INFO
Jean-René Etchegaray, alcalde de Baiona y presidente de la Mancomunidad Vasca.
Guillaume FAUVEAU
Entrevue
Jean-René Etchegaray
Alcalde de Baiona y presidente de la Mancomunidad Vasca

«¿Que si aspiro a ir más allá de la actual institución? Sí, sí y sí»


Con tres síes responde Jean-René Etchegaray a la pregunta de si es el momento de abrir el debate de la evolución institucional. Tiene claro que, si se lanza la carrera de la reforma territorial, «no nos vamos a conformar con circular en motocicleta». Alusión a una Mancomunidad con potencia limitada.

Jean-René Etchegaray, que cumplirá este 2024 diez años al frente de la Alcaldía de Baiona, fue elegido un 23 de enero de 2017 presidente de la Mancomunidad Vasca, instancia administrativa que engloba al conjunto de Ipar Euskal Herria.

Renovó su cargo al frente del Ayuntamiento baionarra en los comicios municipales de 2020, y también fue entonces el más votado para seguir liderando la institución de Ipar Euskal Herria.

Esta entrevista para Etorkizuneko Artefaktua 1977-2024 que marca, por lo tanto, un doble aniversario se desarrolla en una tarde lluviosa en la que desde la ventana de la planta noble del Consistorio se puede observar a unos pocos paseantes luchando por mantener erguido el paraguas.

«Hace un poco de frío», se disculpa de entrada Jean-René Etchegaray, mientras batalla con la calefacción. 

«Una temperatura acorde a los imperativos de sobriedad energética», le apunto.

«Desde luego, empezando por el despacho del alcalde, y a riesgo de coger catarro», bromea.

Solo queda confiar en que la charla, en la que el mandatario zigzaguea entre sus dos responsabilidades, temple el ambiente.

Mancomunidad Vasca y Ayuntamiento de Baiona comparten caminos en materias claves, caso de los proyectos urbanísticos o de la política de vivienda.

La Mancomunidad Vasca tiene la competencia en cuestiones como las que se refieren a la promoción de barrios que son objeto de una atención particular y tiene también qué decir sobre la llamada política de ciudad. De ahí que, por poner un ejemplo, en la zona norte de Baiona, en la ZUP, esa colaboración esté muy presente.

Ello porque entendemos que, después de la renovación en los 2000-2010 de las viviendas sociales, de esas torres que concibió Marcel Breuer, debe haber ahora una recuperación del espacio público. De lo que hablamos es de mejorar la circulación del barrio y de cambiar totalmente ese punto de encuentro que es la Plaza de los Gascones.

Se va a reconstruir la mediateca, un servicio que depende del Ayuntamiento, y contamos con abrir, de la mano de la cooperativa Otsokop, un espacio dedicado a la economía social y solidaria, que es una competencia que emana de la Mancomunidad.

En lo que afecta a vivienda social ¿cuáles son los principales desarrollos previstos?

En la zona posterior a las murallas, los edificios ya existentes (unas 240 viviendas) se han quedado obsoletos. La demolición está en marcha. Hemos dialogado intensamente con los vecinos porque en ese nuevo barrio van 494 viviendas nuevas. Habrá más alquiler pero también se podrá acceder a la propiedad bajo ciertas condiciones.

Hablamos de una política municipal, pero sus implicaciones superan el marco de la ciudad para dar una respuesta a escala territorial.

Siempre en la margen derecha, en la zona del muelle Lesseps, se plantea una operación que por su dimensión está llamada a cambiar el paisaje de la ciudad.

Efectivamente el nuevo barrio abarcaría desde el Puente de Saint-Esprit (estación SNCF) al llamado Puente Rojo o Henri Grenet. Son 900 metros lineales.

Hace ya 12-13 años empezamos a adquirir esos viejos inmuebles, porque nos temíamos que se produjera, como así ha sido, una fuerte subida inmobiliaria.

Una parte de los terrenos pertenecían al Ejército, otra, no menos importante, a la SNCF (compañía ferroviaria). Las negociaciones han sido largas, pero están llegando a buen puerto.

No se pueden cometer errores en un espacio tan destacado.

Quiero insistir en que hablamos de una actuación bajo estricto control público, sobre un espacio cuyo valor en todos los órdenes no se le oculta a nadie.

Ciertamente, no hay opción de error. Los vecinos están participando en los debates, sobre las ideas que aporta el equipo del gabinete Güller, de Rotterdam.

Se trata de transformar la franja de terreno bajo la fortaleza Vauban, por lo que no se puede hacer cualquier cosa, pero sobretodo de dar nueva vida a entre 16 y 20 hectáreas junto a un río, con el consiguiente riesgo de inundación que también hay que tener en cuenta.

¿Se entiende mejor así que se haya optado por expertos de Holanda?

Con el horizonte de la Ley de Clima y la consiguiente exigencia de artificialización 0.

Desde la ciudad, y desde la Comunidad de Aglomeración, debemos medir la potencialidad de esa zona y las necesidades de todo un territorio.

