Pradera y Aburto, la procesión y la reunión; ¿cierra o no la puerta el PNV al PP?
La apelación expresa del exdiputado general José Alberto Pradera y la ambigüedad del alcalde Juan María Aburto se han filtrado en el discurso oficial del PNV, que subraya que no harán presidente a Feijóo (PP) pero está dispuesto a oírle. Los vaivenes previos alimentan las dudas. Y Urkullu, a escena.
Una entrevista este domingo en ‘El Correo’ ha dado proyección a la primera voz dentro del PNV que aboga claramente por que su partido lleve a La Moncloa a Alberto Núñez Feijóo (PP). Se trata de José Alberto Pradera, que fue diputado general de Bizkaia entre 1987 y 1995 y cuya relevancia actual dentro del partido es dudosa (los diarios del Grupo Vocento apuntan que en Sabin Etxea «todavía se le escucha»).
Lo que no se puede negar a Pradera es que ha sido explícito: «El PNV debe abstenerse en la investidura de Feijóo porque Vox ya no está en la ecuación». Compra con ello la escenificación construida entre Santiago Abascal y el líder del PP, al renunciar la formación de ultraderecha a entrar en el Gobierno, un teatro que en realidad a pocos más ha convencido. Menos aún visto el cuadro general, en que gobiernos conjuntos se están extendiendo como una mancha de aceite por el mapa autonómica estatal.
El exdiputado general argumenta que dar vía libre al PP es preferible a dejar que continúe «uno de Sánchez con ministros de Sumar». Y lo remarca con una referencia histórica que remonta al respaldo jelkide al Gobierno de Aznar (y luego también de Rajoy): «[Xabier] Arzalluz no hubiera tenido tantos complejos».
Pradera espeta a Ortuzar que «Arzalluz no hubiera tenido tantos complejos». Y sin ir tan lejos, pero de más cerca del EBB, Aburto abre otra grieta abogando por «gobiernos estables»
Sin llegar a tanto ni mucho menos, las declaraciones el viernes del alcalde de Bilbo Juan María Aburto en Radio Euskadi ya reflejaron a que el asunto no parece estar definitivamente sellado en el PNV. Por quien las verbalizó, una figura importante del partido a día de hoy y muy cercana a la dirección del EBB, seguramente sean más relevantes que las de Pradera.
Preguntado reiteradamente sobre hay alguna opción de que el PNV haga presidente a Feijóo, Aburto eludió claramente decir no. Se cobijó en frases como «el PNV decidirá aquello que sea mejor para la defensa de los intereses de la ciudadanía vasca» y remachó así: «Es importante que haya gobiernos lo más estables posibles, en Bilbao, en Euskadi y también en España».
Sémper y Esteban. A Aburto se le había requerido por las declaraciones la víspera de Borja Sémper (PP) en las que mostraba su disposición de intentar convencer al PNV a toda costa, resumibles en esta frase: «La procesión no acaba hasta que pasa el último cura». Y esta procesión va a ser muy larga, porque la sesión de investidura se ha programado el 26 de setiembre, con un mes por delante aún, y la votación que requeriría mayoría simple no tendrá lugar hasta el 29.
En ese recorrido, Aitor Esteban, portavoz del PNV en el Congreso, confirma que habrá reunión con el PP, aunque la presenta como una mera escucha «por cortesía». Cabe entender que tendrá carácter público, algo que ya sería noticia en sí mismo porque PNV y PP no se citan con cámaras desde hace unos cuantos años.
El apoyo jelkide a la moción de censura contra Rajoy en 2018 (apenas ocho días después de que el PNV aprobara sus presupuestos) abrió una sima entre partidos que se prolongó hasta 2022. El primer contacto se produjo en el acto de Ermua en recuerdo a Miguel Angel Blanco en julio y en octubre ya hubo un cara a cara en Madrid entre Feijóo y el presidente del PNV, cuyo contenido quedó en secreto.
Tras cuatro años de ruptura por la moción de censura a Rajoy, se intuye que en apenas diez meses la relación PNV-PP ha avanzado mucho
Desde entonces se intuye que la relación ha avanzado mucho. Andoni Ortuzar ha reconocido en alguna entrevista de prensa, que a Pablo Iglesias le ha resultado muy reveladora, que tiene buena relación con Feijóo. Aunque el PNV ahora lo presente como insidias externas, llegó al inicio de campaña para el 23J con un discurso de equidistancia entre PSOE y PP, remarcado incluso en el cartel electoral, donde Aitor Esteban aparecía entre medio de Sánchez y Feijóo. No tenía coherencia con su apoyo al Gobierno español la pasada legislatura (a Esteban le gusta recordar que ha dado síes a más leyes Sánchez que EH Bildu). Pero sí la tenía respecto al apoyo determinante que el PP dio al PNV en Gipuzkoa o Durango tras el 28M.
Durante la campaña estatal, en la medida en que se asentaban los pactos autonómicos PP-Vox, el PNV tuvo que ir decantándose por la opción progresista. Y fue el lunes 24, una vez vistos los resultados, cuando ya afirmó que no dará vía libre a Feijóo, una aseveración enunciada por Ortuzar y reiterada por Esteban desde entonces.
Esperando a Urkullu. A nivel oficial el mensaje es claro y rotundo por tanto, pero los hechos, los vaivenes, remiten a confusión, perfectamente percibida por el PP (volvamos a Sémper, «con el PNV, quién sabe»).
De paso, queda flotando la duda de si el PNV se ha realineado por Sánchez por convicción o por obligación, vistas las consecuencias que podría tener para las próximas autonómicas de la CAV una entente con la derecha española, absolutamente residual en esos tres herrialdes.
¿Echará el candado Urkullu a esa puerta o dejará una rendija, a riesgo de que entre el vendaval y lo sacuda a él mismo?
Elevar a Feijóo a La Moncloa sería todo un torpedo a la línea de flotación de Lakua. Así que la palabra la tiene Iñigo Urkullu, que retorna el martes a la escena pública con el habitual consejo de gobierno especial en Donostia. ¿Echará el candado a esa puerta o él también dejará una rendija, a riesgo de que entre el vendaval y lo sacuda a él mismo?
Amistades peligrosas. Hay un último factor que puede estar pesando en la reflexión jelkide, y es la posibilidad, que tras la constitución del Congreso parece menor pero no descartable, de que las negociaciones de Sánchez no cuajen y se produzca una repetición electoral estatal en enero.
Vista la trayectoria anterior y reciente, parece claro que ahí el PNV volvería a poner huevos en las dos cestas. Y que por eso mismo, y también por no arriesgar sus acuerdos en instituciones vascas, será empático, y quizás hasta amable, en la reunión con Feijóo. Acabe como acabe este asalto, una amistad más que peligrosa.