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Entrevue
Narges Mohammadi
Centro de Defensa de Derechos Humanos

«El proceso de democracia e igualdad ahora es irreversible»

Ha pasado la mayor parte de los últimos años en prisión, no ha visto a sus hijos desde hace ocho y casi no tiene perspectivas de libertad. Con todo, la activista por los derechos humanos Narges Mohammadi cree que el cambio es «irreversible» en Irán.

Narges Mohammadi. (CENTRO DE DEFENSA DE LOS DERECHOS HUMANOS DE IRÁN)

La histórica activista Narges Mohammadi, condenada y encarcelada repetidamente en los últimos 20 años, y actualmente en la prisión de Evin de Teherán, expresa, en respuestas escritas a las preguntas formuladas por la agencia AFP, su confianza en el futuro del levantamiento popular en Irán.

«El Gobierno de la República Islámica no ha logrado sofocar las protestas del pueblo iraní, y la sociedad ha logrado cosas que han sacudido y debilitado los cimientos del despótico Gobierno religioso», escribe la vicepresidenta del Centro de Defensa de los Derechos Humanos, acreditada con varios premios internacionales.

«El movimiento ha acelerado el proceso de democracia, libertad e igualdad; ahora es irreversible», sostiene. La protesta ahora es más difusa, pero se está extendiendo en la sociedad, según Mohammadi.

Por supuesto, el papel de las mujeres es determinante debido a décadas de discriminación y opresión en su vida pública y personal, señala.

Pero el «movimiento revolucionario» va más allá de las elites jóvenes y urbanizadas, insiste Mohammadi. «La insatisfacción y las protestas están afectando a las regiones y pueblos periféricos», señala, citando el desempleo, la inflación y la corrupción como factores que alimentan la ira.

«La gente se ha vuelto descontenta y hostil, incluso hacia la religión», afirma la activista, que cree que los diferentes ciclos de protestas que han sacudido Irán en los últimos años, sobre todo contra el alto coste de la vida, «muestran la irreversibilidad y el alcance de las protestas». Una protesta cuya importancia los países occidentales no quieren o no pueden ver, se irrita.

«Soy muy crítica con la política de apaciguamiento de los Gobiernos occidentales que no reconocen las fuerzas y figuras progresistas en Irán, así como con sus políticas destinadas a perpetuar la dictadura religiosa», sostiene.

«La prisión siempre ha sido el corazón de la oposición y la resistencia en Irán, y, para mí, también encarna la esencia de la vida en toda su belleza»

«Han pasado más de ocho años desde la última vez que vi a Kiana y Ali, y ha pasado más de un año y medio desde que escuché sus voces. Es un dolor insoportable e indescriptible», escribe Mohammadi, en ocasiones sometida a aislamiento. Su marido y sus dos hijos gemelos de 16 añosviven en el Estado francés.

«El precio de la lucha no es solo la tortura y el encarcelamiento, es un corazón que se desgarra con cada privación, un sufrimiento que penetra hasta la médula de los huesos Casi no tengo perspectivas de libertad», subraya.

Sin embargo, «el módulo de mujeres de Evin es uno de los módulos de presos políticos más activos, resistentes y alegres de Irán. Durante años lo he compartido con al menos 600 mujeres y estoy orgullosa de cada una de ellas», recalca.