Manual para combatir las setas más peligrosas de Euskal Herria
Micólogos de la Sociedad de Ciencias de Aranzadi y el Servicio de Toxicología de Osakidetza han elaborado un libro que recoger todo lo aprendido durante sus más de 40 años de colaboración atendiendo intoxicaciones por setas.
Todos los años se registran intoxicaciones por setas en Euskal Herria. Ni siquiera la más popular de las setas venenosas, la 'Amanita phalloides', despierta respeto suficiente. Año sí, año no, siempre hay un setero desorientado o demasiado glotón que se acaba comiendo alguna. El último caso del que tiene noticia el micólogo Pedro Arrillaga se zampó nada menos que siete.
Y no, aquel setero no murió. Pese al icono de la calaverita que acompaña a la 'phalloides' en cualquier manual que se consulte, la única variedad potencialmente mortal que crece en los bosques de Euskal Herria no ha dejado ningún cadáver en las últimas décadas. Tratar rápido y de forma precisa ha sido la clave de la supervivencia.
Desde que Arrillaga empezó a colaborar con Osakidetza 1979, ni la phalloides ni ninguna otra seta ha causado una muerte en Araba, Gipuzkoa y Bizkaia. El libro 'Las setas y su toxicidad', presentado a principios de mes, recoge toda la experiencia acumulada sobre los tratamientos a seguir según los síntomas que genera una seta u otra.
«Cuando hay dudas sobre la especie consumida, recurren a nosotros. Gracias a los conocimientos del médico Jesús Aviés, Itziar Mayoz y yo hemos reunido especies, fotografías macroscópicas, y casos prácticos para este libro», explica Arrillaga.
Son varias las especies que han llevado al hospital a personas en los últimos años. Siguiendo con la 'phalloides' (que segó una vida en Vigo en 2015 y otra en Toledo en 2016), esta amanita suele confundirse en Euskal Herria con la gibelurdin. La clave, para no confundirse, es recoger los ejemplares arrancándolos del suelo, sin cortar el rabo. Lo más característico de la 'phalloides' es su volva en la base del tallo. Y, desde luego, ante la duda hay que desechar.
El resto de setas que se comentarán a partir de ahora como las más problemáticas han desarrollado problemas mucho menos graves, como vómitos y diarreas. Aunque eso no quita para que algunos de los intoxicados hayan acabado en el hospital debido a la virulencia de los mismos.
El gran peligro a la hora de recolectar setas son las confusiones. Debido al fervor que despierta el onddo beltza, una de las setas más problemáticas es el boleto de satanás. De nuevo, Arrillaga nos da pistas para no caer en el error.
La primera pista es el color rojo, que no se encuentra en el onddo, pero sí en el de satanás. Hay que tener en cuenta que hay una enorme variabilidad entre ejemplares de la misma especie, por lo que no tiene por qué ser un rojo intenso.
«Los poros rojos pueden volverse amarillos en los ejemplares grandes –advierte Arrillaga–. Es mejor pista el pie que lo tiene rojizo y con retícula». Además, la carne de satanás es un poco amarillenta y azulea al corte (aunque este azuleamiento no tiene por qué ser demasiado llamativo tampoco.
La siguiente variedad en la lista de problemáticas es el 'Entoloma lividum', a quien algunos confunden con el perretxiko o seta de primavera. Arrillaga tiene otro buen truco para evitar confusiones. En primavera no se dan esta confusión, pues el lividum –hasta la fecha– no brota en esa época del año. En otoño sí que induce a error.
Otra de las setas con toxicidad que han provocado la necesidad de atención especializada de los toxicólogos de Osakidetza es el 'Omphallotus illudens', que puede llegar a ser consumida creyendo que se trata de zizaori.
En este caso, la principal diferencia entre una variedad y otra es que la zizaori es que esta última no tiene láminas como tales, sino pliegues en el sombrero. El segundo elemento que apunta Arrillaga es que la zizaori tiene crecimiento «cespitoso» (independiente) y la variedad venenosa «gregario» (los ejemplares se agrupan como se aprecia en la fotografía).
Advertencias generales
«Antes los micólogos decíamos que todas las setas son comestibles, pero algunas solo una vez. Ahora, más bien, lo que pensamos es que todas las setas son tóxicas y las menos tóxicas decimos que son comestibles», afirma Arrillaga.
Las setas tienen tendencia a absorber del sustrato donde crecen y si en ese lugar hay algún elemento tóxico, como metales pesados o restos de pesticidas o herbicidas, cierta proporción de él acabará en el ejemplar. Lo cual, no resulta problemático si se hace un consumo puntual, pero si es mucha la cantidad de setas que se consume puede dar algún problema.
Otra clave está en cocinar bien las setas. Al respecto, el micólogo advierte de que una seta recientemente introducida como es el shiitake puede producir, si se consume sin cocinar debidamente, dermatitis flagelada.
Por otro lado, están las setas que generan problemas debidos a la intolerancia y que, por tanto, son inocuas para la mayoría de las personas, pero a otras les pueden hacer pasar un mal rato, como sucede con la ilarraka.
La otra toxicidad: setas alucinógenas
Hay setas que se buscan precisamente por su toxicidad, que tiene un efecto alucinógeno. En las praderas de Euskal Herria se busca principalmente un pequeño psylocibe, conocido popularmente como mongi.
«Las intoxicaciones por mongis como tales no han dado una casuística de gravedad aquí. Sí que es cierto que hay un caso de un fallecimiento por parada cardíaca, de hace muchos años, de una persona que consumió mongis, pero no es prudente apuntar a la seta directamente como la causante», asevera el micólogo.
En este sentido, advierte de que el peligro del consumo de mongis puede provenir de «un mal viaje» o la combinación con otras sustancias, como alcohol o drogas, que multiplican la toxicidad o que pueden inducir a tomar decisiones equivocadas.
La otra seta alucinógena que es relativamente fácil de encontrar en el monte es la 'Amanita muscaria'. Esta variedad se ha usado con fines chamánicos en toda Europa por sus propiedades alucinógenas, al menos, desde hace 3.000 años. Si bien, las muscarias que crecen en Euskal Herria tienen una menor cantidad de sustancias psicotrópicas que en países del entorno.
«Aquí creo que la muscaria encuentra pocos clientes y no son particularmente activas. Sí que se llegó a registrar un coma de alguien que tomó una tisana de muscarias. Esta seta tiene una fase de euforia, incluso con visiones, pero tras ella llega una fase de depresión, de caída, que puede acabar en coma, que suele ser de fácil reversión», dice Arrillaga.