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Martin Scorsese, el hipopótamo de Pablo Escobar y la mejor película (queer) del año

El maestro estadounidense Martin Scorsese recibía el Oso de Oro Honorífico de las manos de Wim Wenders, Pepe (la célebre mascota del narco) volvía a la vida y Jane Schoenbrun nos sacudía con la increíble ‘I Saw The TV Glow’.

Scorsese recibe el galardón de manos de Wenders. (John MACDOUGALL | AFP)

El martes noche el Palast rebosaba emoción (y asistentes) para la entrega del Oso de Oro de Honor a Martin Scorsese. «Para cualquiera que considere el cine como el arte de dar forma a una historia de una manera completamente personal y universal, Martin Scorsese es un modelo a seguir inigualable», argumentaban así el galardón Carlo Chatrian y Mariette Rissenbeek, directores de la Berlinale.

Martin Scorsese: «Lo que está de moda muere en un día»

En la conferencia anterior, Scorsese lanzó otra de sus ráfagas de lucidez alrededor del estado del cine: «Lo que está de moda muere en un día; lo que tiene valores permanece», por lo que «no creo que el cine esté muriendo, el cine se transforma. Que la tecnología no nos atemorice, no seamos esclavos de ella, controlémosla y pongámosla en la dirección adecuada, al servicio de la voz individual». Dicha perspectiva «se puede expresar igual en TikTok, en una película de cuatro horas o en una miniserie».

Al abordar su carrera, reflexionó sobre la importancia de liberarse del pasado para empezar cada proyecto como si fuera el primero: «Liberarte de las restricciones de cómo se supone que debe ser algo es genial, porque tu mayor problema eres tú mismo», dijo, y bromeó sobre el paso del tiempo: «La ambición no la pierdes, pero el ego… quizá tampoco, aunque lo intentas».

El acto corrió entre caras conocidas, como Sharon Stone por invitada sorpresa, y nerviosismo. No nos extraña, en dos semanas el cineasta sabrá si gana el Oscar por ‘Los asesinos de la luna’, por la que está diez veces nominada. Quizás para auparlo, tras la gala se proyectó ‘Infiltrados’, con Matt Damon, Leonardo DiCaprio y Jack Nicholson, por la que ya ganó el Oscar en 2006.

El hipopótamo de Pablo Escobar vuelve a Berlín

Competía con Scorsese por el titular: ‘Pepe’, ensayo del cineasta dominicano Nelson Carlos De Los Santos (premiado en Locarno y FIDMarseille por sus trabajos anteriores), convertía la leyenda del hipopótamo del narco mexicano en una digresión de altos vuelos acerca del colonialismo y las dimensiones existenciales y poéticas del desarraigo.

En la vida real, Pepe empezó la invasión de los hipopótamos en México al escaparse de la Hacienda de Escobar en 2007 y finalmente fue abatido por dos cazadores alemanes al ser considerado altamente peligroso por el Ministerio.

En la película, Pepe nos habla fuera del tiempo y con voz gravísima, cual dios antiguo. Acompaña una exploración intestinal, nocturna, que abre lagunas y misterios en unos hechos de sobras conocidos. Desde fuera del tiempo, Pepe crea ondas en la superficie de la historia oficial y ensaya nuevas e improbables perspectivas. ¿Qué soñaban los pescadores del río donde vivió? ¿Cómo se ve África a través del cristal de un bus turístico?

La mejor película (queer) de 2024

Éramos jóvenes y ya no nos quedaba tiempo y nos sabíamos bajo el yugo fantasmal de la normalidad, en la inquietud constante de sabernos en la intemperie y muy, muy dentro del armario. Algunes encontramos, por aquel entonces, refugio en ‘Buffy Cazavampiros’, aquella serie que emitían tarde por la noche en el canal infantil, pero que en absoluto era para criaturas.

La ficción era un hogar, pero también una ventana brillante a otro mundo posible, a la vez que alienígena y pavoroso: la pantalla del televisor como primer vistazo al abismo, antes de saltar a un universo imberbe, oscuro y cálido.

En dichas marismas ahonda la segunda película de Jane Schoenbrun, le cineasta más excitante de todo el catálogo de A24 tras su debut ‘We’re All Going To The World’s Fair’ (en Filmin). Justice Smith y Brigette Lundy-Paine son dos adolescentes que en los noventa encuentran conexión y reposo en una serie fantástica semanal, y en ella se pierden. Véanla (la película): se trata de un estudio verdaderamente agudo sobre los pozos de la experiencia queer, llega a cotas de inquietud difícilmente replicables y tiene una banda sonora perfecta.