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Egipto afronta las elecciones golpeado por la crisis económica y con Al-Sisi como favorito

Las elecciones presidenciales han arrancado este domingo en Egipto con el actual presidente Al-Sisi como favorito. La crítica situación en Gaza y la aguda crisis económica son los principales problemas del país, donde la represión prácticamente ha anulado cualquier oposición al mandatario.

Foto de archivo difundida por la Presidencia egipcia muestra al presidente egipcio Abdel Fattah al-Sisi depositando su voto en el colegio Mustafa Yousry Emmera de El Cairo. (HANDOUT | AFP)

Los egipcios han comenzado a votar este domingo en unas elecciones presidenciales en las que el actual jefe de Estado, Abdelfatah al-Sisi, se presenta para un tercer mandato, a pesar de que en 2018 prometió que no aspiraría al mismo. La ausencia de opositores de peso, las tensiones por la masacre israelí en Gaza y sobre todo la aguda crisis económica que azota al país son algunos de los aspectos más destacados de estos comicios que se celebrarán durante un periodo de tres días.

Las elecciones, previstas inicialmente para abril de 2024, fueron adelantados por decisión del mandatario, algo achacado a su voluntad de lograr el respaldo popular en las urnas antes de aplicar un paquete de medidas de austeridad ante los graves problemas económicos que acechan al país. Estos no son pocos: altísima inflación; falta de divisas; deuda pública; inversión externa nula; industria anquilosada y depreciación de la moneda.

De hecho, la libra egipcia ha perdido la mitad de su valor desde marzo de 2022 y el Fondo Monetario Internacional (FMI) impuso una fuerte reducción de los subsidios a cambio de un préstamo para «reflotar» la economía. Sin embargo, se espera una nueva devaluación de la moneda del país, la tercera en los últimos dos años.

«La especulación es que tienen que devaluar la libra de forma masiva. Buscan obtener un flujo de préstamos y ayudas y más acuerdos con el FMI. Pero no hay hasta ahora un plan claro de salida, excepto un masivo programa de privatización, que tampoco está funcionando bien», resumía a la agencia Efe el analista político y autor del próximo libro ‘Egypt under Sisi’, Maged Mandour.

También está la deuda, contraída durante los ya más de diez años de mandato de Al-Sisi que tiene varios e importantes vencimientos el año que viene y que tendrá que pagarse con divisas contantes y sonantes. Egipto ha defendido su capacidad de pago y honrar sus compromisos, con ingresos programados suficientes, por ejemplo a través del canal de Suez (una de las principales vías de ingresos de la economía egipcia), pero reprogramaciones y negociaciones están a la vista.

Terceras elecciones para Al Sisi

Unos 67 millones de personas están habilitadas para votar en unas elecciones que ya han concluido para los egipcios residentes en el extranjero que votaron entre el 1 y el 3 de diciembre, mientras que para los que habitan en el país el proceso se estructurará entre el 10 y el 12 de diciembre antes del anuncio de los resultados, previstos para el 18 de este mes.

Al Sisi, principal favorito, fue director de los servicios de Inteligencia Militar entre 2010 y 2012, cuando fue nombrado ministro de Defensa por el entonces presidente, el islamista Mohamed Mursi, quien se había impuesto en las primeras elecciones celebradas tras el derrocamiento de Hosni Mubarak tras semanas de movilizaciones.

Posteriormente, encabezó en julio de 2013 un golpe de Estado que derrocó a Mursi, lo que derivó en el nombramiento de Adli Mansur como presidente interino hasta que en 2014 optó por abandonar su puesto en el Ejército para presentarse a las presidenciales de 2014, en las que se hizo con la victoria.

Desde entonces, Al-Sisi ha emprendido una sangrienta represión contra la oposición islamista y la liberal. Varios miles de simpatizantes de Mursi fueron ejecutados o encarcelados y cientos, incluyendo al propio expresidente, fueron condenados en procesos muy criticados por la ONU.

Al-Sisi logró la reelección en 2018 tras hacerse con más del 97 por ciento de los votos y, pese a que entonces prometió que no estaría en el poder más de dos mandatos, ha optado por volver a concurrir a las urnas después de un referéndum constitucional en 2019 que puso su contador a cero. «He decidido nominarme a mí mismo para completar el sueño durante un nuevo mandato presidencial», dijo en octubre, cuando pidió «a todos los egipcios» que «participen en este acto democrático».

Sin rivales de peso

«Seamos realistas, estas elecciones están aseguradas para Sisi, porque nadie conoce a los otros candidatos», señala a la agencia AFP una votante de unos cincuenta años, que habla bajo condición de anonimato.

Los otros tres contendientes en liza son relativamente poco conocidos: Farid Zahran, líder del Partido Socialdemócrata Egipcio, una formación de izquierda; Abdel Sanad Yamama, del centenario partido Wafd y Hazem Omar, del Partido Republicano del Pueblo. Al Sisi ni siquiera concurrió a un debate entre los candidatos y en su lugar envió a un legislador.

En tanto, dos figuras destacadas de la oposición que intentaron concurrir fueron marginadas por el gobierno. Uno de ellos está en prisión y el otro está procesado a la espera de juicio.

Jaled Dawud, un periodista y activista, criticó el ambiente «asfixiante» en el que se desarrolla la elección, a causa de la supresión de las libertades, el control total de los medios de comunicación y las acciones de los servicios de seguridad que impiden a la oposición estar en las calles.

Mirando a Gaza

En este contexto, la opinión pública ha prestado poca atención a la campaña electoral, y casi todas las miradas están puestas en la guerra al otro lado de su frontera oriental y el sufrimiento de los civiles palestinos en el enclave costero.

Al Sisi, que ha adoptado un papel activo en la crisis encabezando junto a Qatar los esfuerzos de mediación entre Israel y el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas) y destacando el papel de El Cairo en los procesos de entrega de ayuda humanitaria a través del paso de Rafah, ha advertido en numerosas ocasiones de que no permitirá el desplazamiento de palestinos hacia Egipto a causa de la ofensiva israelí, que podría ser un nuevo factor de desestabilización en el país.