La izquierda española renueva su alianza con el soberanismo y Sánchez define gobierno
La votación por mayoría absoluta ratifica uno de los signos destacados de esta fase histórica: el acuerdo estratégico entre el PSOE, las fuerzas a su izquierda y las formaciones soberanistas. El líder socialista y Yolanda Díaz se reunirán en las próximas horas y el sábado presentarían equipo.
La investidura, ese tópico del que no se paró de hablar desde el 23 de julio pasado, ya es historia. Las elucubraciones ahora pasan a una negociación más pequeña e íntima entre los dos partidos que conformarán el Consejo de Ministros: el PSOE y Sumar. Fuentes de ambas formaciones han informado a NAIZ de que está prevista una última reunión entre Pedro Sánchez y Yolanda Díaz este viernes para terminar de acordar el reparto de carteras.
Las conversaciones, a diferencia de las que consiguieron la investidura exitosa de 179 votos y ocho formaciones con representación parlamentaria, son más secretas y se dan entre las cúpulas del PSOE y Sumar, y lo que salga de ello no tendrá mucho debate. En Sumar, además, las confluencias de Compromís, Ara Més y la Chunta no han querido participar del Ejecutivo.
El próximo lunes se hará la presentación formal de titulares de ministerios y se especula con que el fin de semana en algún momento se haga el anuncio formal, parcial o total, del nuevo equipo que acompañará al presidente reelecto. Ferraz sigue en la misma línea de la hiperdiscreción y si bien se descuenta que sigan al frente de Hacienda María Jesús Montero y de Presidencia, Félix Bolaños, el resto es un enigma.
Al irse del hemiciclo, la ministra de Política Territorial y portavoz, la manchega Isabel Rodríguez, ha dicho a los periodistas que agradecía la paciencia que le habían tenido, en unas breves palabras que sonaron a despedida. De los cercanos a Sánchez se sabe que no tendrá ministerio porque rehúye de tener carteras el navarro Santos Cerdán, número tres del partido y quien «padeció» (así lo dicen los socialistas y los de Esquerra) las idas y vueltas con Carles Puigdemont en Waterloo.
«En muchos casos, Sánchez ha llamado una hora antes del anuncio formal al dirigente que quería para el ministerio. Él es así», explicaba un alto cargo de Ferraz. Con la única persona que dialoga de este asunto es con su jefe de gabinete, Óscar López. «Lo tiene en su cabeza solo él», señalan desde el PSOE.
Sumar planteará a su socio cinco ministerios: Trabajo, Cultura, Juventud y Niñez, Derechos Sociales y Sanidad. Y ya tiene titulares para ellos
Lo que sí pudo confirmar NAIZ es que Sumar planteará a su socio el pedido de cinco ministerios: Trabajo, para la propia Díaz (además de la vicepresidencia), Cultura (para Ernest Urtasun), Juventud y Niñez (nueva cartera que sería para la eurodiputada Sira Rego, de Izquierda Unida), Derechos Sociales (para el economista Pablo Bustinduy, cofundador de Podemos y peleado con Pablo Iglesias hace tiempo) y Sanidad (para la líder de Más Madrid, Mónica García).
Tras cuatro años con Podemos en el Gobierno, no hay ninguna fuente que dé como posible que esa fuerza mantenga no sólo la jefatura de algún ministerio, sino ni siquiera secretarías de Estado. Irene Montero pasará a hacer política desde el llano (es técnicamente la número dos en el organigrama) y Ione Belarra será diputada (veremos si reciben como premio alguna presidencia de comisión, aunque resulta improbable). También es casi un hecho la decisión de la ministra saliente de Igualdad de competir como cabeza de lista en las europeas de junio próximo.
Un nuevo triunfo
De sus cinco pedidos de confianza a la cámara, Sánchez ya tiene la mayoría en positivo. En 2016 le fue denegada y hubo repetición electoral, pero en 2018 se recuperó vía moción de censura. En 2019 no la obtuvo y hubo una repetición electoral. En enero de 2020 lo logró y ahora, noviembre de 2023, suma la tercera.
El líder del PSOE, que empezó su carrera política como concejal de Madrid, ha hilvanado una mayoría que es hito en la historia moderna del Estado: cuatro partidos abiertamente secesionistas lo han votado. Tanto para ponerle un freno a las derechas, y también porque cedió lo que nunca antes había cedido, lo cierto es que es difícil encontrar otro ejemplo en Europa de un partido de régimen y de tuétano jacobino que sea apoyado por formaciones secesionistas y tan diversas.
En parte por poner freno a las derechas, pero también por lo que cedió, es difícil encontrar otro ejemplo en Europa de un partido de régimen y tuétano jacobino, apoyado por formaciones secesionistas y tan diversas
La mayoría es transversal, además, ideológicamente en lo que hace a las posiciones económicas. PNV y Junts poco tienen que ver en sus postulados sobre el capitalismo con BNG o EH Bildu. Sin embargo, están todos juntos votando al mismo candidato y quien se ha quedado aislado es el PP.
