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«La gran cuestión de ‘El hijo olvidado’ es: ¿Quién vigila al vigilante?»

Mikel Santiago debutó con la aclamada ‘La última noche en Tremore Beach’ (2014), a la que siguieron ‘El mal camino’ (2015), ‘El extraño verano de Tom Harvey’ (2017), ‘La isla de las últimas voces’ (2018) y la trilogía de Illumbe (2020-2022). Su nueva novela es ‘El hijo olvidado’.

El escritor vasco de novela negra Mikel Santiago. (ENRIQUE MORENO)

Aitor Orizaola, ‘Ori’, es un agente de la Ertzaintza en horas bajas. Mientras se recupera en su casa de la violenta resolución de su último caso y se enfrenta a un expediente disciplinario, recibe una mala noticia. Su sobrino Denis, que años atrás fue casi un hijo para él, es acusado de asesinato. Pero algo huele a podrido, y Ori, incluso de baja y dolorido, tiene algunos trucos de perro viejo para averiguar qué está pasando. Esta es la sinopsis de ‘El hijo olvidado’, la nueva novela de Mikel Santiago.

Tras el gran éxito de la Trilogía de Illumbe (‘El mentiroso’, ‘En plena noche’ y ‘Entre los muertos’), el escritor vasco ha publicado un nuevo thriller en el que se destapan los secretos y las mentiras de lo más oscuro de Euskal Herria.

Mikel Santiago nació en Portugalete en 1975. Comenzó escribiendo relatos y novelas cortas, y publicando sus propios e-books en internet, con los que consiguió llegar a las listas de best sellers de iTunes, Amazon y Barnes & Noble. Ha vivido en Irlanda y en Ámsterdam. Actualmente reside en Bilbo.

Ediciones B ha publicado sus novelas ‘La última noche en Tremore Beach’ (2014), ‘El mal camino’ (2015), ‘El extraño verano de Tom Harvey’ (2017), ‘La isla de las últimas voces’ (2018) y ‘El mentiroso’ (2020). Todas ellas han escalado hasta los primeros puestos en las listas de best sellers a nivel estatal, y han sido editadas en una veintena de países que han seducido por igual a los lectores y a la crítica literaria. El autor bizkaitarra revela a GARA las claves de su trabajo y los engranajes que mueven su nueva novela.

Si Mikel Santiago pudiese mirar por su retrovisor temporal, ¿a quién se encontraría?

Me toparía con un tipo que jamás imaginó que pudiera vivir de una de sus grandes pasiones. Guardo con alegría el recuerdo de aquellos días, y eso que nunca fueron fáciles. Me metía de lleno en la escritura sin un plan preconcebido, dejando que las palabras fluyeran libremente desde mi mente. Al principio, chocaba frontalmente contra bloqueos que me abrumaban, momentos de crisis en los que consideraba abandonarlo todo. Sin embargo, cada bloqueo resuelto puede ser un paso hacia adelante. Así, de manera casi improvisada, nacieron mis dos primeras novelas. Los elementos surgían como fantasmas en mi camino, y yo los recogía, dándoles un nuevo sentido y transformándolos en mis personajes.

¿Cómo funciona su proceso creativo?

Creo que todo se resume en el acto de escribir y escribir. Ahí es donde ocurre la verdadera magia. A partir de una serie de esbozos, comienzo a ensamblarlos mediante un sistema complejo. Tengo la trama, tengo el final, tengo el contexto; y es entonces cuando empieza a surgir la chispa de una serie de conexiones que conforman la estructura de la historia. Básicamente, lo que hago es ocultar información en mis novelas. Es el único recurso que empleo. Nunca muestro todas las cartas, pero sí presento la baraja, permitiendo que la información se revele de manera impredecible. Este enfoque busca cautivar al lector, sin engañarlo, otorgándole libertad para ejercitar su propia imaginación. Es como plantear un enigma. Un escritor puede sugerir un nombre, una ubicación, puede insinuar a través de la propia metaliteratura que presente. Es el lector quien trabaja en la historia, quien la moldea, y creo que ese es uno de los secretos de este estilo: la participación activa del lector. Es una forma de mantener su atención y de no permitir que su mente crea que la historia ha concluido o que todo ha sido explicado.

Obligada referencia a su ‘Trilogía de Illumbe’, una localidad ficticia recreada a partir de la ría de Urdaibai.

Es mi regreso constante a Urdaibai y le devuelvo a Urdaibai lo que me regaló cuando fui niño. Durante mis veranos en San Antonio (Busturia), era una época de fantasía, de noches llenas de aventuras en busca de tesoros por Txatxarramendi. Este territorio ha permanecido intacto en mi imaginación, como un lugar mágico y fascinante al que siempre he querido retornar.

No hubo duda en la elección de la escenografía de Illumbe. Urdaibai está impregnado de historias. Una parte de mí sigue siendo ese niño que escuchaba cuentos de miedo en la playa.

