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Entrevue
Javier Alcibar
Poeta y músico

«La ignorancia hace que a mucha gente le dé por escribir poesía»

Javier Alcibar (Bilbo, 1962) es licenciado en Filología Hispánica. Su último libro es ‘Poemas de tierra’ (Valparaíso), un repaso a su obra poética, donde se resume en 70 poemas: «Busco respuestas redondas / como panes,/ encuentro preguntas duras / como piedras». Pues eso.

Javier Alcíbar, en el bilbaino café Iruña. (Marisol RAMIREZ | FOKU)

«La poesía es algo que importa mucho a pocas personas, pero a la mayoría no le importa nada», avisa Javier Alcibar en la nota previa a ‘Poemas de tierra’ (Valparaíso, 2023). De edición muy cuidada, tras un heliograbado de Unai San Martin en la portada, hay 70 poemas de esos, que nos perdone, que a la lectora le piden subrayarlos sobre el papel, para volver una y otra vez sobre ellos.

Con la economía verbal como rasgo de estilo y la socarronería amigable en el cara a cara, dicen de él que escribe poesía con ideas. En el prólogo, el poeta y doctor en Filología Hispánica Rafael Morales Barba le define como «poeta de la palabra desnuda, sencilla».

Alcibar también es músico. Hace una década publicó un disco como La Sombra con varios músicos –se pueden ver en Youtube canciones como ‘Bilbao song’–, y luego un trabajo en solitario, ‘Como si nunca hubiéramos venido’, a partir de sus propios poemas y otros autores como Goytisolo o Emily Dickinson.

¿Este libro es una antología, el resumen de una vida? ¿A qué etapas corresponde?

A toda la vida poética mía. Yo publiqué en 1999, en Pamiela ‘El baile de los cojos’, después en 2003 con Bassarai ‘De inciertos destinos’ y luego hasta el año 2019 no volví a publicar. Gané el premio internacional de Poesía Covibar-Ciudad de Rivas y ahí saqué ‘Poemas para no volver’. Entonces el editor me dijo que quería publicarme los tres libros en uno, porque tienen unidad temática y de estilo, y nos metimos en una trilogía, que se llamó ‘Material de uso urgente’ (Vitruvio, 2022). Ahora ha sido Valparaíso la que me ha pedido esta selección.

Este libro se titula ‘Poemas de tierra’ pero, al abrirlo, aparece otro título: ‘A escala natural’. Son poemas personales, a escala humana.

En un principio iba a ser ese, pero luego apareció ‘Poemas de tierra’, que me gustó mucho más. El ser humano tiene una importancia muy grande en mi poesía; es decir, la condición humana. Respecto a mi trabajo, en esa búsqueda individual, cuando aparece mi pequeña verdad surge el poema entero, eso no quiere decir que no haga falta trabajarlo más. Es un poco como quien empieza un cuadro: cuando lo has terminado ya le das el visto bueno y esa verdad tuya, si es válida para el resto de las personas, tiene valor; si no, pues para mí no tiene sentido. Yo estoy a favor de la comunicación, es decir, de que la persona lectora se refleje en lo que lee. Eso no significa que escriba para el lector, escribo para mí. Lo tengo claro desde los 18 años.

Pero sí busca un ‘feedback’ de sus lectores.

De alguna manera ocurre extrañamente. Por ejemplo, hay un poema que me envió hace poco un amigo y que yo no  he elegido para este libro, ‘Lágrima de cielo’ se llama, y que el prologuista de este libro también lo escogió en una antología que hizo de poesía española. Un poema que ni yo mismo acabo de entender pero que responde a una verdad que a la gente le llega. Un saber no sabiendo que decía San Juan de la Cruz .

«Se juntan en sitios, leen poemas, se aplauden unos a otros y aparentan ser felices, pero eso no es así: la poesía es para ser leída despacio»


¿Los actuales son buenos tiempos para la lírica?   

Malísimos, horribles [risas], peor que malos. Es que hay mucha ignorancia. La cultura está en decadencia constante, cada vez más, y esa ignorancia, precisamente, hace que a mucha gente le dé por escribir, no sé por qué, poesía. Se juntan en sitios, leen poemas, se aplauden unos a otros y aparentan ser felices, pero eso no es así: la poesía es para ser leída despacio y es justo lo contrario. La gente cree que los artistas son vanidosos, pero el artista es todo lo contrario, sufrimiento y vocación, la vanidad no tiene nada que ver con esto. Ni los millones de ‘visitas’ en internet. Y la gente dice ‘soy poeta’, pues tira para delante, pero ¿qué has leído para poder compararte?

Yo creo que mucha gente es totalmente ignorante, que no lee nada, que es autosuficiente total, y queda muy guay escribir un libro de poesía, llevarlo a una editorial desconocida o autopublicarla directamente, que es el 90% de los casos. Pero no le veo ningún sentido. Cuanto más tontos, cuanto más estúpidos nos hacen, más manipulables somos.

El poema ‘Proclama para país de un solo habitante’ estuvo pegado en una pared de su casa con celo durante muchos años [«Art. 1. Defendemos el derecho a la identidad nacional de las minorías, en razón inversamente proporcional a su tamaño (...)].

Era una pequeña broma que  tiene que ver con mi familia. Mi padre, cuando yo estudiaba en la Universidad de Deusto, los mediodías pegaba en la puerta de mi habitación: ‘Pam, pam, pam. ¡Te llaman por teléfono, tienes que salir!’... Él no sabía lo que hacía, no sabía que yo estaba escribiendo poesías con la cabeza. Yo sabía donde iba el punto, la coma, todo, era un majara, un obsesionado. Todos los artistas somos un poco obsesivos. De mayor estoy valorando más la frescura, la aparente imperfección al menos.

De ‘Aire de laboratorio’ dice que tiene una función personal catártica [«Como una rata / en un laberinto, / equivocándome / para volverme a equivocar y así / equivocarme de nuevo, / hasta encontrar mi camino / en un mundo pequeño y extraño (...)»].

Vino por una crítica que me hizo una persona, que luego me dijo que era positiva, pero que a mí no me lo parecía y que decía: ‘Prefiere ir a su bola y equivocarse solo’. No acababa de entender a qué se estaba refiriendo. Sin embargo me aclaró que eso era un halago. El error que cometí yo fue no ir en grupo, ser más sociable y no tan celoso de mi propio estilo. Pero también a la larga publicar tarde fue positivo. Ha habido también mucho ‘mamoneo’ con los premios. Lo he pasado mal. Si vas individualmente eres más libre, porque no te dejas influir, pero, a la vez, cuando ves la realidad más de cerca, los palos que recibes duelen más. Pero con veinte años a veces se es algo ingenuo.

«Inmensa palabra de dos letra: fe».

Una pregunta de crucigrama. El origen fue una poesía más larga. El funeral de un tío muy cercano y mi tía en el cementerio, cuando lo bajaban, mientras ella echaba un puñado de tierra sobre el ataúd, vi su cara intentando convertir un ‘adiós para siempre’ en un ‘hasta pronto’.

«Ser poeta también es estar maldito, estar tachado, estar borrado…»
Sin padrinos no hay nada que hacer, así es. Pero hay que seguir. Arrastrar tu propio cadáver recién asesinado y volver a nacer.