Junts y ERC, a la expectativa, buscan resituarse en el nuevo escenario
El acuerdo de investidura parece haber cambiado el guion a la mayoría de actores del independentismo catalán. Ha modulado la retórica de Junts, creando tensiones en sus bases, y obliga a ERC a compartir pista de baile con los de Puigdemont.
La foto esperada este lunes en el registro del Congreso de los Diputados era la de familia, la de los representantes de los partidos que darán apoyo a la Ley de Amnistía. Finalmente, sin embargo, fue el ministro de Presidencia en funciones, Félix Bolaños, quien la registró con la única firma de su partido, el PSOE. Esquerra pidió más tiempo para estudiar la ley, pero los de Pedro Sánchez prefirieron atajar de raíz filtraciones y rumores y presentarla en solitario.
Esquerra alega que quiere asegurarse de que todos los afectados por casos relacionados con el Procés, en especial los relativos al Tsunami Democràtic y a la causa contra los CDR instruida en la Audiencia Nacional, sean incluidos. Desde Junts se señala que apenas es un ataque de celos, una maniobra para escenificar que la última palabra es de los de Oriol Junqueras, que ya cerraron hace dos semanas su acuerdo con el PSOE.
Sea cual sea la realidad, los hechos evidencian un nuevo escenario en la política catalana. Hasta ahora, ERC transitaba en solitario la senda de la negociación como vía para aliviar la represión y buscar avanzar en la resolución del conflicto con Madrid, mientras Junts mantenía postulados más rígidos a favor de la unilateralidad y muy críticos con las negociaciones con el PSOE, aunque la política diaria en muchas instituciones catalanas desmintiese este relato.
Esto ya no es así, lo que genera tensiones en ambos espacios. En Junts les toca lidiar con una parte de su base descontenta ante un giro que supone abandonar el relato de la resistencia de la noche a la mañana. Puigdemont trató de diferenciarse de ERC asegurando que él cobraba por adelantado, pero lo cierto es que el acuerdo entre su partido y el PSOE deja numerosos puntos que deberán concretarse a lo largo de la legislatura.
El giro de Junts, que le permite recuperar una centralidad que anhelaba, es tan comprensible como el desengaño que puedan sentir ahora algunos de sus seguidores. La ANC mantiene viva la opción de presentar listas en las próximas elecciones al Parlament. Aunque es difícil augurarle un gran camino a la candidatura, podría tentar a estos votantes ahora «defraudados» por Puigdemont.
Al otro lado, cierto enfado o incomodidad es igualmente comprensible en el seno de Esquerra. Los últimos cuatro años han tenido que aguantar de todo por negociar con el PSOE, y ahora ven cómo la fuente de muchas de las críticas se dispone a recorrer el mismo camino que ellos. También van a tener que acomodarse a esta nueva situación que, en el fondo, no hace sino darles la razón respecto a la decisión tomada hace cuatro años.