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En el este de Londres la hinchada corea «¡No pasarán!»

El Clapton Community F.C. desafía las tendencias del fútbol moderno. Con sus raíces arraigadas en la lucha obrera, este club antifascista defiende a Palestina, apoya a la comunidad negra y trans y honra la historia de las Brigadas Internacionales. NAIZ se ha pasado por sus instalaciones en Londres.

Equipo femenino del Clapton CFC durante un encuentro de la temporada pasada. (CLAPTON CFC)

En las entrañas de la bulliciosa metrópolis londinense, el pasado industrial y las luchas obreras han moldeado el alma de Newham. En sus calles fluyen diferentes idiomas, acentos y dialectos, y realidades como la crisis social y económica y la tensión por el Brexit golpean el día a día de una de las zonas más desfavorecidas de la capital. Allí, en el distrito Forest Gate, un club amateur, sin presidente, declarado abiertamente antifascista, antirracista, antixenófobo y defensor de la comunidad LGTBi rema contra la corriente del fútbol moderno.

Sin embargo, el Clapton Community F.C. es todavía más conocido por lucir como segunda equipación una camiseta con los colores de la Segunda República española, en homenaje a los hombres y mujeres de las Brigadas Internacionales que lucharon contra las tropas Franco. El reverso de su equipación reza: ‘No Pasarán’.

Heredero de uno de los clubes más longevos de Inglaterra, el Clapton CFC disputa sus partidos en el Old Spotted Dog, el campo de fútbol sénior más antiguo de Londres. Banderas LGTBI, bufandas de los Bukaneros o murales de ‘Skinheads St Pauli’ o ‘Blacks Lives Matter’ engalanan sus inmediaciones, y todo tipo de proclamas antifascistas decoran sus oficinas, donde Kevin Blowe, uno de los integrantes del club, explica a NAIZ el largo recorrido de este club icónico.

«El Clapton F.C. jugaba en este campo desde finales de 1880, una época en la que la mayoría de los clubes eran amateurs. En ese momento era uno de los grandes clubes, pero su suerte empezó a cambiar cuando el fútbol se profesionalizó después de la Primera Guerra Mundial», señala. El equipo se mantuvo al nivel de un equipo amateur y, a partir de 2012, vecinos de tradiciones muy diversas de izquierdas, desde socialistas hasta anarquistas, comenzaron a llenar sus pequeñas gradas. «En broma, porque eran muy pocos, se hacían llamar Clapton Ultras. Pero el boca a boca se extendió y, a principios de 2017, había regularmente 500, 600, 700 personas acudiendo a los partidos, cuando otros clubes de la misma categoría tenían a lo mejor solo 50 aficionados».

Banderas LGTBI, bufandas de los Bukaneros o murales de ‘Skinheads St Pauli’ o ‘Blacks Lives Matter’ engalanan sus inmediaciones, y todo tipo de proclamas antifascistas decoran sus oficinas

Fue aquel año cuando este grupo de aficionados comenzó a preguntarse por qué no podían participar en las decisiones del club. Algunos habían intentado unirse en 2013 y se les comunicó que la afiliación se había cerrado por reestructuración y que nunca se había vuelto a abrir. «Era una forma de dejar fuera a los aficionados. Pero en abril de 2017, los propietarios de la organización que tenía el contrato de arrendamiento del campo, que eran básicamente las mismas personas que dirigían el club, intentaron liquidarlo para poder vender sus activos. Unas cuantas personas lo impugnaron ante los tribunales, que lo bloquearon temporalmente», indica Blowe.

De esta manera, los aficionados emprendieron un boicot y dejaron de acudir a los partidos. «Hay un callejón que discurre a lo largo del campo y solíamos utilizar objetos que habían tirado allí, como una nevera o un retrete viejo, para ver el partido por encima de la valla. La gente traía incluso escalones, para disgusto de los propietarios. Y se pasó de 500 o 600 personas asistiendo a los partidos en las gradas a básicamente ninguna», explica Blowe.

Tras protestas, negociaciones y varias reuniones con la Football Supporters Association, decidieron que la mejor opción era fundar un nuevo club. «Esencialmente, así nació el Clapton Community Football Club. Llegamos a un acuerdo sobre la base de algunos compromisos, uno de los cuales es que el Clapton F.C y el Clapton CFC son dos clubes de fútbol totalmente distintos», añade.

Por tanto, había que empezar de cero. «Estábamos todos los seguidores involucrados, pero teníamos ni dinero ni campo ni jugadores», recuerda Blowe. Finalmente consiguieron un entrenador, Geoff Ocran, que había sido el capitán del equipo anterior y que trajo muchos jugadores con él. Lograron alquilar un campo en Walthamstow, y jugaron su primer partido amistoso contra el Holland FC. Luego llegó su primer encuentro fuera de casa, a finales de julio de 2018. «Ese es el punto de partida de todo esto. Fue un partido muy importante para nuestro posterior desarrollo como club porque lucimos por primera vez nuestra ya famosa camiseta en homenaje a las Brigadas Internacionales», apunta Blowe.

(CLAPTON CFC)

El éxito de ventas que ha tenido la equipación sorprendió a todos los socios del club. «La gente hizo fotos a los jugadores en el campo, alguien lo tuiteó, se compartió y, de repente, todo fue una locura. En una semana ya teníamos 6.000 pedidos. Gran parte de ellos eran de España, pero también del País Vasco o Catalunya», remarca. «Originalmente esperábamos vender tal vez 50, posiblemente hasta 250 camisetas. Creemos que ahora hemos vendido un total 18.000», agrega. La indumentaria esta disponible en su página web a un precio de 25 libras.  

