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Un cementerio de pateras en el puerto de Lampedusa, testigo mudo de una crisis que no afloja

El puerto de Lampedusa aparece repleto de los vestigios de las incesantes llegadas de migrantes y refugiados. Imagen de una crisis que se remonta a 1992, cuando apareció la primera, y que no parece tener visos de solución.

Barcazas acumuladas en el puerto de Lampedusa. (Oliver WEIKEN | DPA | EUROPA PRESS)

En el puerto de la pequeña isla italiana de Lampedusa (sur) se amontonan decenas de pateras abandonadas, entre botellas de aguas y abrigos empapados. Son los restos, aún calientes, de la llegada de miles de migrantes y refugiados desde las cercanas costas africanas, la huella cotidiana de una crisis que no cesa.

Una parte del muelle de Punta Favaloro se ha convertido en un extenso vertedero que acumula más de sesenta embarcaciones usadas por los inmigrantes para alcanzar suelo europeo en sus travesías por la ruta migratoria más letal del planeta, el Mediterráneo central.

Las hay de todos los tipos, a la espera de que sean desguazadas: pesqueros más o menos grandes, otras son simples barcazas de madera descolorida y de metal oxidado o simples lanchas neumáticas que –milagrosamente– han llegado a su destino.

Todo repleto de los vestigios del viaje, como infinidad de botellas o abrigos que a buen seguro resultaron útiles en las noches al raso en alta mar, mientras que del fondo del agua despuntan las hélices y motores que los llevaron a suelo italiano.

Migrantes recién llegados a la isla. (Zakaria ABDELKAFI | AFP)

Se trata de la imagen de una crisis que viene golpeando a esta isla desde que en 1992 apareciera en su horizonte la primera patera con unos cuantos tunecinos, si bien el problema se ha acentuado en los últimos años hasta recibir continuas oleadas migratorias, sobre todo en verano, cuando el mar se aplana y facilita las travesías.

Con las cifras en constante evolución, en lo que va de año han desembarcado en Italia 130.620 inmigrantes, el doble que en el mismo periodo del 2022 (68.283), y la isla de Lampedusa ha vuelto a ser, frecuentemente, la primera Puerta de Europa.

Llegadas entre sombrillas

Los últimos en llegar han sido unos trescientos subsaharianos en las primeras horas de este miércoles. Su paso de hecho es bien visible en el puerto en forma de bolsas de basura, mantas térmicas abandonadas y bidones con todo tipo de desperdicios.

Todos ellos han sido trasladados inmediatamente al único centro de acogida primaria de la isla, en Contrada Imbriacola, que actualmente acoge a unas dos mil personas, pese a tener capacidad solo para 400, completamente amurallado y vigilado desde lo alto por el Ejército.

El único centro de acogida de Lampedusa. (Zakaria ABDELKAFI | AFP)

Los recién llegados no tienen problemas serios de salud, solo están «muy cansados», y han recibido un «kit de bienvenida» con ropa y productos de limpieza, explica a la agencia Efe Francesca Basile, portavoz de la Cruz Roja Italiana, que gestiona el centro desde junio.

Padecen naturalmente la situación de hacinamiento, pero esperan que sea por poco tiempo porque las autoridades «vacían» el lugar con traslados de inmigrantes en barco a otros centros del país, como el de Porto Empedocle, en Sicilia (sur).

Paradójicamente, todo este trasiego transcurre en un discreto segundo plano en esta isla consagrada a la pesca y al turismo de playa, donde los migrantes no suelen interactuar con los locales, al ser llevados del puerto al centro de acogida en buses.

El mismo puerto revela esta particularidad, pues, a pocos metros del vertedero de pateras, pueden verse decenas de barquitos impolutos y encerados y algunos turistas que han decidido apurar el verano (acertadamente a juzgar del intenso calor que abrasa la isla).

Escollo político

Lampedusa sigue preocupando en Roma, pero espera desde hace tres décadas una solución que acabe de una vez por todas con estos incesantes desembarcos.

Lampedusa, epicentro de una crisis migratoria que aún aguarda solución. (Zakaria ABDELKAFI | AFP)

Porque la cuestión tiene un importante reverso político. La propia primera ministra, la ultraderechista Giorgia Meloni, ganó las elecciones hace un año prometiendo «mano dura» con la inmigración y un «bloqueo naval» frente a África para impedir las salidas.

Sin embargo, un año después, la situación no es que haya mejorado, sino que los números de llegadas se han disparado, debido sobre todo a las incontables crisis que salpican el continente africano.

El pasado fin de semana, Meloni recibió en la isla a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, quien anunció un «plan de acción» que prevé acelerar las deportaciones de migrantes.

El vicepresidente de Meloni, Matteo Salvini, actualmente procesado por su férrea política migratoria cuando fue ministro del Interior en 2018, este miércoles ha insistido en una iniciativa tajante: «hundir las pateras y barcaza, vacías y requisadas» a las mafias de la inmigración.

La isla ha recibido este miércoles la visita del ex primer ministro Giuseppe Conte, líder del opositor Movimiento 5 Estrellas (M5S): «Estoy aquí para dar un mensaje de solidaridad a una población que atraviesa grandísimas dificultades», ha proclamado antes de visitar el ambulatorio.

«El mensaje es que no os abandonamos», ha sostenido, antes de asegurar que durante su paso por este remoto enclave italiano recabará información de sus vecinos para vigilar la acción del Gobierno, al que acusa de «fracaso diplomático» en sus relaciones con los países del norte africano, desde donde zarpan las barcazas que se pudren en el puerto de Lampedusa.