Demasiado Mbappé y demasiado PSG para una Real a la que no le basta con el empeño (1-2)
Los donostiarras no han tenido ninguna opción de dar la campanada y remontar la eliminatoria frente a un conjunto parisino superior, comandado por un demoledor Mbappé que ha marcado los dos goles de su equipo. Mikel Merino ha anotado el de la honra en el minuto 89 (1-2).
Soñar era gratis, pero los milagros solo se dan con cuentagotas. Y Anoeta no es Lourdes. Para remontarle un 2-0 al PSG hay que estar muy bien, y ellos no tanto. Y aún así es complicado meterle mano a un equipo que ha ganado nueve de las últimas once Ligue 1 –unas cuantas paseándose– y que lleva años dilapidando un pastizal en petrodólares para levantar una ‘orejona’ que se le resiste. Los de Imanol tuvieron muy mala suerte en el sorteo.
Esta Real no está en su ‘prime’, que se dice ahora. Ni de lejos. No es ningún secreto. Y por eso está fuera de la Champions y, sobre todo, fuera de una final de Copa que se le había puesto a tiro. Un balance que ahora sabe amargo pero que se valorará mejor cuando pase la depresión. Porque para caer en octavos de Champions hay que clasificarse y pasar la fase de grupos. Esta ha sido la tercera vez en su historia que la Real ha llegado a estas alturas, y solo superó el listón en la gloriosa temporada 1982-83.
Los blanquiazules están obligados a resetear su mente y recuperar su rendimiento físico –jugar un partido a la semana seguro que ayuda– para repetir en Europa vía Liga. Sus rivales por la sexta plaza –ahora mismo, Betis, Valencia o Las Palmas– tampoco están para echar cohetes y puede que la séptima también tenga premio, si el Athletic gana la Copa.
Once esperado y tifo espectacular
Imanol ha apostado por el once tipo que maravilló en otoño en esta competición, con las ausencias obligadas de los lesionados Aihen y Barrenetxea, aunque este último ha llegado a tiempo para al menos aportar saliendo desde el banquillo. Su lugar lo han ocupado los dos fichajes invernales, Galán y Becker.
Anoeta, que ha marcado su récord con 39.336 asistentes, ha recibido a ambos equipos con un tifo desplegado por Bultzada que representaba la batalla de Orreaga y en del que se podía leer en latín “Vascones in summi montes vertice surgente” (Vascones subiendo a la cima de las montañas más altas). Pero la cuesta se antojaba muy empinada, con dos goles de desventaja ante un ejército franco con tropas de primera.
El riesgo contra un equipo de este calibre es irse demasiado arriba para presionar, pero el marcador de la ida obligaba. Lo han demostrado los de Luis Enrique antes de los 10 minutos, cuando Mbappé ha recibido escorado a la izquierda, se ha marchado de Traoré y ha dado el pase de la muerte a Barcola. Su remate a bocajarro lo ha sacado en la línea Remiro.
Mbappé se lo guisa...
A la segunda no han perdonado. El astro francés ha recibido en profundidad, ha vuelto loco a Zubeldia con dos amagos y la ha mandado a dormir con la derecha (0-1, 15). La realidad se imponía al deseo, y el internacional francés pertenece a la raza de los elegidos.
Ha vuelto a poner a prueba a Remiro con un disparo que el navarro ha sacado con el pie junto al palo. El partido era de un PSG que tocaba y tocaba ante una Real que presionaba sombras. La única ocasión para los locales antes del descanso la ha tenido Kubo con un zurdazo lejano que se ha ido por poco.
La reanudación ha transcurrido por los mismos cauces. La Real quería, pero no llegaba a tiempo de cortocircuitar el excelso manejo de balón rival. Y tras atraer a los blanquiaazules, balón largo para su ejecutor. Corría el 57 cuando Mbappé encaraba a Remiro, amagaba con disparar al palo largo y se la clavaba por el corto. Inapelable (0-2).
Turrientes y Barrene entraban por Brais y Becker, pero el pescado estaba más que vendido. Los jugadores no han bajado los brazos y han buscado el gol del honor –que finalmente ha marcado Merino en el 89–, y Anoeta ha cumplido su parte de ese dicho que reza «te animaré cuando peor estés porque será cuando más falta te haga».
Se acabó lo que le daba en esta Champions, quienes deciden tendrán que sacar sus conclusiones, pero el fútbol no da tregua y Granada es un lugar tan bueno como cualquier otro para empezar de cero.