Antifascismo en el estadio más antiguo de Londres

En 2018, el Clapton FC perdió la propiedad del estadio ‘The Old Spotted Dog’, que ahora ha podido ser adquirido por el Clapton CFC gracias, en parte, a los beneficios adquiridos con la venta de las camisetas dedicadas a la Segunda República y a la financiación de una cooperativa.

Su funcionamiento es también una de las señas de identidad del club: «Suprimimos el cargo de presidente. Tuvimos que tener un Consejo al principio porque, por razones legales, la ley británica no reconoce las estructuras cooperativas. Pero la mayor parte del poder que tenían fue transferido a nuestros comités, separados para las diferentes áreas de trabajo como afiliación, merchandising, comunicaciones, equipo masculino, equipo femenino, terreno, rendición de cuentas... queríamos que cada unos e implicase en lo que le gusta», comenta Blowe.

Nos consideramos un club antifascista. Hemos adoptado una postura muy firme en apoyo de la solidaridad con Palestina. Somos uno de los primeros clubes que se han convertido en una zona libre de apartheid sionista

Incluso ahora disponen de un comité de acceso abierto que se ocupa, principalmente, de las mujeres, personas trans, y los jugadores no binarios que regresan al fútbol y que no han practicado este deporte durante años.

(CLAPTON CFC)

Hoy, el equipo masculino del Clapton Comunnity C.F disputa la Eastern Counties League Division One South, que es la sexta división. Su equipo femenino, en cambio, compite en la Primera División Norte de la Liga Regional de Fútbol Femenino de Londres y el Sureste. En la Women FA Cup, consiguieron el mayor logro de la historia del club, al eliminar al Hounslow WFC en la tercera ronda.

Con todo, el Clapton CFC se siente orgulloso de su amateurismo. «Nuestra esperanza es que en los próximos 10-15 años podamos subir un par de escalones. No obstante, se empiezan a plantear cuestiones difíciles como contar con seguridad, permitir la entrada de la Policía, más restricciones por parte de la Asociación de Fútbol y acabar potencialmente con la diversión de venir aquí. Y creo que la mayoría de la gente querría que siguiéramos siendo un club aficionado todo el tiempo que podamos», insiste Blowe. Por ahora, los espectadores pueden entrar a ver los partidos de forma gratuita, aunque piden donaciones de 4 libras o consumir en el pub del estadio para sufragar los gastos del club.

Además, sospecha de que podrían «tener problemas» con la FA (Asociación de Fútbol inglesa) por algunas de las posturas políticas que adopta el club. «Ya saben que nos consideramos un club de fútbol antifascista. También hemos adoptado una postura muy firme en apoyo de la solidaridad con Palestina. Somos uno de los primeros clubes que se han convertido en una zona libre de apartheid sionista. Trabajamos mucho en apoyo a la inmigración y estamos en contra de las redadas. Creo que cuanto más alto lleguemos, más presión habrá para que dejemos de hacer eso y nos convirtamos simplemente en un club de fútbol», expresa Blowe.  

Su identidad nace de los aficionados, pero también de un barrio obrero donde ha habido una larga tradición contra el racismo y el fascismo. «Aquellas personas que fueron a España en los años 30 para luchar en apoyo a la República eran vistas como personas que formaban parte de una lucha que también estaba teniendo lugar en el este de Londres. Hoy todavía tenemos a la extrema derecha, se les dio un gran impulso por el Brexit. Y el desmoronamiento de la situación económica, la crisis del coste de la vida, todo ese tipo de cosas, no ayudan. En Europa ocurre lo mismo, son puro caldo de cultivo. Y es importante que la gente se posicione ahora y no cuando de repente se enfrenten a ello», explica Blowe.

De esta manera, desde el club querían que su espacio fuese un punto de atracción para personas que se identifican como antifascistas, pero también un punto de encuentro entre diferentes colectivos. Así, han trabajado en diferentes campañas para detener el plan propuesto de deportar a Ruanda a los solicitantes de asilo, reunieron dinero para las personas más desfavorecidas durante la pandemia y han adoptado una postura firme en la cuestión trans.

«La gente quería venir a un club en el que se rechazaran algunos de los peores aspectos del fútbol como el sexismo, la homofobia, los cánticos racistas y toda la comunidad pudiera participar en la toma de decisiones. Los clubes de fútbol son, entre otras cosas, grandes experiencias colectivas, ¿no?», remarca Blowe.

(CLAPTON CFC)

Frente al típico mantra que niega la mezcla del fútbol con la política, el Clapton CFC afirma que el fútbol es parte de la sociedad, y, por tanto, no puede estar al margen. «Quieren fingir que el deporte existe aislado del resto del mundo. Pero la decisión de permitir, por ejemplo, la inversión saudita en clubes de fútbol en este país es política. La decisión de permitir la propiedad multimillonaria de los campos de fútbol sin ningún control real sobre ellos es política. Nuestra opinión es que no estamos separados de alguna manera de la sociedad en la que vivimos. Desafortunadamente, vivimos en una sociedad donde las prioridades son los ricos y no las personas pobres y sin poder, y elegimos tomar una posición opuesta al respecto. Así que no ser un cabrón de derechas que culpa a los extranjeros de todo, eso también es política», sentencia Blowe.