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Vuelve la leña como fuente de energía económica y sostenible

Aunque presentes en la memoria de varias generaciones, las cocinas de leña, las económicas, cayeron en desuso con la llegada de la electricidad y el gas butano. Sin embargo, la tendencia ha revertido y cada vez son más quienes escogen este sistema para su cocina o para calentar la vivienda.

Existe una amplia variedad de modelos, que pueden incorporar la habitual placa de chapa o una encimera de cristal vitrocerámico. (NAIZ)

Un consumo energético más sostenible y respetuoso con el medio ambiente, así como un creciente interés gastronómico, dado el sabor único que aporta el cocinar a fuego lento, han rescatado del olvido las cocinas de leña. A eso hay que sumarle la búsqueda de romper con la dependencia del gas, debido a su elevado precio, en palabras de Jabier Intxausti, responsable de la empresa Bero Eder de Amorebieta-Etxano.

Hace unas décadas cayeron en desuso frente a alternativas más rápidas y limpias; ahora, vuelven renovadas con mayores prestaciones e innovaciones tecnológicas. Tradicionalmente se fabricaban con hierro fundido pero hay nuevos modelos también en acero, más ligeras y con menor inercia térmica, lo que acelera tanto el encendido como el apagado. Existe una amplia variedad de modelos pudiendo optar por la habitual placa de chapa, sustituirla por una encimera de cristal vitrocerámico con las funcionalidades de este tipo de cocinas, o frentes de vidrio que permiten contemplar el fuego.

Asimismo, han mejorado técnicamente incorporando un sistema de combustión lenta que hace que el rendimiento de la madera sea mayor, consiguiendo más temperatura con menos madera. Esto supone un consumo menor, a la vez que reduce las emisiones de monóxido de carbono, dióxido de carbono y de partículas sólidas en suspensión. Además, las cocinas con doble combustión son una alternativa más segura y mucho más eficiente.

Hoy en día, la leña «es el combustible más barato, sobre todo ahora que los pellet han doblado su precio llegando al del gasoil», señala Jabier Intxausti, de Bero Eder. Sin embargo, también tiene sus desventajas. «Ahorras en combustible, pero da más trabajo. No es lo mismo que tener aerotermia, caldera de gas o gasoil. Con ésas aprietas el botón y tienes todo funcionando. La leña es lo que tiene». Por eso, para compensar el tiempo que este sistema requiere para calentar las estancias, lo habitual es complementar la leña con otras fuentes de energía como el gas, la electricidad o el pellet.

Las cocinas de leña, que pueden tomar también la forma de chimenea o fuego bajo, se distinguen principalmente por su potencia calorífica, por lo que además de para cocinar, sirven también para calentar la estancia o la vivienda. Hay dos vías posibles para eso: con un sistema de convección que absorbe el frío y lo revierte a la estancia convertido en aire caliente, o integrándola en el sistema de calefacción como si fuera una caldera. En este caso, incorporan un calderín que contiene agua que, una vez caliente, se suministra a los radiadores o al termo de agua caliente sanitaria y crea una calefacción central que calienta todas las estancias.  

Termoestufas
Por su parte, las termoestufas también están de moda. Se diferencian de las estufas comunes en que no expulsan aire caliente, sino que lo emplean para calentar un circuito de agua que se envía a través del sistema de calefacción a toda la vivienda. Las de pellet como las de madera se utilizan para calentar el agua que alimenta los radiadores o paneles del suelo radiante.

Intxausti lleva veinte años al frente de Bero Eder, pero el negocio familiar bajo otro nombre lo puso en marcha su padre en 1940. Confirma que «hay mucha demanda» de este tipo de sistemas y que hay que esperar hasta medio año para hacerse con una. No obstante, matiza que no es adecuada para cualquier tipo de vivienda. «En zonas rurales donde no hay suministro es muy práctica, no tanto en zonas urbanas. Calderas y cocinas de leña son una opción difícil para un piso», por tanto, cree que son especialmente indicadas para caseríos o viviendas unifamiliares, mientras que en las ciudades resulta más interesante la alternativa de la aerotermia.  

Intxausti apunta que aunque la inversión inicial es «algo elevada», se amortiza, ya que tiene una larga vida útil. «La opción más barata es una caldera de gas, seguida de la de pellets y la aerotermía. La cocina de leña viene a salir ya parecido».

La aerotermia, un sistema muy rentable y eficiente

Si la leña puede considerarse como el combustible más antiguo, la aerotermia seguramente será una de las fuentes energéticas más modernas. Y también una de las que mayor crecimiento está experimentando. Así lo constata Jabier Intxausti, responsable de Bero Eder. «La venta está aumentando mucho en obra nueva y en rehabilitación». Bien con suelo radiante, bien con radiadores, es el sistema más escogido por sus clientes.

Esta tecnología extrae la energía ambiental del aire y la transfiere a la estancia o al agua, de forma que las bombas de calor aportan refrigeración y calefacción, e incluso, agua caliente. En comparación con otras opciones que emplean madera, la aerotermia «no necesita salida de humos y es más limpia».

Es una opción idónea para todo tipo de edificios y viviendas, tanto grandes como pequeñas, individuales o bloques. Su principal baza a favor de quienes escogen este sistema es que es sostenible, así como que el ahorro es considerable gracias al su rendimiento. Intxausti explica que «como trabaja a mucha menos temperatura, consume mucha menos electricidad y sale muy rentable». Sin embargo, la instalación es su principal obstáculo, ya que hace que se encarezca considerablemente, aunque la inversión «se amortiza en poco tiempo».