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Los pasos abiertos, pero con la muga bajo estrictas medidas de control

Aunque el contexto de seguridad reforzada llevará a París a mantener la muga bajo fuerte vigilancia, ya no habrá pasos cerrados. Las barreras desaparecen, por fin, y tras casi tres años de cierre, de la pasarela peatonal que enlaza Irun y Hendaia, y de los pasos de Larraine, Aldude e Izpegi.

El puente Avenida, ya abierto al paso entre Irun y Hendaia. (Guillaume FAUVEAU)

De camino al tercer aniversario del cierre de los ocho pasos que enlazan el norte y el sur del Bidasoa, las barreras desaparecen por fin de las últimas mugas que seguían clausuradas.

Se trata de los pasos de Izpegi, Larraine, Aldude y de la pasarela peatonal Avenida, que enlaza Hendaia e Irun.

Este último puente se abría este mismo domingo, horas antes de la fecha anunciada del lunes, 30 de octubre.

Y desde primera hora de esta lluviosa mañana de lunes, ciudadanos y electos se daban cita en la pasarela, para celebrar que el puente vuelva a estar por fin abierto.

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Allí, los alcaldes de Hendaia, Irun y Hondarribia escenificaban, pasadas las 8.00, un «abrazo del Avenida», no sin dejar constancia de que, «se ha debido esperar demasiado para que un puente que, por definición, debe servir para transitar, vuelva a cumplir esa función», en palabras del primer edil de Irun, José Antonio Santano.

«Hace ya once meses desde la Cumbre de Barcelona, en la que [Emmanuel] Macron y [Pedro] Sánchez hablaron de abrir la frontera», ha detallado, en la misma línea de velado reproche, su homólogo hendaiarra Kotte Ezenarro. «Haciendo honor a su historia, lo que deseamos es que este puente siga sirviendo para construir convivencia», ha completado el alcalde de Hondarribia, Igor Enparan.

Los tres mandatarios han saludado la labor de la ciudadanía «para hacer posible este día».

«La pregunta es para qué ha estado este paso cerrado tres años, con un coste en seguridad millonario», ha apostillado, nada más cruzar la pasarela desde Hendaia para acudir a echar su café a uno de los locales hosteleros de la vecina Irun, Pierre Iturria.

Un apunte de un ciudadano de a pie, que bien puede completarse, por aquello de no perder matices sobre una decisión con sus claroscuros, con las palabras del sindicalista de LAB, Eñaut Aramendi.

Conocido por su compromiso con las personas migrantes, que le ha valido más de un sobresalto con esa misma Policía que hoy vigilaba el Avenida y mantenía férreos controles en el cercano puente de Santiago, Aramendi celebraba «que se abran los pasos, porque eso es importante para la vida diaria de los vecinos», pero aclaraba que ese avance dista mucho de «ser una solución para las personas migrantes, ya que los controles racistas seguirán, por lo que debemos seguir trabajando para que todos los caminos se abran para todos».

Antes de hacerse una foto, y cruzar el puente, con globos en la mano y algún que otro irrintzi, junto a otros representantes de la iniciativa ciudadana que reunió más de 12.000 firmas para pedir la reapertura del puente, una integrante de «tipitapa», grupo de incansables «paseadoras», que ha sumado sus esfuerzos a esa iniciativa, advertía de que «es un día de celebración, pero siempre nos queda el temor de si volverán a cerrar el puente otra vez».

De hecho, desde principios de octubre los controles, que amainaron a principios de año, vuelven a ser prácticamente permanentes en Behobia, Biriatu o Santiago.

El anuncio del cierre

Fue en la tarde del 12 de enero de 2021 cuando la Prefectura de Pirineos Atlánticos anunció su intención de cerrar un total de ocho pasos en Euskal Herria.

La delegación estatal se refugió en el argumento principal de la «lucha contra el terrorismo», al que ya se acogiera durante la precedente reposición de controles permanentes, un año antes, en el contexto de la pandemia.

La crisis sanitaria, cabe recordar, llevó a un cierre temporal de una decena de pasos pirenaicos en abril de 2020.

Tras la reapertura paulatina del resto de mugas, siempre a raíz de protestas de vecinos y de actores políticos y sociales del país, cuatro quedaron selladas a cal y canto, hasta que la Prefectura de Pirineos Atlánticos ha tenido a bien desalambrar, esta pasada madrugada.

Dos reaperturas relámpago del puente Avenida

A reseñar dos excepciones en el caso del candado impuesto al puente Avenida.

El 1 de noviembre de 2022, un centenar de personas, llegadas desde Irun y Hendaia, se plantaron en el puente y retiraron las vallas, que al día siguiente fueron repuestas, por orden de la Prefectura.

La pasarela peatonal Avenida asistió a otra efímera reapertura, ya por decisión gubernamental, el pasado 3 de julio, coincidiendo con el paso del Tour por el vecino puente de Santiago.

De ese día queda una imagen icónica, con Pirritx, Porrotx y Marimotots cantando, rodeados de centenares de manifestantes en el puente Avenida, en un acto, organizado por Gure Esku, que se tradujo en una reivindicación con sonrisas de la territorialidad de Euskal Herria.

 

Sin embargo, nada más pasar la Grande Boucle, el 4 de julio, los vecinos de Txingudi asistían atónitos a la reposición de las vallas en el puente Avenida.

Impulsada por los alcaldes de Irun, Hendaia y Hondarribia, una movilización ciudadana a ambos lados de la verja denunció, el 7 de julio, la decisión de la Prefectura de volver a «convertir en puente de la vergüenza el que para tantos fue un camino a la libertad», en palabras del alcalde de Hendaia, el socialista Kotte Ezenarro.

 

«Los controles racistas» no desaparecen

Los bloques azules y tras ellos las verjas ya no obstruyen el histórico puente Avenida.

Así las cosas, el paso vuelve a pertenecer a peatones y ciclistas, aunque la Policía, que durante este tiempo ha montado guardia ante los parapetos, ahora lo hace ante un puente abierto

En el contexto de la crisis de Oriente Medio, y tras la muerte, apuñalado, de un profesor en Arras, los dispositivos ‘Sentinelle’ y ‘Vigipirate’ han sido reforzados como en todo el Estado francés, y también en Ipar Euskal Herria.

Desde mediados de mes, un centenar de miembros del Ejército se han sumado a las labores de la Policía y la Gendarmería en el departamento de que forma parte Euskal Herria.

De ahí que la reapertura de los cuatro puentes, demandada de mil y una formas por vecinos y electos, con ser motivo de alegría, se produzca en un ambiente ciertamente plomizo.