«Se le criticará que cambia de posición y que hace ahora lo que se negó antes, pero lo que hace este hombre no lo hace cualquiera. El triple que está tirando no lo hace cualquiera», decía, algo maravillada, una dirigente del PSOE madrileño a NAIZ. Otra fuente, ante los rumores de posible ruptura o deslealtad, respondía: «Los diputados están a muerte con Sánchez. El apoyo es total». Se percibe en las charlas informales cierta admiración generalizada (y no solo en el PSOE) por la proeza y valentía de un Sánchez que había sido dado por políticamente muerto en mayo y junio y ha resurgido.
Todos los secretarios generales de las filiales autonómicas del PSOE estuvieron presentes estos dos días, por un rato o por mucho más, en el Congreso. El único ausente fue García-Page, cabeza visible de un socialismo que parece casi de derechas y que ya se estaba probando el traje de sucesor, pero deberá esperar a otro tiempo.
Uno de los desafíos más grandes que tendrá Sánchez es articular la mayoría parlamentaria para las leyes clave. Algunos creen que será una legislatura corta de dos o tres años y otros son más optimistas. Lo cierto es que el pacto con Junts, el socio menos estable, fue vendido en los medios como un acuerdo «de legislatura», pero la actitud del partido de Puigdemont esta semana demuestra que la estrategia será de permanente toma y daca y medir fuerzas. La cercanía o lejanía de las autonómicas catalanas (que deberían ser en el 2025) marcarán también los tiempos por la pugna eterna entre Junts y ERC.
Sin rumbo
El mejor aliado simbólico de la permanencia de Sánchez es sin dudas la trumpización de la derecha española. Es de manual básico de ciencia política que tener un rival común supone un factor de cohesión. La izquierda española renueva su alianza táctica con los soberanismos para bloquear el acceso de una derecha radical a Moncloa en una inteligente lectura de lo que votó la ciudadanía. Lo dijo claro la portavoz Mertxe Aizpurua al explicar su voto positivo: «Es el mandato popular recibido en las urnas».
Si algo ha quedado retratado en estas jornadas intensas y broncas es que, guste o no, Sánchez y sus aliados tienen un proyecto, un rumbo, una narrativa más completa y apuestan a la política de las cosas del comer, mientras que la derecha no tiene un proyecto de país que seduzca a la integridad del Estado. Porque, aunque el conglomerado de grandes medios haga parecer lo contrario, el Madrid-sistema no es todo España y quienes votan están diciendo que por ahí no es.
Aunque el conglomerado de grandes medios haga parecer lo contrario, queda claro que el Madrid-sistema solo es eso. Una histórica dirigente del PP comentaba a NAIZ que en julio contaban con dos diputados más en Barcelona y no llegaron
Un dato al respecto: una histórica dirigente del PP de Madrid, crítica de la deriva trumpista, comentaba recientemente a NAIZ que Génova tenía en su poder unas encuestas propias no publicadas que le otorgaban, dos semanas antes de las elecciones, cinco diputados más por las circunscripciones de Madrid y Barcelona. Tres en la primera y dos en la segunda. «Algo pasó y ellos lo saben y hace falta hacérselo ver», señala.
Aquí es donde la derecha se parte en dos. Algunos creen que la culpa de que no hubo suficientes escaños fue del «verano azul» y la campaña laxa y no suficientemente dura (esto es, el ayusismo). Pero otros, con menos micrófonos a disposición y menos influencia, creen que el problema estuvo y está en escorarse a la derecha, no desmarcarse de Vox y haber permitido que algunas cuestiones muy sensibles para el electorado sean públicas y notorias, como el ataque a símbolos y legislaciones LGBTI en autonomías y ayuntamientos cogobernados con Vox.
La verdad como un puñal la dijo el portavoz de PNV, Aitor Esteban, con irónica rima, a Feijóo: «Alberto, tu tractor tiene gripado el motor por usar aceite Vox». Y dejó trascender que Génova había hecho suculentas propuestas para seducir a los diputados jeltzales y que fueron rechazadas. Patxi López, voz del PSOE parlamentario, también les advirtió este jueves para que dejen de exaltar y dar alas a la ultraderecha «porque acabará devorándolos».
Nada prosperará para el PP, al menos a medio plazo, mientras esté acompañado por Vox. Que no es cualquier Vox. El 2023 ha sido el año en el que pasó de ser un partido nacionalista con dos almas, una más visible, neoliberal o anarcocapitalista, y otra falangista, a ser un partido de derecha radical más homologable con lo peor de Europa. El encumbramiento de Jorge Buxadé y el haber separado de cargos internos a buena parte del sector liberal ha dejado al partido de Abascal en algo todavía menos apetecible para casi el 90% de los votantes.
El PP ha decidido usar como trincheras de batalla el Senado, bunkerizándolo gracias a su mayoría absoluta, y sus contactos con el PPE y complicarle la vida al Gobierno en Bruselas. Por lo visto tras estas últimas 48 horas, los conservadores españoles siguen decidiendo mantener la estrategia y ser oxígeno para un Sánchez que cada día respira mejor.