¿Y qué libros podíamos encontrarnos en la biblioteca de aquel chaval?

Todavía siguen conmigo, siempre me acompañan. Recuerdo los escalofríos que sentí durante una noche, mientras leía ‘Cementerio de animales’ de Stephen King, o cómo me estremecio ‘A sangre fría’ de Truman Capote, o la fascinación que todavía me produce Patricia Highsmith, me parece que su personaje Tom Ripley es una auténtica genialidad. Fui afortunado al empezar mi trayectoria literaria con autores de tal calibre. Los considero parte de mi familia literaria. Los releo una y otra vez, por placer y porque tal vez puedan pegarme algo de su genialidad. A este listado de libros y escritores podría añadir otros autores que siempre me acompañan, Emmanuel Carrère, Henning Mankell, Raymond Chandler, Stephen King, Agatha Christie y el gran Arthur Conan Doyle, entre otros muchos.

 

ENRIQUE MORENO

¿El alto índice de criminalidad le ha obligado a buscar un nuevo territorio?

Sí (sonríe), la verdad es que últimamente se estaba poniendo peligroso vivir en Illumbe. En realidad no me fui muy lejos, sigo en la costa de Bizkaia. Arranca en Sopela, transita por Getxo, hace escala en Bilbo y se pierde por esa ruta laberíntica de los caminos semiocultos de Mungialde.

Cómo surgió ‘El hijo olvidado’?

En 2022, mientras terminaba las correcciones de ‘Entre los muertos’, me embarqué en la aventura de presentar un programa true crime en ETB titulado ‘Los siete pecados capitales’. Durante unos cuantos capítulos encarné a un escritor de novela negra que repasaba la historia de algunos crímenes truculentos, hacía preguntas a la Policía Científica o se paseaba por las salas del Instituto Anatómico Forense. Fue una experiencia divertida y, como cualquier escritor, tuve mis ojos bien abiertos y mis orejas bien afinadas para recoger toda aquella experiencia y escribir un montón de notas.

Así es como empecé, fascinado por el mundo de la investigación policial -concretamente por los entresijos, los trucos y la creatividad para resolver los casos–, pasé varios meses tejiendo el trasfondo, las tramas y el complicado puzle de una historia que también debía ser sencilla: la de un buen tipo (Ori), machacado y arrinconado, que tiene que sacar sus últimas fuerzas para resolver el caso más importante de su vida.

Y es entonces cuando suena una llamada en el teléfono de Ori.

Así es, una llamada de su hermana que le ruega que vaya a la comisaría de Getxo de la Ertzaintza porque su hijo ha sido detenido. Es entonces cuando el protagonista se desplaza hasta los calabozos y comienza a sospechar que su sobrino ha sido objeto de una trampa, hay cosas que no cuadran y decide hacerlo por su cuenta. Se mete de lleno en un caso cuando no debería hacerlo. Básicamente, todo se va complicando mucho en cuanto entra a escena una familia poderosa.

Es una novela con muchas capas.

Sí, así lo quise desde el principio y, aunque pueda parecer que tiene cierta complejidad en su estructura narrativa, no lo es, porque he intentado imprimirle un ritmo alto. Es verdad que es una novela con muchos personajes y muchas situaciones que parecen llegar a un callejón sin salida pero en las que, de repente, asoma una puerta que lleva a otra subtrama y a otros personajes.

En su concepto del enigma no es tanto quién lo hizo, sino por qué lo hizo. Cuáles son los motivos. Podemos intuir quién ejerce de villano, pero igual no comprendemos sus motivos y será el protagonista quien deberá ir recomponiendo todas las piezas para ayudar a su sobrino. Es una novela muy coral y procedimental. 

¿Puede aportar algunas pistas?

Siempre me da miedo revelar en exceso algo relacionado con la historia, pero puedo decirte que el azar tiene una gran importancia en una trama sobre la que pesa una cuestión fundamental y muy arraigada a nuestros tiempos: ¿Quién vigila al vigilante? Esto va en relación a que en la trastienda de la novela se mueven como peces en el agua policías con mucho poder, que tienen la autonomía de colarse en la vida privada de las personas.

Dolores Redondo, Ibon Martin, Noelia Lorenzo, Javier Díez Carmona, Eva García Sáenz de Urturi y usted son, entre otros, integrantes de lo que se conoce por ‘Euskadi Noir’. ¿Qué opina sobre ello?

Es una etiqueta, siempre gusta etiquetar a la gente. No obstante, es verdad que somos autores que coincidimos en escenificar nuestras novelas en lugares próximos a nosotros y que nos gusta subvertir, cada cual en su estilo. Además, es curiosa la increíble la cantidad de lectores que viene a Euskal Herria para ver en persona los escenarios de nuestras novelas. Creo que la Consejería de Turismo debería subvencionarnos (sonríe).