición electoral y en otro proceso de investidura de otra legislatura.

Esto no es casualidad. Tiene una lógica política básica que es que nadie apuesta a perder y el líder político trata de todas las formas posibles evitar ponerse bajo situaciones de alto riesgo de derrota. Bueno, ahora tenemos un hecho diferencial del zoon politikón que hablaba Aristóteles: Alberto Núñez Feijóo.

Inusitado e increíble, el expresidente de la Xunta de Galiza se entrega en bandeja a la trampa que le tiende Ferraz y que viene pergeñando hace días. Está siendo comentada en el subumundo político madrileño desde el 23J y Génova no puede haber sido tan sorda.
    
Recto hacia el jaque mate

Felipe VI ha hecho lo que no podía dejar de hacer. Los números son claros: sin una negociación previa y con el solo dato de la Mesa del Congreso, los síes con los que cuenta Feijóo son 172 (PP, Vox, UPN y Coalición Canaria) mientras que Sánchez solo puede ostentar 171 por el momento. Junts per Catalunya, EH Bildu, BNG y Esquerra Republicana no fueron a la ronda de diálogo con el rey pero se supone que éste lee los periódicos o le hicieron llegar una carta.

Sea como sea, la suma es la que es. La Casa Real informó a la presidenta del Congreso, Francina Armengol, de que la decisión es porque el PP fue el partido más votado. Si la aritmética fuera distinta es dudoso que se hubiera atrevido a hacer algo así. Pero hoy ya es irrelevante.

Lo interesante es ver el camino que lleva a Feijóo a subirse a un coche que se estrellará contra la pared a sabiendas. Salvo un hecho impredecible de consecuencias indeseadas para la izquierda, no obtendrá ni un solo voto más de esos 172 (y ya no sorprendería si pierde alguno por el camino). Es impensable que PNV y Junts le voten. Los jeltzales se han pronunciado en negativo más de una vez –la última Aitor Esteban este martes– y si bien el partido de Puigdemont ha dicho que estaba abierto a hablar con ellos (y hubo contactos informales), con las críticas del PP y la amenaza de parar judicialmente los intentos de hablar catalán, euskara y gallego en el Congreso se terminaron de sepultar las vías de diálogo.

Feijóo tenía el fantasma de Rajoy en el 2016, que le dijo al rey que no tenía los votos para ser investido y pidió no ser propuesto, y con el de Inés Arrimadas, que ganó ampliamente las elecciones de fines de 2017 en Catalunya pero decidió no presentarse a ser investida por no contar con los escaños necesarios (y tampoco se molestó en negociar nada). La suerte de Ciudadanos explica cómo el electorado valoró esa jugada.

Quizás el líder del PP sabe que tras una repetición electoral los números podrían mejorarle pero tampoco alcanzarle. Y quizás los poderes fácticos, los grandes empresarios, sus donantes principales para financiar la campaña, le han incendiado el teléfono pidiéndole que no desista. O alguna otra razón que solo él y sus laderos en Génova conocen. Sea como fuere, mantuvo su posición de querer intentar ser investido.

¿Por qué un rival político como Sánchez consideraría correcto que el PP intente la investidura, si no es porque sabe que le será conveniente?

 

Y Sánchez, feliz, aceptó el duelo y apretó el acelerador cuando vio que las cosas con Junts serían difíciles pero posibles, como lo de la Mesa del Congreso demuestra. Desde la semana pasada fuentes socialistas encogían los hombros ante la posibilidad de una investidura de Feijóo, mirándola con desdén. El propio líder del PSOE este jueves decía que le comentó a Felipe VI que le parecía correcto que el PP intentara la investidura, a la que descalificó como un mero «trámite de exhibición». ¿Por qué un rival político diría abiertamente eso si no es porque sabe que estará abocada al fracaso y le será conveniente?

Hay un dato que pasó bastante desapercibido en medio de tanta tormenta informativa. El jueves pasado, tras la votación por Armengol dio una rueda de prensa la diputada por Coalición Canaria, Cristina Valido. Frente al micrófono, sin titubeos, dijo que los emisarios de Sánchez le mintieron en la cara y que le insistían en que «no se estaba negociando nada con nadie» por la Mesa: «Nosotros sabíamos que no era cierto, y con lo que ha ocurrido lo podemos comprobar. Habíamos barajado la abstención pero el PP aceptó nuestros 50 puntos de la agenda canaria mientras que el PSOE nos llamó a última hora de anoche (por el miércoles), en tiempo de descuento y se comprometían a aceptar una parte pequeña».

Ese desprecio a un posible aliado, que es necesario para evitar el voto positivo de Junts y que alcance son su mera abstención, no puede ser casual. El PSOE empujó a los nacionalistas canarios al PP sin terminar de cerrar la puerta del todo. De hecho Valido le dijo al rey que se inclinaba por apoyar a Feijóo aunque no descartaría votar por Sánchez si la investidura fuera de él. ¿Quería Ferraz este escenario de 172 a 171?

Desde Ferraz apuntan que «sus apreturas internas [de Feijóo] lo llevan a hacer cosas así». Y desde el entorno de Yolanda Díaz añaden que «también nosotros queríamos este escenario»

 

Fuentes de Ferraz, tras la decisión del rey, respondieron a NAIZ escuetamente: «Como dijo el presidente del Gobierno, respeto absoluto a la decisión del jefe de Estado». Cuando se presionó por un poco más de contenido, el alto cargo socialista opinó: «Sus apreturas internas [de Feijóo] lo llevan a hacer cosas como éstas».

Un dirigente de Podemos alineado con Yolanda Díaz respondía a NAIZ: «No solo al PSOE le interesaba este escenario. Más allá de lo que digamos, esto también lo queríamos nosotros». Añade que «está muy verde» el posible acuerdo de gobierno y sin él la investidura saldría debilitada.

«¿Es posible un acuerdo de gobierno con el bloque plurinacional que permita dos años de aprobar leyes de mínimos? Sí. Pero la forma de llegar a ello pasa porque Feijóo se estrelle. Y si llega a la sesión de la mano de Vox, nos allana el camino», reflexiona con crudeza conceptual.

Y en este contexto, entra a escena la torpeza de Santiago Abascal. La ultraderecha perdió un tercio de sus escaños y le costó procesar el abandono del PP para la Mesa del Congreso. Amenazó con retirarle su apoyo a Feijóo pero finalmente frente al rey admitieron que se los darían sin pedir nada a cambio. Ya antes habían dicho que renunciaban a tener cargos en el Ejecutivo. Saben que la repetición electoral los perjudicaría por el voto útil.

No es descartar que Abascal también quiera que Feijóo choque contra el iceberg

Quizás otra formación política, tras la falta de camaradería parlamentaria que tuvo el PP al pedirle los votos a Vox sin querer darle nada a cambio en la Mesa (y ahora en la investidura), reaccionaría con más vehemencia y enfado. Pero no es de descartar que Abascal también quiera que choque Feijóo contra el iceberg.