Esos terrenos están ocupados, se ha construido en ellos, pero a partir de 2030 entraríamos en ese escenario en el que allí donde no se haya construido no habrá posibilidad de hacerlo.

Conviene tener en cuenta ese prisma.

Dicho esto, está claro que la alternativa pasa hoy por construir ciudad sobre la ciudad.

Por lo demás, todos podemos tener cierta visión sobre a qué podría parecerse esa otra orilla. Sin embargo, mi preferencia es escuchar a la ciudadanía.

¿Y de qué le habla la gente? ¿ De una ciudad universitaria?

Tenemos un buen nivel educativo, pero hasta obteniendo la mejor nota en el Bac muchos jóvenes vascos se ven obligados a marcharse a otros lugares.

Nos hemos marcado el objetivo de alcanzar la cifra de 10.000 estudiantes de grados superiores para 2025. A nadie se le oculta la dificultad de encontrar terrenos aptos para acoger las actuaciones urbanísticas que implica tal proyecto. Necesitamos encontrar respuestas y pronto.

Lo que obliga a pensar en cómo alojar a esos estudiantes.

El mayor interés de la margen derecha sea posiblemente ese. Ya que hablamos de facultades, y desde luego de residencias para los estudiantes, de viviendas, de servicios, en definitiva, de todo lo que comporta contar con un campus universitario vasco.

Habrá que pensar también en el lugar que ocupa el comercio y la cultura, porque no deja de ser un espacio de la ciudad, que debe tener todos los componentes propios.

Por cierto, que nuestros vecinos nos insisten en que el vacío también cuenta. Es decir, que hay que ofrecer espacios libres que permitan respirar.

Y ese deseo enlaza, por otra parte, con las medidas previstas en el plan clima, que contempla medidas de suficiencia energética pero también aboga por plantar más en la ciudad.

En ese barrio está el centro Pausa de acogida a migrantes y servicios de atención a personas en situación de precariedad social, también el gaztetxe Zizpa y otras estructuras culturales. Tras la transformación ¿conservará esa diversidad?

Si hablamos de acoger a habitantes diferentes, en definitiva de interacción social en materia de vivienda, le diré que Baiona impone un código de conducta a los constructores privados.

Somos los únicos, lo que no obvia para reconocer que hasta que las recomendaciones no entran en el Plan de Urbanismo (PLU) no se puede confiar en que tengan el efecto deseado.

Dicho esto, incluso garantizando ese control público del que hablamos, y englobando ya a esos nuevos programas inmobiliarios –con un 45% del centenar largo de nuevas viviendas del barrio eco-sostenible de Sequé que tendrán carácter social– sólo mantenemos cierto equilibrio.

«Pese a todos los esfuerzos, apenas nos mantenemos en el 30% de vivienda social, porque la competencia que se plantea desde el sector privado es extremadamente ruda»

La Mancomunidad Vasca se ha dotado de dispositivos diferentes, también para poner freno a la expansión permanente de Airbnb.

La situación es conocida: los propietarios de alquileres turísticos no solamente ganan más sino que además tienen mayores ventajas fiscales que los propietarios de viviendas alquiladas al año. Pueden llegar a desgravar hasta el 70%. Es de una injusticia simplemente insoportable.

La propuesta Echaniz-Le Meur (la iniciativa se ha visto obstaculizada por una moción del centro-derecha que retrasa su debate en la Asamblea Nacional francesa, nota de la redacción) es un ladrillo con el que construir, por utilizar un símil del sector, es un paso adelante.

Tiene desde el principio nuestro apoyo. He tenido la ocasión de expresar mi opinión en otras reuniones habidas en París.

Quiero mantener la esperanza en que estas iniciativas y otras vean la luz para hacer avanzar las cosas, a sabiendas de que hay resistencias e intereses muy poderosos.

Siguiendo el recorrido por Baiona, desde el puente de Saint-Esprit, la ciudadanía se adentra a pie, en bicicleta, en TramBus pero también en coche al centro de la ciudad.

En un futuro podría ver la luz una pasarela peatonal que, situada entre los puentes de Saint-Esprit y el Puente Rojo, permitiría hacer, de forma segura, el recorrido entre ambas orillas.

Con todo, la cuestión de los usos del Puente de Saint-Esprit se planteará tarde o temprano.

Hablar de movilidad es contemplar restricciones para el vehículo privado.

Baiona es una ciudad mediana, pero tiene problemas propios de una aglomeración urbana. Hay que reforzar, seguro los servicios, ofertar más aparcamientos disuasorios, pero sobretodo acostumbrarse a darles uso, porque el que tenemos en Tarnos está semivacío.

No queda otra opción que seguir insistiendo. Barajamos construir un aparcamiento similar en la zona de Basusarri y posiblemente otro a la entrada de Baiona (Leroy Merlin).

Por dar todo el contexto, en Baiona viven 54.000 personas, pero la ciudad contabiliza 34.000 empleos, lo que quiere decir que tenemos un fuerte flujo desde otras localidades.

¿Implantar la gratuidad del trasporte público ayudaría?

