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Un ultra huido se autoinculpa de guerra sucia en los 70 junto a la GC, ¿con el capitán Hidalgo?

El testimonio de un ultraderechista español ahora afincado en Argentina aporta datos sobre la guerra sucia en Euskal Herria en los 70. La vincula a la Guardia Civil, y más concretamente a los cuarteles de Gernika (donde ejercía el conocido capitán Hidalgo), Lekeitio y Bilbo.

Una concentración en Iruñea señala la responsabilidad de Rodolfo Martín Villa, ministro de Interior en aquellos años. (Idoia ZABALETA | FOKU)

«La Dirección General de Seguridad sabía qué pasaba (...) Teníamos carta blanca (...) Nos acercábamos y matábamos como ellos. Nada de con un rlfle con mira telescópica (...) También destruiamos su aparato económico. Les volamos restaurantes y negocios». Quien así habla este martes en ‘El País’ es José Ignacio Fernández Guaza, ultraderechista huido «tras cometer el asesinato del estudiante de 19 años Arturo Ruiz en 1977», según explica este diario, que lo ha localizado en Argentina.

Apenas hay precedentes de mercenarios que se autoinculpen de guerra sucia en Euskal Herria, por lo que el testimonio resulta muy relevante. Y también por su carácter detallado: aunque en la información no se concretan atentados, Fernández Guaza sí establece una clara relación con la Guardia Civil y más exactamente con los cuarteles de Gernika, Lekeitio o Bilbo. «Eran nuestras casas», dice.

Ello lleva a la pista del tristemente conocido capitán de la Guardia Civil Manuel Hidalgo Salas, fallecido en 2012 y considerado como «uno de los más crueles y bárbaros torturadores que ha pisado jamás Lea-Artibai», donde se le conocía en aquellos años como ‘Gure Manzanas’. Había sido mando policial en el franquismo y continuó ejerciendo sus brutales métodos en los 70. Hidalgo estuvo al frente del cuartel de Gernika en los años que evoca Fernández Guaza, antes de ser desplazado a León.

La conexión Bizkaia-Ipar Euskal Herria tejida por este mercenario, con la Guardia Civil como nexo, lleva a pensar también en la sucesión de ataques contra la familia Etxabe. El Gobierno de Lakua acaba de reconocer como víctima a Iñaki Etxabe, ametrallado en su bar del alto de Kanpazar en 1975 tras un atentado de ETA contra la Guardia Civil, presumiblemente como venganza. Tres años después, en 1978, su hermano Juanjo Etxabe (miembro destacado de la organización armada) fue ametrallado en Donibane Lohitzune junto a su mujer: Agurtzane Arregi falleció y Etxabe quedó malherido. Fernández Guaza asegura en su relato a ‘El País’ que sus víctimas eran «de la máxima jerarquía» dentro de la organización.

En cuanto a lo ocurrido en esa zona de Bizkaia en aquellos años, además de las torturas, guardias civiles mataron a tiros a Joaquín Diestre en 1973; un año después, a Pedro Bilbao en un control; en 1975, a Alfredo San Sebastián en Mungia y a Blanca Salegi e Iñaki Garai en Gernika; hubo atentados contra negocios y viviendas en Busturialdea; se tiroteó en Jai Alaia de Mungia...

La fundación de víctimas de violencia estatal Egiari Zor ha reaccionado así a esta información:

 

Fondos reservados y blindaje posterior

El sistema que define apunta a una célula formada por unas quince personas que actuaban como mercenarios, amparados por la Guardia Civil y financiados por los fondos reservados: «Yo siempre cobré muy bien (...) Nos pagaban en efectivo».

El testimonio judicial de la que había sido su pareja, ya en 1977, apuntaba a las conexiones de Fernández Guaza con la guerra sucia en Euskal Herria y, más aún, con el cuartel de Gernika, pero los tribunales no tiraron de ese hilo.

‘El País’ también pone de manifiesto que tras su fuga del Estado español ni siquiera existe su DNI en los archivos, y eso que técnicamente se dictó una orden de búsqueda y captura: «Fue gente que se preocupó por mí. Me dijeron ‘vamos a hacerte desaparecer’. Yo nunca existí».