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El lugar para la conciencia

MEFISTO FOR EVER
Autor: Tom Lanoye. Intérpretes: Sonia Almarcha, Elisabet Gelabert, Esperanza Elipe, Iván Villanueva, Paula García Lara, Nacho Redondo, Darío Frías, Cristina Varona. Dirección: Álvaro Lavin. Producción: Meridional Producciones y Vaivén Producciones. Lugar: Teatro Arriaga (Bilbo)

‘Mefisto’, dirigida por Álvaro Lavin. (NAIZ)

Este espectáculo parte de un texto muy potente que es una adaptación libre del ‘Mefisto’ de Klaus Mann y nos sitúa en un Teatro Institucional, en plenos ensayos, mientras se produce la llegada de la extrema derecha con todas sus parafernalias, violencias y tensiones.

Podría parecer metateatro, y lo es, pero adquiere valores mucho más abrasivos, ya que nos muestra cómo el juego de egos, necesidades, ideologías y posturas ante los mismos hechos condicionan la vida de cada individuo y convierten lo que es un simple hecho teatral, cultural, en una acción determinadamente política, porque no se trata de que se ejerza una censura, sino que se mata, que se impide el trabajo, que propicia el exilio para salvar la vida debido a una simple militancia previa.

Es fácil identificar la referencia en la Alemania de Hitler, pero se agradece que no se incida en la obviedad del régimen nazi y nos coloque ante reflexiones que nos aleccionan de lo que puede suceder si no mantenemos una actitud sólida, sino se apuntalan los criterios democráticos y nos muestra la dificultad para convertir en ese grado de violencia, las discrepancias ideológicas de una compañía en algo positivo, en algo que pueda fructificar en un hecho cultural, o poniénndonos algo más excitados, en arte.

Porque al final, en esta magnífica obra, la disyuntiva se coloca en la obcecación por la consecución de su destino artístico de un director-actor que intenta estar por encima de todas las situaciones.

El titular huye perseguido y él asume toda la responsabilidad sin preocuparle nada más que el fin: hacer una buena obra de teatro. Comprobamos como la conciencia se diluye en la necesidad, el ego, la misión superior, pero que acaba destruyendo al protagonista porque los otros no funcionan con los mismos protocolos artísticos, de convivencia profesional, sino por adscripción ideológica, colocando a amantes para papeles que debían hacer actrices superiores, y que deben huir por ser judías y sentirse amenazadas.

Un escenario de muy sugestivo de Anna Tussell y Arantxa Ezquerro, que firman también un vestuario y maquillaje que configuran una propuesta estética de rango superior, lo que ayuda a que las interpretaciones deban situarse en ese código estético lo que logra todo el reparto, cada cual en su medida a que nos llegue una magnífica propuesta que a veces se queda atascada en su mismidad, en su rotundidad dramatúrgica, pero que nos proporciona teatro del grande, total, y logra acomodar fondo y forma y nos deja con la cabeza troceada, reflexionado, preguntándonos qué habríamos hecho cada uno de nosotros ante una situación similar, porque todas las decisiones son humanamente comprensibles, pero todas conllevan renuncias o complicidades y al final no hay una solución buena porque el régimen que llega es destructivo en sí mismo.