INFO

Las nuevas referencias de un cine que apuesta por un golpe de realidad

Jaione Camborda ha marcado un nuevo hito en la historia del cine, y en este caso lo hace en nombre de las mujeres. Lo ha hecho convirtiéndose en la primera mujer vasca en conseguir la Concha de Oro de Zinemaldia. Se suma, por tanto, a la nueva oleada del cine vasco hecho por mujeres.

Jaione Camborda, primera mujer vasca en conseguir la Concha de Oro. (Jagoba MANTEROLA | FOKU)

Si en algún aniversario se fijó el público durante este recién acabado Zinemaldia, ese fue sin duda la Concha de Oro conseguida por Víctor Erice medio siglo atrás con ‘El espíritu de la colmena’. Un hito subrayado por los organizadores a través del Premio Donostia, recibido por el propio director de Karrantza de manos de Ana Torrent, con la que ha vuelto a colaborar en ‘Cerrar los ojos’ cincuenta años después de aquella ‘primera vez’.

Nadie –o casi nadie– se esperaba superar otra marca en esta edición algo descafeinada por la huelga de profesionales de Hollywood. Pero llegó Camborda y la lio. La lio parda.

Una pequeña producción gallega como ‘O Corno’ se alzó con la Concha de Oro después de entrar casi silenciosamente en la competición oficial.  Y es que se trata de una película que podría haber pasado desapercibida, a no ser por la carga emocional y vital con la que Jaione Camborda aborda el tema de la maternidad, el aborto, el simple hecho de ser mujer y la sororidad con la que nos protegemos y ayudamos.

Hecho por mujeres

El cine vasco hecho por mujeres habla de mujeres, o al menos impulsa el espíritu crítico en la sociedad y busca rebotar en la conciencia social. Y, por supuesto, reivindica el protagonismo de las mujeres en muchas situaciones en las que hemos quedado históricamente relegadas a un segundo plano. Es el caso de María (Janet Novás), protagonista de ‘O Corno’, una solitaria mujer que acompaña a las parturientas en el momento del alumbramiento o que, de forma clandestina –porque no hay otro remedio–, ayuda a abortar a jóvenes que quedaron embarazadas. Es la única ayuda que pueden tener estas jóvenes, una labor que se realiza en la clandestinidad, y que en la clandestinidad aún más oscura continúa cuando la interrupción de la gestación termina en una tragedia.

El cine vasco bien ha merecido siempre una mención especial, pero quizá sea hora de comenzar a hablar también del cine vasco hecho por mujeres

Lo mismo ocurre con las protagonistas de ‘Las buenas compañías’, donde la directora Silvia Munt intenta visibilizar la labor de un grupo de mujeres de Errenteria que también ayudaba a jóvenes encintas a tener un aborto seguro y en condiciones clínicas adecuadas al otro lado del río Bidasoa.

Y qué decir de las aclamadas ‘20.000 especies de abejas’ que Estibaliz Urresola hizo descubrir a través del personaje de Lucía. La directora laudioarra ofrece en esta película un verdadero relato de sinceridad y de empatía, ya que consigue contar desde una atmósfera muy íntima la obligación que tiene la sociedad de cambiar la mirada hacia el colectivo transexual. Y lo hace, además, desde una óptica femenina, a través de una jugada triangular que atraviesa diferentes generaciones, comenzando por la propia madre de la criatura, pasando por su abuela y terminando en el que será su apoyo principal, una apicultora que seguramente también tuvo que renunciar a muchos aspectos a lo largo de su vida.
Sin olvidar, más si cabe, el laberinto onírico al que nos invita Isabel Herguera con ‘El sueño de la sultana’ y que, junto a ‘O corno’, ha sido la segunda película vasca en competición oficial.

El cine vasco bien ha merecido siempre una mención especial, pero quizá sea hora de comenzar a hablar del cine vasco hecho por mujeres, por aquellas que han querido visibilizar Rosa Zufía y Bertha Gaztelumendi en ‘Arnasa betean, emakume zinegileak’, por aquellas que han sido, y por todas esas que, como hizo alusión Camborda al recibir la Concha de Oro, llegarán y serán las nuevas referencias de ese cine que apuesta por un golpe de realidad, por la empatía, la sororidad y un espíritu tan crítico como solidario.