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El Benfica envió a la Real más entradas que las localidades que podían ocupar sus aficionados

Los guipuzcoanos desplazados a Lisboa tuvieron que soportar unas medidas del dispositivo de Seguridad indignantes y luego vieron cómo se ponía en peligro la suya porque se dejaron cinco filas de asientos sin ocupar y muchos tuvieron que seguir todo el primer tiempo en unas escaleras muy peligrosas.

Los jugadores realistas salieron del vestuario después del partido para agradecer el apoyo de sus aficionados. (Patricia DE MELO MOREIRA/AFP )

Los aficionados de la Real desplazados a Lisboa vivieron una jornada inolvidable con la victoria de su equipo ante el Benfica (0-1) y, después de la polémica suscitada porque las entradas enviadas por el club portugués fueron muchas menos de la demanda existente, el problema fue que superaron las localidades que podían ocupar y pusieron en peligro su integridad.

Varios centenares de seguidores blanquiazules tuvieron que ver el primer tiempo de pie en unas escaleras muy peligrosas porque eran pequeñas y con una gran inclinación. Por suerte el gol de Brais llegó en el segundo ya que si solo un aficionado llega a empujar al de adelante y perder el equilibrio se podría haber registrado una tragedia porque todos podían caer como fichas de dominó.  

La ocupación de las escaleras taponó las salidas de la grada y eso impidió cualquier movimiento de los 3.500 desplazados a Lisboa en ese primer tiempo, en el que por fortuna no pasó nada. El problema se solventó en el segundo porque todos los aficionados realistas siguieron el partido de pie y no sentados y eso permitió que se pudieran juntar y entraran más que los asientos en las gradas.

El problema pudo estar en que las medidas de seguridad implicaron que se dejaron sin ocupar cinco filas de asientos. Los aficionados realistas pedían que les dejaran ocupar esas localidades porque tenían derecho a alguna y no podían ubicarse en ningún lado y les respondían que tenían la orden de dejar libres esos asientos y que se habían vendido más entradas que los destinados para ellos.

Los que más pagaron, en las escaleras

Lo más curioso fue que los aficionados que más pagaron por asegurarse la entrada para viajar a Lisboa en el viaje oficial organizado por Halcón Viajes fueron los últimos en llegar y algunos de los que vieron el primer tiempo en las escaleras. El autobús que les llevaba del hotel al campo sufrió un atasco en la carretera y tuvieron que desplazarse en metro y entraron al Estadio da Luz con el partido ya iniciado.  

Los aficionados de la Real no llegaron a situarse en las localidades asignadas porque los propios empleados de seguridad les decían que se pusieran donde quisieran según entraban tras estar casi un par de horas sin poder entrar al campo con unas medidas de Seguridad indignantes.

Lo único bueno fue que todos los aficionados de la Real concentrados en la Plaza de Comercio accedieron juntos a la boca de metro situada allí mismo tras sufrir la lluvia y los precios altos de los bares de la zona tras largas colas para que les sirvieran porque no tuvieron ningún refuerzo para prevenir la invasión de los blanquiazules, que estuvieron refugiados en los soportales.

Dos horas y media antes del inicio del encuentro todos juntos acudieron a la boca de metro de la Plaza y pudieron viajar en dos unidades reservadas únicamente para los aficionados de la Real sin ninguna parada y sin llegar a pagar el servicio hasta la más cercana del campo.

Una odisea bajo la lluvia

Allí comenzó su odisea con las medidas de seguridad. Con una lluvia que no paraba fueron conducidos todos juntos hasta el campo y nadie podía salirse del grupo, incluso los aficionados realistas que tenían localidades en un sector diferente al de la afición visitante.

No se les permitió dejar el rebaño ni para hacer sus necesidades en las dos horas que estuvieron desde que entraron en el metro en la plaza de Comercio hasta que pudieron acceder al campo y la policía llegaba a dar botellas para que los aficionados orinaran en ellas y otros lo hacían en vasos.

En el primer punto de seguridad se verificaba que tenían la entrada y les retiraron todos los paraguas y sin ellos algunos tuvieron que esperar veinte minutos bajo la lluvia hasta acceder al campo después de pasar un estricto segundo control en el que sufrían un cacheo que indignó a muchos porque les tocaron los genitales y les retiraron toda la comida que querían introducir al campo en un partido que se jugaba a la noche. Les obligaban a arrojarla a la basura y se ofrecía una taquilla para dejar otras cosas que no dejaban introducir. Luego la podían comprar a unos precios abusivos dentro del campo.

Unas medidas impuestas por unos protocolos desproporcionados porque no hubo ningún problema en los dos días que los aficionados realistas estuvieron en Lisboa con sus camisetas blanquiazules con un comportamiento ejemplar. La única nota discordante fue que las cuatro ovejas negras que aprovechan el fútbol para descargar su agresividad provocaban a unos aficionados locales que también tuvieron un comportamiento ejemplar al grito de "Puta Benfica˝ sin ningún motivo que lo justificara. Era la primera vez que se enfrentaban los dos equipos.

Protocolos exagerados

Porque no es un protocolo por la afición realista. También los aficionados locales tuvieron que dejar sus paraguas en el acceso al campo y a la salida intentaban recuperar el suyo, aunque muchos cogían el primero que podían. Tanta medida de seguridad que no impidió que algunos ultras del Benfica pudieran entrar con bengalas y lanzaran alguna al campo, lo que obligó a detener el partido.

Y no solo lo sufrieron los seguidores de Real y Benfica. En el primer partido de Anoeta de la Champions a los seguidores del Inter les obligaban después del cacheo a quitarse el calzado y a dejar en bolsas hasta las monedas y las llaves del coche. Apenas podían introducir el móvil. Tanta medida y luego no importa la seguridad de los aficionados que vieron el partido en una situación muy peligrosa con las salidas taponadas en caso de emergencia.

Los seguidores realistas tuvieron un comportamiento ejemplar, soportaron las medidas y la lluvia y no crearon ningún problema. Tampoco dejaron de cantar desde que se juntaron al mediodía y de animar a sus jugadores en el campo con una intensidad que llevó a que se les escuchara más que a los 52.500 aficionados locales, que en muchos momentos mostraron su disgusto con su equipo ante la superioridad realista.

Agradecimiento de los jugadores

Por ello los jugadores blanquiazules no solo se dirigieron a sus aficionados al término del encuentro a agradecer su apoyo. Quince minutos después del final volvieron a salir del vestuario al campo para reiterar su agradecimiento y para celebrar la victoria con ellos. Los 3.500 aficionados se pusieron en ese momento a botar de espaldas como lo hacen con cada gol en Anoeta mientras sus jugadores lo hacían en el campo. La comunión del equipo con su afición es total.

Porque tuvieron que esperar media hora en el campo antes de volver a repetir el camino hacia el metro rodeado de policías ya sin cantar, agotados después de un día entero de pie recorriendo el centro de Lisboa por la mañana y toda la tarde festiva en la Plaza de Comercio y en el Estadio da Luz. Lo bueno es que el viaje de vuelta para todos ellos resulta mucho más agradable con tres puntos y una experiencia que supera las cosas negativas que tuvieron que padecer.

Y lo mejor es que con esa victoria parece que el de Milán el 12 de diciembre no va a ser el último desplazamiento de Champions que van a poder realizar esta temporada para demostrar por toda Europa que los vascos somos personas que sabemos respetar a los demás y disfrutar. Por eso no tienen sentido esas medidas cuando ahora en los campos hay cámaras para identificar a cualquier espectador y centenares de empleados de Seguridad y policías. Demasiados.