No soy favorable a la gratuidad. El billete de Trambus cuesta un euro, con abono, incluso menos. Lo que paga el usuario cubre el 15% del servicio. Lo que es gratis no se valora.

La línea de tren Baiona-Donibane Garazi se evoca siempre como alternativa a los atascos cotidianos, pero el servicio que ofrece no termina de estar a la altura.

Recordemos que hacemos una aportación de 500.000 euros por año en la mejora de este servicio ferroviario. Ha mejorado la frecuencia, pero la duración del viaje es excesiva.

Es una línea importante, hablamos mucho de esta cuestión con la Región, que es la competente, y con la SNCF, que gestiona una línea que debe servir para descargar la carretera.

«El tren Baiona-Donibane Garazi atraviesa zonas de alta densidad habitacional y creo que daríamos una buena respuesta a la integración territorial con la mejora de esa conexión»

Hablando de Nueva Aquitania. Por primera vez, una descentralización desde Burdeos permitirá a la Mancomunidad Vasca gestionar una partida de fondos europeos.

Vamos a gestionar una partida de unos once millones de euros, porque hemos demostrado que sabemos actuar en esa materia, porque nos hemos dotado de un servicio especializado.

Creo que es en cierto modo un reconocimiento a ese saber hacer, pero también una muestra de ambición política de nuestra parte.

 

Jean-René Etchegaray, en un momento de la entrevista.
Guillaume FAUVEAU

¿En qué momento está esa Mancomunidad Vasca nacida en 2017?

Hemos sacado a la luz nuestras capacidades, porque sabemos abordar las distintas materias, pero ello no oculta las debilidades.

En cierto modo, en estos años hemos ganado una legitimidad, que parte de la labor de los alcaldes. Soy alcalde de Baiona y ejerzo, a lo sumo, de primus inter pares, porque otros alcaldes han elegido a este alcalde presidente de la Mancomunidad.

¿Ve oportuno abrir el debate sobre cómo avanzar, como mínimo, hacia esa colectividad con estatus particular a la que aspiraba la sociedad vasca pese a que, finalmente, se implementara una institución de rango inferior o toca seguir en esa fase de consolidación a la que usted suele hacer referencia?

Diría que estamos a mitad de camino. Por una parte está esa demostración de capacidades de la que hablaba. He participado en foros en que se quedan con los ojos abiertos cuando les contamos que desarrollamos políticas en favor de la investigación o que aspiramos a desarrollar la enseñanza superior en nuestro territorio.

Indiscutiblemente hemos ganado en experiencia, pero tenemos una debilidad clara y la Mancomunidad, desde el punto de vista jurídico, no se adapta a esa intercomunalidad XXL, eso es una evidencia. Lo he repetido varias veces, y como en el caso de la anunciada descentralización en materia de vivienda, aprovecharé cualquier oportunidad para recordarlo.

Emmanuel Macron habla de una nueva reforma de descentralización.

Y en ese contexto yo sostengo que las estructuras intercomunales, con ese fuerte depósito competencial, deben mutar necesariamente en colectividad con estatus particular.

«Hoy por hoy no encuentro, a la luz de la Constitución francesa, otro mecanismo que se pueda acercar más a nuestras aspiraciones que la colectividad con estatuto particular»

La diferencia mayor entre la Mancomunidad Vasca y una colectividad con estatus particular es que la segunda emanaría del sufragio universal directo. Sus miembros gozarían de esa legitimidad mayor.

Digo esto porque, aunque hasta el momento ese hándicap no nos ha impedido avanzar, llegará un momento en que lleguemos, por así decirlo, a nuestros propios límites.

¿Ve cerca ese límite de capacidad de acción para la Mancomunidad que preside?

Si lo que me quiere preguntar es si mantengo mi aspiración a una reforma institucional, la respuesta que yo le doy es: sí, sí y sí.

Se muestra esperanzado pero, hasta ahora, el balance descentralizador es escaso.

Desde luego la llamada Ley 3Ds no ha reportado gran cosa. En materia de derecho a la diferenciación no hay prácticamente nada. En el País Vasco, si se hubiera aceptado practicar esa diferencia podríamos haber llegado quizás más lejos.

Mire, hablo de estas materias con el presidente (corso) Gilles Simeoni, ahora también en París con el diputado Jean-Féix Acquaviva. Hablamos de autonomía, de lo que les ha dicho Macron, claro está más allá de lo que aparece publicado en la prensa.

En Euskal Herria tenemos una institución que no se adapta a un país que quiere tomar en sus manos su destino. Si se abre el debate territorial y hay oportunidad de avanzar, nosotros, desde luego, no nos vamos a conformar con andar en una motocicleta.

No soy un abertzale, pero creo que en el País Vasco tenemos una identidad fuerte, con una lengua, una cultura, y una voluntad de tomar las riendas de nuestro destino.

No fui yo, fuimos todos los alcaldes los que hicimos posible la Mancomunidad Vasca. Es hora de dar, entre todos, un nuevo paso al frente.