En silla de ruedas y seis días sin ascensor, indignación en los pisos tutelados de Iruñea
Residentes de los pisos tutelados del Ayuntamiento de Iruñea en la calle Julián Gayarre exponen las deficiencias del edificio, donde la calefacción nunca ha funcionado correctamente, y denuncian que vecinos en silla de ruedas se quedaron bloqueados seis días por una avería en el ascensor.
Nati tiene 82 años. Vive en uno de los pisos altos del bloque de pisos tutelados del Ayuntamiento, en la calle Julián Gayarre. Usa silla de ruedas y tiene su vivienda lo suficientemente adaptada como para vivir sola, con apoyos puntuales a ciertas horas.
La semana previa a las navidades, Nati salió «como siempre» a dar un paseo. «A pie llano me puedo bajar de la silla. Doy unos pasos, me descanso, vuelvo a la silla, ando otro poco», explica. Cuando regresó al mediodía, se encontró el ascensor averiado.
«¿Aquí yo qué hago? Las escaleras son muy muy malas, yo no puedo. Me quedaba tirada. Decidí subir», rememora.
«La chica que venía conmigo me aupaba. Llegué a casa terriblemente mal. Debí llamar a los bomberos. No se me ocurrió. Los días después fueron penosos, no, penosísimos tras ese esfuerzo. Y, encima, volví a quedarme encerrada».
El ascensor no se arregló hasta seis días después, durante los cuales, Nati estuvo de facto confinada en casa y, según asegura, no fue la única. «Aquí vivimos personas mayores que no podemos usar las escaleras. Esto no puede ser. Nos dieron estos pisos a estrenar, pero han supuesto un quebradero de cabeza desde que llegamos», comenta la usuaria.
Según expone Félix Etxeberria, otro vecino de estos pisos, el ascensor falla de forma reiterada y el mantenimiento que el Ayuntamiento concedió a Eulen tampoco funciona como es debido. Según su relato, todo el edificio, inaugurado en 2011, ha registrado problemas serios.
Ocho años sin agua caliente los fines de semana
«Enrique Maya nos dio las llaves, pero cuando entramos no había ni agua caliente y el ascensor tampoco funcionaba», recuerda Etxeberria que indica que, debido a estas disfunciones, no se les cobró el primer mes (los usuarios de estos pisos deben abonar por vivir en ellos el 35% de sus ingresos).
Durante los primeros ocho años en que los pisos tutelados estuvieron habitados, el sistema para calentar el edificio era con pellets. Con aquella caldera, los días laborables, algunos lograban calentar su casa y otros no. Pero cada fin de semana ocurría lo mismo: el aparato dejaba de funcionar y se quedaban sin calefacción ni agua caliente.
Tras la sustitución de la caldera en 2019, volvieron a poder ducharse los fines de semana, pero Etxeberria insiste en que la calefacción no ha llegado a ir bien nunca. «El vecino del quinto aún no ha disfrutado del servicio», asegura este inquilino del bloque.
Mantener las viviendas a una temperatura habitable también es un problema en verano. El diseño moderno del proyecto que ganó el concurso para edificar los pisos se pasó de frenada y omitió las persianas.
A consecuencia de ello, las viviendas donde viven principalmente ancianos alcanzan en verano los 28 o 30 grados, indica Etxeberria. Recientemente, los vecinos iniciaron una protesta para conseguir instalar persianas. Tuvieron éxito, pero solo a medias. «El Ayuntamiento nos ha puesto persianas, pero solo en aquellos pisos que dan al sur. En los del norte, nada», comenta.
También han solicitado aires acondicionados, pero el consistorio se niega aduciendo falta de presupuesto.
La semana previa las navidades, coincidiendo con la avería que dejó encerrados a varios ancianos en sus viviendas, el Ayuntamiento invitó a los usuarios de los pisos tutelados a una comida en la que suelen aparecer responsables municipales.
«No queremos migajas. La cuantía de la comida... para arreglar las averías», sentencia su vecino Etxeberria.